Ya lo sabemos, que por consecuencia de las políticas del gobierno nacional en estos 23 años de gestión, las estadísticas históricas de producción en cuanto al sector agro industrial, petrolero, cementero, textil e industrial, etc. reflejan números de baja magnitud, que nos recuerdan a las cifras oficiales de los años 60 del siglo pasado.
Un minuto de sufrimiento parece un siglo y una hora de gozo es como un minuto. Los ciudadanos venezolanos padecemos la primera premisa. Todo el siglo 21, ha sido un calvario digno de la pasión de Cristo Jesús en el calvario. El hambre, el sufrimiento, muerte, éxodo de venezolanos, escándalos de corrupción, ausencias de oportunidades de prosperidad, insignificante servicios públicos, abusos de autoridad, matraqueos y chantajes en las alcabalas, pírricos salarios y pensiones simbólicas es una cotidianidad.
Éramos mucho y pario la abuela, adicionalmente al rosario de angustias y clamores de las familias venezolanas, se le suma la especulación en dólares. Es insólito comprar ayer un kg de carite en 5 dólares y hoy cuesta 7 dólares, todos los meses las estatales de las comunicaciones, energía eléctrica, gas y agua también hacen sus aumentos en dólares. Las cableras de Internet-TV, andan por los 40 dólares/mes, la harina para hacer arepa sigue subiendo y ya está en 1.5$, el aceite de comer y la azúcar cuesta 3 $, en fin, si continuamos relatando terminamos llorando como una madre, parafraseando al fallecido narrador Carlitos González.
La inercia e indiferencia del estado venezolano es pública y notoria. Desde el presidente del país, la asamblea nacional, consejos legislativos, gobernadores, alcaldes y concejales está más que demostrado su falta de interés en solucionar este flagelo lacerante que abate nuestra sociedad.
La percepción que tenemos los ciudadanos por tan desproporcionada inanición y carencia de un plan de acción efectivo para combatir y minimizar la especulación en dólares de los bienes de consumos es que no están haciendo nada.
Las familias venezolanas sufren, esperan y mueren de mengua esperando alguna acción oficial que suprima la especulación en dólares de nuestros alimentos, medicinas, agua potable, luz, gas y otros bienes necesarios para la subsistencia.