Crónicas de la crisis moral venezolana
La marea de corrupción que inunda a Venezuela ha generado un fenómeno que sería risible, si no fuera indignante. Enfrentados con una avalancha roja de robos, narcotráfico y lavado de dinero llevado a cabo por miembros de las diversas pandillas chavistas, un creciente número de “revolucionarios”, esencialmente aquellos que no han tenido entrada al festín, ensaya una justificación absurda: decir que estas pandillas criminales no son realmente chavistas, sino “infiltrados” enviados por la CIA. Para ellos ¡El Aissami es un agente de la CIA!
Así lo escribe el Sr. José St. Roz en Aporrea: “Los gringos no han podido contra el presidente Maduro. En cambio, infiltrados en el PSUV se lo han hecho peor”. Dice el Sr. St. Roz:“Es una vieja estrategia de los imperios minar la moral de sus enemigos, comprarlos, envilecerlos con el poder y con el dinero y convertirlos en minúsculos caballitos de Troya que van haciendo su vil trabajo de zapa, el de ir amargando al pueblo, desilusionándolo, asqueándolo de la política y del gobierno. Inmensos males que acaban siendo tan catastróficos o peores que el de una invasión con marines. A estos caballitos de Troya (de cocos vacíos pero muy audaces), los gringos saben muy bien acicalarlos, cómo inflarles el ego, decirles que son ‘geniales con sus talentos’, que deben venderse caro, y que además por su carisma pueden llegar a hacerse intocables”.
Para el Sr. St. Roz, los corruptos que pululan en la función pública y que han arruinado a Venezuela eran seres originalmente prístinos, pero hoy han sido prostituidos por la CIA, por los malvados gringos.
St. Roz agrega, muy zalamero: «Me solidarizo y felicito al presidente Maduro por esta valiente y terrible batalla que está dando contra la corrupción, que todos los de abajo se la agradecemos. Debo también hacer un reconocimiento al gran trabajo que le ha tocado a Diosdado, tratando de remover toda la estructura del partido para hacerlo más comprometido con el pueblo».
El Sr. St. Roz se mete en una trampa intelectual, porque está bien documentado que tanto Cabello como la familia Maduro están ellos mismos prostituidos, son ladrones y narcotraficantes, ya sancionados por Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea, y sus casos ampliamente estudiados por los medios venezolanos y extranjeros. A decir verdad, prácticamente todo el tren ejecutivo del régimen está activamente metido en el robo del erario público o, en el mejor de los casos, es cómplice silencioso de ello.
Si la teoría del Sr. St. Roz fuese correcta, sería necesario concluir que la CIA está en control del gobierno venezolano. Si todos estos ladrones que hoy controlan a Venezuela son infiltrados de la CIA, como dice St. Roz, ya no existe una revolución chavista.
Otro bien enredado es el Sr. Diosdado Cabello, quien acaba de decir: “No le tapamos ningún acto delictivo a nadie, absolutamente a nadie. En la revolución no tienen espacios los corruptos, eso no es de revolucionarios». Al decir esto, está negando su realidad, ya que ha sido identificado objetivamente como corrupto.
En otro escrito aparecido en Aporrea el Sr. Narciso Torrealba dice: “La mayoría de los saqueadores del Estado venezolano se encuentran en los Estados Unidos” (La corrupción una herencia criminal), afirmación fantasiosa, pues todos los ladrones están actuando en Venezuela, gozando de total impunidad hasta que Maduro considere que le hacen sombra.
El Sr. Marcos Luna, también en Aporrea, tiene una teoría ligeramente diferente sobre la corrupción, aunque también le asigna la culpa a Estados Unidos. Dice: «De hecho es lo que pretende Estados Unidos hacer con todos nosotros: ponernos presos, esclavizarnos en nuestro propio capitalismo. Primero nos corrompe, nos hace dóciles, ignorantes y egoístas, y luego nos castiga, nos sanciona y bloquea por corruptos».
En YouTube pueden verse numerosos videos hechos por chavistas culpando a Estados Unidos de lo que está sucediendo en Venezuela.
Viven en un estado de autoengaño patético
El régimen chavista está podrido de raíz, pero sus representantes se niegan a admitir sus culpas, tratan de racionalizar acciones delictivas a fin de no aceptar que la llamada “revolución” es un inmenso fraude de resentidos.
El chavismo ha convertido a Venezuela en una pocilga, pero sus miembros deshonestos y cobardes siguen hablando como si estuviéramos en una verdadera revolución del pueblo y para el pueblo. Rodeados del hedor que despiden sus líderes hablan de exquisitos perfumes.
Hay que rebelarse
Si algo aprendí en la escuela y de mis padres es que no es aceptable convivir con la corrupción. Es necesario sacar a estos indignos venezolanos de cuajo de la vida nacional, porque ellos han violado todas las reglas de la decencia ciudadana, todos los deberes que la Constitución y las leyes de la nación y las reglas más elementales de convivencia civilizada nos imponen. Al hacerlo se han autoexcluido de la vida normal de la nación.
Nuestra tragedia venezolana no se va arreglar por las buenas y quien trate de hacerlo, aún con la mejor de las intenciones, corre el riesgo de convertirse en cómplice.