Hoy, el funcionamiento de los laboratorios de Biología, Física y Química está en cero. Desde antes de 2019, la decadencia era notoria, tanto que una gran cantidad de alumnos no han podido graduarse ante la imposibilidad de realizar su tesis. Los pocos equipos que quedan están bajo resguardo, con la esperanza de volver a reactivar la investigación en LUZ.
La crisis de la educación universitaria ha golpeado con fuerza a la ilustre Universidad del Zulia. Desolación y ruinas es lo que queda de la Facultad Experimental de Ciencias (FEC), un espacio donde, en otrora, se desarrollaron investigaciones científicas de reconocimiento internacional.
Hoy, el funcionamiento de los laboratorios de Biología, Física y Química está en cero, producto de una decadencia paulatina que engloba los incalculables robos, la falta de servicio eléctrico, la indolencia gubernamental y los míseros salarios de los profesores.
El estado de la cuestión es un seriado que realiza Versión Final para constatar la realidad de las instituciones públicas de la región, entre ellas LUZ. Para esta segunda entrega, el equipo reporteril se adentró a los Bloques A1 y A2 del Departamento de Biología, ubicado en el Edificio Amarillo donde en 1929 se inauguró el aeropuerto Grano de Oro, diagonal al Cuartel Libertador.
No hay un laboratorio en el que no hayan robado. Han desmantelado cerca del 70 % de los equipos, lo que se traduce en pérdidas de millones de dólares. Ya hoy en estos espacios no se hacen investigaciones ni experimentos, lamenta José Ortega, decano encargado de la FEC.
En las áreas donde miles de estudiantes e investigadores desarrollaron estudios científicos de Biología, ya no queda nada.
Esto es como un pasaje apocalíptico, la situación es bastante grave, comenta el profesor, mientras recorría lo poco que queda del Museo de Biología. Los profesores han ido sacando las cosas que han dejado para resguardarlas, como equipos y reactivos, refiere.
Tengo cuatro años sin pisar un laboratorio
En la FEC, específicamente, no hay clases presenciales desde marzo de 2019, luego del mega apagón de siete días, cuando la delincuencia se robó más de 200 metros de cableado de alta tensión que ha sido imposible reponer.
Previo a este evento, sin embargo, los laboratorios no estaban funcionando al 100 %, admite Ortega. En la actualidad, asegura se realizan investigaciones, pero muy pocas y fuera de la Facultad.
No todos los investigadores están haciendo, muchos se han ido. Solo siguen en esto un grupo pequeño que está, por ejemplo, en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic) Zulia, en el área de Química y Biología, precisa el profesor.
Yo, en lo personal, tengo cuatro años que no piso un laboratorio, manifiesta.
En los Bloques A1 y A2 todo está a oscuras y la maleza rodea el gigante edificio. Esta combinación es perfecta para los malhechores que visitan el lugar a diario.
Ortega asevera que los delincuentes ni siquiera saben lo que están robando, pues han desmantelado equipos solo para sacarle los cables o el cobre, también se han llevado ventanas, puertas, lámparas, vidrios.
Estima que el monto para recuperar todo lo perdido es mil millonario.
Acá fueron desmantelados 15 transformadores de 250 KVA y cada uno está en el orden de los tres mil o cuatro mil dólares. Un cromatógrafo líquido con detección de espectrometría de masa, que fue destruido por los ladrones, debe costar cinco millones de dólares, ejemplifica.
En los laboratorios de piscicultura y ecología acuática también arrasaron con todo, alega el Decano. Aunque hay seguridad las 24 horas en Grano de Oro, el Departamento de Biología no cuenta con personal fijo de vigilancia.
Sabemos que los esfuerzos no son suficientes. La rectora (Judith Aular) y todo su equipo han estado abiertos al diálogo con todo el mundo y a buscar ayuda en cuanto a seguridad. Pero nuestro gran problema es la falta de electricidad, reitera.
Sin laboratorios, sin tesis
Otra de las complicaciones que vive la FEC es la imposibilidad de los alumnos de realizar los trabajos de investigación final.
Estoy hablando de un número importante de muchachos presos, no solo en Biología, sino en Química y Física, que no han podido graduarse porque no han podido realizar la tesis, acepta la autoridad de Ciencias.
Lo habitual, explica, es que los alumnos pudieran hacer lo que hacía todo el mundo: crear sus experimentos y estudios finales en los laboratorios. Estamos evaluando un mecanismo para atender esta realidad, certifica.
Las condiciones de la FEC en general ahuyentó a profesores, investigadores y estudiantes.
La pérdida de talento humano que ha habido en Venezuela es impresionante. Es muy triste que ya no podamos hacer investigaciones como las que alguna vez estuvieron en revistas arbitradas a nivel internacional, alude Ortega.
Concentrar la FEC en un espacio más reducido
Han sido años de agonía, reconoce el máximo representante de la FEC. Desde mediados de año pasado, empezaron a impartirse clases semi presenciales en otras facultades, como Humanidades, Agronomía, Veterinaria y Derecho, que han prestado sus espacios.
Pero el norte sigue siendo la recuperación de los laboratorios que originalmente fungían en Ciencias. Para ello, una de las estrategias de las autoridades ha sido el enlace con el Ministerio de Ciencia y Tecnología.
En agosto del año pasado hicieron una inspección y se comprometieron a apoyarnos de alguna manera, relata. Entre las necesidades está la recuperación del servicio eléctrico y la dotación de los equipos tecnológicos robados.
Hasta ahora, solo ha sido habilitada la electricidad en dos espacios del llamado Edificio Amarillo en Grano de Oro y el espacio donde funcionaban los servicios médicos odontológicos.
El plan es concentrar en una zona más pequeña a toda la Facultad, pues la inmensidad del terreno donde se repartían los laboratorios de Química, Biología, Física, Computación y Matemática dificulta las labores de recuperación.
Si se logran agrupar todas las materias, con sus salones y laboratorios, en un solo espacio de la FEC sería más viable rehabilitarla.
Sabemos que no vamos a recuperar la operatividad que teníamos, por lo menos, hace seis años, pero hay que dar respuesta ya a los estudiantes, afirma el Decano.
María Gabriela Piña – Versión Final – Néstor Cumare
