Cuando Henry Kissinger nació Europa iniciaba la última batalla contra si misma. Sin asentarse las cenizas de la primera guerra mundial el continente realizaba esfuerzos titánicos para echar a andar de nuevo las economías, rescatar a la población del hambre y la miseria y consolidar las democracias. Todo parecía aconsejar que para ganar terreno en materia de desarrollo económico el continente debería integrarse y explotar así la lógica del capitalismo que ya apuntaba hacia la globalización, No fue ese el camino emprendido. Por el contrario resucito el espíritu absolutista que se tornó en totalitarismo y cada nación tomo medidas para aislarse del resto del concierto europeo. En síntesis su tierra natal y el vecindario completo optaron por regresar al pasado y derrotar el espíritu de Westphalia.
Y es con ese andamiaje político intelectual que Kissinger abandona su país de origen a los 15 años para arribar a Nueva York como refugiado. En Estados Unidos su inquieto intelecto se nutre con una nueva visión del mundo: la de la preservación de la libertad como piedra angular del desarrollo político. Pronto cae en cuenta que en un mundo de alta diversidad política y cultural la defensa de la libertad demanda el conocimiento y manejo de la geopolítica y hace de estos equilibrios la raison d’ệtre de su larga y prolija vida.
La construcción y fortalecimiento continuo de un marco institucional internacional que racionalizara rivalidades y uniera intereses; la creación de vínculos de desarrollo económico similares a los que dieron origen a la Unión Europea entre potencias rivales para establecer límites a cualquier conflicto y el uso inteligente de la historia fueron los instrumentos que uso para crear la tupida urdimbre del equilibrio de poder mundial. Esto instrumentos fueron puestos al servicio de los Estados Unidos y compartidos con los países de Europa a lo largo de siete lustros de ejercicio profesional.
Su centenario llega en momentos en que esa obra está siendo horadada por dos elementos que trajeron cuarenta años de paz y de crecimiento económico. El primer factor es el proceso de descolonización que se llevó a cabo sin mucha consideración al futuro. Así las potencias coloniales se retiraron sin dejar en funcionamiento un plan de desarrollo que permitiera a las recién creadas naciones alcanzar la gobernabilidad y el progreso en un periodo razonable Así apenas arriadas las banderas coloniales aulló la sirena de las guerras tribales sumiendo a muchas jóvenes naciones en la pobreza más abyecta. AL perder viabilidad como estado nación muchos de estos países están hoy ocupados por el crimen organizado transnacional.
El segundo factor desde luego es el avance tecnológico que ha fragmentado el cuerpo social de cada nación al tiempo que aumenta la belicosidad de individuos y naciones y se lleva por delante lo que otrora fueran las fuentes seguras, estables y permanentes de empleo. Así las naciones líderes del mundo se encuentran sumidas en estériles debates Inter tribales que ponen en peligro la gobernabilidad porque impiden acercar posiciones y cerrar acuerdos que garanticen la gobernabilidad y el desarrollo. Sobreviene una parálisis política que enciende aún mas lo ánimos ciudadanos. Y al buscar explicación sobre el dilema los ciudadanos recurren al internet para accesar información. Pero esta carece de contextualización y eso les impide conceptualizar su significado mineralizando sus instintos tribales y alimentando la parálisis.
Bajo estas condiciones el horizonte geopolítico desaparece ante el avance de la barbarie digital. Así los pueblos presionan a sus gobiernos para que abandonen las posiciones internacionales a favor de poner atención en la lucha tribal interna. Los equilibrios de poder internacional comienzan a ceder y se desatan conflictos arcaicos entre las naciones. En síntesis, se inicia el caos. Y por ello es por lo que el centenario de Henry Kissinger importa. En sus dos últimos libros particularmente sobre Inteligencia Artificial y sobre el contenido del liderazgo nos de la clave para impedir que el progreso de los últimos 40 años destruya la ilustración de los últimos dos siglos. En sus 100 años continúa enseñándonos a progresar.