Enrique Meléndez: Las cifras de Jorge Rodríguez

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Según Jorge Rodríguez, Venezuela dejó de producir 630 mil millones de dólares por las sanciones; como para generar vergüenza de “los poderosos del planeta”; como cuando un chico se pelea con otro más grande, que lo golpea, y llega llorando a su casa por semejante ventajismo. El hecho es que las sanciones tienen una razón de ser. No hay que pasar por alto que las figuras más prominentes de este gobierno, excepto Rodríguez, tienen orden de captura por parte de la justicia estadounidense, sobre todo, Nicolás Maduro, por quien se ofrecen 15 millones de dólares; que en boca de Rodríguez parecería que se debe al hecho de la ofensiva, que lleva a cabo el imperialismo norteamericano contra una pobre nación; que no busca sino su autodeterminación como pueblo. He allí el precio que tiene que pagar por su libertad. Lo que choca aquí contra el sentido común del venezolano, es cómo se explica el hecho, de que lo está diciendo un hombre que, según trascendió, ha puesto en venta una casa suya, ubicada en Los Tulipanes de El Avila (Caracas), por 24 millones de dólares, y que se rodea de una vida llena de lujos, propia de un alto ejecutivo de una empresa transnacional, donde está reproducido íntegramente el modo de vida americano (“american´s wife of live”); pues su apariencia no dice lo contrario, y que algún periodista, que conoce de marcas de ropa, se lo ha sacado, y que es lo que choca, decía, con nuestro sentido común, que nos lleva a preguntarnos, ¿cómo se explica entonces ese progreso suyo?

De hecho, ese argumento de marras, de que hay un imperialismo norteamericano, que cercena la libertad de los pueblos, ya para esta hora es demasiado obsoleto; empezando, que ni el propio Carlos Marx utilizó este concepto, para explicar el atraso de ciertos pueblos, como nosotros los sudamericanos. Claro, porque se trata de la excusa más perfecta para ocultar un fracaso, y el que se inicia, en efecto, con Hugo Chávez, que no dejó ser un aventurero; pero que por sus condiciones populistas, y estando a la hora y en el lugar apropiado encontró el camino empedrado, en el marco de sus ambiciones de poder, para conducirnos a este infierno que estamos sufriendo hoy los venezolanos; militar y golpista: lo que delata lo ingenua que fue esa clase media que se dejó seducir por este encantador de serpientes; sobre todo, por nuestra tendencia a propagar la ideología militarista, que está en nuestra conciencia, así como está en el ojo del sapo la mosca, siendo éste miope; siendo, por lo demás, Chávez una conciencia enamorada, es decir, un adolescente que aún a su edad, y habiendo demostrado Fidel Castro que no era sino el último comediante del escenario comunista, y que había terminado por arruinar a la isla, lo idolatraba como lo hacíamos los entonces jóvenes en la década de 1970; influidos por un nacionalismo anquilosado, propio de una visión de mundo tercermundista, para hablar con el lenguaje de las Naciones Unidas, y la envidia que, por lo demás, sufrimos los sudamericanos, a propósito del desarrollo descomunal del hermano mayor del Norte. Es aquí donde uno observa que los sudamericanos más nos fijamos en la apariencia de nuestros actores políticos, que en el contenido de sus tesis políticas y, en ese sentido, Chávez con esa mentalidad épica y delirante, con la que llega a la presidencia de la República, la idea que tiene es que todo lo va a derribar, para fundar un mundo nuevo: el chato mundo bolivariano.

Pero es que, por lo demás, bajo la gerencia de la Pdvsa chavista, que es lo que insinúa Rodríguez, tampoco se hubiera producido esa millonada de dólares, y la que nunca volvió a recuperar el nivel de producción, que se tenía para la llegada de Hugo Chávez al poder; empezando, porque éste desmanteló su cerebro, cuando despidió a más de veinte mil técnicos de lo más granado de la tecnocracia venezolana; luego, porque entonces pasó de ser una empresa lucrativa a convertirse en caja chica del gobierno; además de instrumento al servicio del neopopulismo chavista; con el cuento de que ahora Pdvsa es de todos, y así que aquellos 20 mil técnicos que Chávez despidió de la manera más infame, como se recordará, fueron sustituidos por más de cien mil activistas del chavismo; cuando no, para prestarse, además de caja chica, de caja negra; que era la idea que tenía Chávez de Pdvsa, y entonces se hacía eco de una especie, que calificaba a la estatal de eso, de caja negra; como se comprueba a través de los casos de lavado de dinero, que vienen detectando los organismos de seguridad, sobre todo, de los EEUU y algunos países de Europa, y donde más de un funcionario chavista ha caído convicto y confeso; mientras hace poco fuimos testigos de una guerra verbal, donde Rafael Ramírez acusaba a los hijos de Cilia Flores de desfalcar a Pdvsa, y el gobierno a su vez le respondía, que era él el que era el protagonista del desfalco. Es bien exagerado Jorge Rodríguez al hablar de esa cifra. Por supuesto, que es para tratar de justificar el por qué el gobierno no puede aprobar un nuevo aumento de salarios. Fue Chávez quien nos comenzó a aplicar las sanciones a nosotros, cuando entonces le dio por adoptar la política del exprópiese a todo tipo de propiedades agrícolas y de industrias, que terminaron en la ruina; mientras las industrias básicas de la CVG colapsaban; puesto que también siguieron por el mismo camino de Pdvsa de la cleptocracia; un país en las ruinas. Se repite, exagera los términos Rodríguez.

Por lo demás, con conocimiento de causa, de que no iban a lograr esa millonada, que dice el psiquiatra, que dejaron de producirse por las sanciones, ellos prefirieron jugarle la partida a otros negocios, y que son una fuente de riqueza más directa; razón, por lo demás, por la que se ofrecen recompensas por sus cabezas; aparte de cuadrarse con el eje del mal, encabezado por la Rusia de Putin, el Irán de los ayatolas, la Cuba de los Castro. No es porque está recomendando Maduro que se rece el rosario en familia, la razón de las sanciones.

 

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