Amigos lectores:
El próximo diciembre se cumplirán 120 años del nacimiento de María Luisa Escobar (1903-1985), multifacética artista -compositora, cantante, pianista, ejecutante de otros instrumentos, musicóloga, escritora-, además de activista destacada, con varios históricos logros en su recorrido: parte del grupo fundador del Ateneo de Caracas y presidenta de la organización durante once años; una de las promotoras del I Congreso de las Mujeres (1940); y fundadora de la Asociación Venezolana de Autores y Compositores en 1948, iniciativa que introdujo en el país la cuestión de los derechos de autor. Sobre esta mujer formidable, Mariantonia Palacios -a su vez, versátil músico, compositora, pianista, musicóloga, investigadora y docente-, publicó en 2008 (Ediciones SACVEN), el texto biográfico que reproducimos en las páginas 1, 2 y 3: “Durante el tiempo que María Luisa actuó como presidente del Ateneo de Caracas, el movimiento cultural del país giró en torno a la institución. Fue el sitio de reunión de pintores, escritores, músicos, escultores, poetas, compositores, actores, directores, bailarines, conferencistas, historiadores venezolanos, además de los invitados internacionales que visitaban el país. Entre las variadas e importantes actividades promovidas por el Ateneo durante esos años, hay tres que interesa destacar aquí. La primera de ellas es la “Fiesta del cuatro” organizada en 1933; la segunda es la participación de Andrés Eloy Blanco en el Homenaje a las Mujeres de América en 1934; y la tercera es el ciclo de Conferencias Venezolanistas realizado en 1940. En la primera y en la tercera se descubre el interés de María Luisa Escobar por las expresiones folklóricas de nuestro país, interés que se plasma en su obra como compositora e investigadora musical, y en el homenaje a las Mujeres de América se manifiesta su insistencia en la defensa de los derechos civiles e individuales de la mujer venezolana, situación que la llevó a propiciar que la Agrupación Cultural Femenina (ACF) y la Asociación Venezolana de Mujeres (AVM) patrocinaran ciclos de conferencias sobre temas relacionados con la mujer en el Ateneo y que organizaran el I Congreso Venezolano de Mujeres en 1940”.
En el 2019, las Ediciones de la Biblioteca-EBUC-UCV pusieron a circular, en versión digital, esa peculiar joya de la bibliografía venezolana, que es La ciudad y su música. Crónica musical de Caracas, de José Antonio Calcaño (1900-1978). La edición -disponible en la web-, incluye un estudio, notas y complemento de fuentes, se debe al clarificador trabajo de Hugo J. Quintana M. El texto que recuerda la relevancia del libro de Calcaño –página 4-, lo escribió Federico Pacanins en 1998, como parte de aquella excepcional serie que publicamos entonces en el Papel Literario, bajo la conducción de Jesús Sanoja Hernández, que se llamó 50 imprescindibles (y que la Fundación Para la Cultura Urbana, iniciativa que no me canso de agradecer, reunió en un libro en el 2002). Dice Pacanins: “Piénsese que para 1958, año de la primera edición de La ciudad y su música, José Antonio Calcaño era quizás el caraqueño del perfil más ajustado a la tarea de realizar recuentos o crónicas de tal naturaleza; músico y musicólogo de la edad del siglo mismo, intelectual reconocido, también convertido en personaje único de la radio y televisión, capaz de presentar las cosas de la ciudad bajo el ángulo del viejo sabio formado en la Caracas de principios de siglo. Genio y figura, humorística a más no poder, se armonizaban perfectamente en este conocidísimo “profesor Calcaño”.
Entrevisté a Manuel Alejandro Rangel (1986), músico, guitarrista clásico y reconocido maraquero, quien ha publicado dos libros -dos manuales- que enseñan cómo tocar las maracas. Rangel no se limita a la difusión libresca del instrumento y sus posibilidades, sino que como ejecutante del mismo, se ha presentado en escenarios de distintas ciudades del mundo. Página 5.
La página 6 trae Señor, tóquela Usted, de Rubén Monasterios, texto construido como si fuese un díptico: en la primera parte debate la afirmación -en un tono humorístico- de que la guitarra sea un instrumento machista; en la segunda parte, Monasterios recuerda al guitarrista Rodrigo Riera (1923-1999), cuyo centenario de nacimiento, se celebrará en septiembre.
Juan Carlos Feijoó González, profesional del periodismo especializado en el universo del hipismo -en medios impresos, radio y televisión-, es además autor de tres libros referidos a ese ámbito. El texto que viene en la página 7 es un homenaje a ese venezolano insuperable en el oficio de la narración hípica que fue Virgilio Cristian Decán –Aly Khan, su nombre profesional-, fallecido el 2022. Le propuse a Feijoó González que escribiera, animado por esta preocupación: hay unas voces, la incomparable de Aly Khan y otras innumerables, de profesionales de las industrias del entretenimiento, los deportes y los medios de comunicación, que son parte de la memoria sonora de varias generaciones de venezolanos (por ejemplo, Delio Amado León, Carlitos González, Marco Antonio Lacavelerie -Musiú- y tantísimos otros), que tendrían que ser registradas y almacenadas -si no lo están ya-, porque ellas son componentes, cuando menos, de la memoria emocional y cotidiana de nuestro país. De Aly Khan hay que enfatizar, como lo señalo en el sumario, además de su impecable dicción, su gusto, su conciencia de la lengua española, a la que ofrendaba en cada uno de sus programas. A este ejemplar ciudadano está dedicada la página 7.
Páginas 8 y 9: el memorioso periodista Evaristo Marín entrega tres textos: en uno narra algo de sus experiencias como corresponsal de El Nacional en Ciudad Bolívar; en otro, breve, habla de Francia Natera, integrante del equipo fundador de El Nacional; por último, en Los colores del Orinoco navegan por el mundo, habla de algunos artistas que han plasmado al enorme río en sus obras.
Con esto y mi saludo a todos, cierra la entrega.