Revelaciones crudas. Preocupantes. Son cuantiosos los casos que se han presentado y se presentan cuando se trata de evaluación. Claro, hay muchos tipos de evaluación. Pero en este caso me voy a referir a la evaluación educativa. A la forma en que se evalúa a los estudiantes en el sistema educativo venezolano. En todos los niveles. Es necesario hacerlo puesto que estamos evaluando a seres humanos. Tampoco voy a detenerme en explicar cada uno de los tipos de evaluación. No soy experto en este sector educativo. Sólo emitir juicios para la reflexión. Y que son experiencias vivenciales.
Recientemente estuve en un curso sobre Evaluación Institucional dictado por el Prof. de la Unet, Baudilio Rondón Rodríguez. Cuando se abrió el debate sobre los tipos de evaluación que se aplican en nuestro sistema educativo, pues el 100% de los participantes (profesoras y profesores de dilatada trayectoria), coincidieron en que la forma de evaluación que aplican muchos docentes en sus estudiantes en el llamado bachillerato, presentan severas deficiencias. Es decir, no saben evaluar. Obviamente, con sus excepciones. Hubo quienes manifestaron que la evaluación diagnóstica, por ejemplo, no se lleva a cabo. Me explico, cuando se inicia un curso o una cátedra, cualquiera que ésta sea y en cualquier nivel educacional, el deber ser es realizar una prueba para medir la conducta de entrada que trae el estudiante, y en función de ello, iniciar las actividades previamente planeadas. Pregunto, a manera de reflexión: ¿Eso ocurre en Venezuela? ¿Somos conscientes de que debemos diagnosticar para ver con que estudiante nos vamos a encontrar?
De igual modo, en el referido curso se expusieron situaciones vivenciales tales como: muchos docentes no planifican sus evaluaciones, evalúan sin un criterio preestablecido, no hay objetividad, asignan trabajos y no los corrigen; independientemente de la asignatura que se trate, en las pruebas escritas no se corrige la sintaxis, redacción, ortografía; trayendo como consecuencia desmotivación en los estudiantes, bajo nivel de rendimiento académico, deserción, frustraciones, entre otros males que se deben evitar si se toma conciencia del rol que estamos desempeñando dentro de una institución educacional.
Asimismo, algo que se abordó en el debate, fue la realización de los llamados Consejos de Secciones que se realizan al finalizar cada lapso en educación media general. En el mismo las discusiones se centran en que el estudiante mantiene una indisciplina no cónsona con los valores y principios que exige la institución. Es decir, se “etiqueta” al estudiante de flojo, intranquilo, agresivo, soez, entre otros calificativos que dejan mucho que desear. Pero, me pregunto igualmente a manera de reflexión: ¿Y el docente se autoevalúa? Es decir, ¿Se mira en el espejo para saber si lo está haciendo bien? ¿Sabe cuáles son sus debilidades para corregir los entuertos? ¿Realiza coevaluaciones con sus estudiantes para minimizar las amenazas que le presenta el medio? ¿Acaso cumplimos fielmente con el mandato que la Ley Orgánica de Educación nos establece cómo y qué debemos evaluar a nuestros estudiantes? ¿Acaso la evaluación sólo consiste en aplicar una prueba escrita, una exposición, la asignación de un trabajo? ¿Cumplimos con los objetivos preestablecidos en la planeación? ¿Dónde dejamos la ética? Reitero, nos encontramos con excepciones y son abrumadoreas. Nuevamente se abre el debate.
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