Román Ibarra: El desmadre

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Estamos viviendo un fenómeno extraño; difícil, y lamentable al mismo tiempo en esta hora aciaga de nuestro país.

En efecto, es una vergüenza padecer de manera simultánea de un gobierno tan malo, y una oposición incapaz de convertirse en alternativa creíble, y sobre todo confiable.

Con motivo del escándalo descubierto en el seno del gobierno con la desaparición inicial de 3.000 millones de dólares de la venta de petróleo, y la caída del titular de esa cartera, y la cadena de sus cómplices, viene ahora una agencia internacional como Reuters a decirnos que no son solo esos 3.000, sino que hay en juego otros 21.000 millones de dólares vendidos que no aparecen, en una trama diseñada para el asalto sistemático de la nación.

En medio del discurso del gobierno advirtiendo que no hay dinero para mejorar el salario de los trabajadores del sector público, ni de los pensionados y jubilados que hoy padecen la destrucción de sus ingresos; y vista la reiteración según la cual, es imposible avanzar porque sin los recursos bloqueados en el exterior no se pueden resolver los grandes problemas del país, es obvio que mienten descaradamente.

Ojalá fuera una decisión del gobierno de luchar contra la corrupción, y no como se sospecha de un ajuste de cuentas entre bandos, o bandas ¨ rivales¨, en la que el sector que detenta más poder en la actualidad aprovecha para cobrar espacios que otros ocupaban, y poner a los suyos para que siga el saqueo.

Estos últimos 24 años de gobierno ¨revolucionario” ininterrumpido solo han servido para la destrucción más abominable de país alguno en todo el hemisferio, que mira atónito lo que pasa sin que haya instituciones que puedan defender los intereses de la ciudadanía.

No se ve la acción para sancionar de manera ejemplar a los asaltantes que hay de lado y lado. ¿Dónde están la Contraloría General; la Fiscalía General; la Defensoría del Pueblo? Claro que no puede verse ninguna acción real, porque son fichas del partido de gobierno, y tienen que actuar según los intereses de quien los puso en esos cargos.

Pero ellos no cayeron del cielo, son producto del error más grande de que se tenga memoria: la abstención de la oposición que dejó en manos del gobierno el control de todas las instituciones, especialmente de la Asamblea Nacional, en cuyo seno se designa a los miembros de todos los demás poderes que no derivan del voto popular.

Control institucional que se ejerce de manera discrecional y en el momento que corresponda a los intereses del gobierno, y eso es lo que explica, no solo la inhabilitación de personas, sino también la impunidad con la cual actúan los que en la oposición se roban el dinero de la nación, y de la ayuda humanitaria, pero se les deja correr hasta que llegue la hora de ponerles freno según convenga.

En medio de todo, un sector de la oposición organiza de manera excluyente una elección primaria para escoger a su candidato en medio de acusaciones mutuas de corrupción. Un torneo de insultos y descalificaciones voraces, sin que haya dado inicio oficial a la campaña de esa minoría.

Es obvio entonces que en medio del desastre que protagonizan gobierno y oposición, es el ciudadano común el que sufre el rigor de la destrucción de los servicios esenciales para la vida, comprometiendo seriamente el presente, y el futuro.

Por eso seguimos invitando a hacer un esfuerzo para ponernos de acuerdo acerca de un programa de gobernabilidad, y un candidato de consenso con suficiente entidad para derrotar al gobierno, y que sea capaz de unir a la nación en torno a la esperanza de crecer y desarrollar un país pleno de oportunidades para todos; con justicia; libre de corrupción; odios, y venganzas. Gobierno de unidad nacional.

@romanibarra

 

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