Clodovaldo Hernández: Libertad de expresión en modo Comando Sur

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La generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur de Estados Unidos, está apuntando sus cañones contra los medios rusos RT y Sputnik, demostrando que la guerra multidimensional tiene en la comunicación masiva un bastión fundamental.

La oficial es una figura política con uniforme castrense, que habla a nombre del mismo país que ha pretendido imponer en América Latina la doctrina de que los militares deben se eunucos políticos (aunque profundamente adoctrinados a favor de su cosmovisión).

Richardson dice que los medios rusos difunden campañas de desinformación y para ello se valen de convenios con once países de la región a la que ella, benévolamente, llama “nuestro vecindario”, en un esfuerzo muy diplomático para no decir “nuestro patio trasero”.

Ella refleja la preocupación de la clase dominante estadounidense por la pérdida de influencia de sus medios en América Latina y el crecimiento sostenido de los apoyos a órganos informativos de otras potencias. Con estadísticas a la mano, la generala dice que RT y Sputnik tienen 30 millones de seguidores en nuestros países.

Para oponerse a que la gente de esta región tenga libre acceso a los medios de información y que siga a quien le venga en gana (supuestos principios de la libertad de pensamiento y expresión, según la visión estadounidense), tienen que apelar a unos principios aparentemente superiores. No pueden decir la verdad, que la competencia los está desbancando en su propio terreno, sino que deben invocar motivos elevados. Entonces, la uniformada dice que esos medios rusos “socavan las democracias y desafían nuestra credibilidad”.

La comandante de todas las fuerzas militares imperiales que “vigilan” el sur de su territorio, dice que “debemos emplear todas las palancas disponibles” para contrarrestar las amenazas compartidas”.  Y allí donde ella dijo palancas, nosotros podemos poner armas (ya que ella es una generala), dólares, operaciones de inteligencia y quién sabe cuántos “recursos” más.

Puede afirmarse que una superpotencia desesperada por la disolución de su hegemonía intenta por todos los medios recuperar espacios que ha perdido debido a sus propias arrogantes políticas. Literalmente, a través de la generala, Estados Unidos le ha declarado la guerra a la prensa que no responda a sus intereses y lineamientos. ¡Qué democracia!

 

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