No debemos tener miedo de cuestionarnos. Hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas. Charles Chaplin.
Hay personas que en su patética erudición opinan y hablan incansablemente de todo. Olvidan que la prudencia es una de las virtudes que se debe practicar cuando se ocupa un lugar privilegiado en la escala social y más aún cuando se está transitoriamente en la cúspide de esa escala.
A Chávez, y a algunos de sus seguidores les oímos hablar del Eclesiastés, pero nunca se refirieron al versículo que dice: “Todo tiene su tiempo bajo el cielo, su tiempo el callar y su tiempo el hablar” ya que su imprudente y procaz locuacidad no tenía, ni tiene límites. Alaban y ofenden; mienten y encubren; posan y gesticulan; amenazan e injurian; matan y disimulan; hablan cuando les dan ganas y tanto como sea posible; callan si les conviene; ignoran que las palabras son para pesarlas, no para contarlas, como ya lo ha expresado Paulo Coelho. En su tropel de ideas estimuladas por el odio y el resentimiento aflora toda su perversidad.
Denise Meade en su libro “La psicopatología del poder” parece haberse inspirado en la observación de los perfiles de comportamiento de los más altos jerarcas del régimen dictatorial venezolano cuando reseña las siguientes características: 1.- Se creen héroes, todo lo que hacen intentan revestirlo de heroicidad; 2.- Cuando llegan al poder no lo quieren dejar; 3.- Los opositores son enemigos a los cuales hay que destruir; 4.- La impunidad los fortalece y justifican la violación de las leyes; 5.- Buscan acumular riquezas sin escrúpulos; 6.- Son enfermos mentales por lo que no dudan en cometer actos antisociales; 7.- Buscan su recompensa en el placer; 8.- Manifiestan un ego desmedido; 9.- Disfrutan lo que hacen así causen daño a los demás, lo que poco les importa; 10.-Sus trastornos de personalidad los traen desde la infancia.
Con ese decálogo de características vienen aparejadas otras disfuncionalidades, como su baja autoestima; se rodean de mediocres; se creen superiores y son narcisistas; son descarados y practican el engaño sin remordimientos; no tienen noción entre el bien y el mal; siempre buscan otro culpable; y cuidan mucho el escenario. Cualquier parecido con la realidad venezolana es pura coincidencia.
Esta apretada síntesis reseñada hasta aquí trata de ilustrar la difícil tarea que espera al liderazgo futurista para recomponer nuestro país. Según Konzes y Posner, la experiencia vivida por millones de aventureros permiten aprender y seguir por lo menos siete lecciones para poder emprender un viaje a futuro: 1.- Los líderes no esperan; 2.- El carácter es importante; 3.- Los líderes deben tener la cabeza en las nubes y los pies en la tierra; 4.- Los valores compartidos tienen mucha importancia; 5.- El líder no lo puede hacer todo solo; 6.- El legado que usted deja es la vida que usted lleva; y, 7.- El liderazgo es un asunto de todos.
Es muy importante que se tenga en cuenta todo lo dicho por qué el mundo cambió y seguirán los cambios y transformaciones sociales ya que en ese mundo inundado de información irrelevante, la claridad es poder. Adicionalmente, para complicar aún más nuestra existencia, asistimos a una crisis planetaria de la democracia liberal tal como la conocemos, en la cual, como dice Yuval N. Harari: “Los algoritmos de macrodatos pueden crear dictaduras digitales en las que todo el poder está concentrado en las manos de una élite minúscula al tiempo que la mayor parte de la gente padezca no ya de explotación, sino algo muchísimo peor: de irrelevancia” y remata expresando: “La humanidad está perdiendo la fe en el relato liberal que ha dominado la política global en las últimas décadas, exactamente cuando la fusión de la biotecnología y la infotecnología nos enfrenta a los mayores desafíos que la humanidad ha conocido.”
Ese es el contexto que nos aguarda para poner a prueba nuestro conocimiento y nuestra inteligencia ya que: Si por ser libre implica equivocarse y aún hacerse daño a sí mismo al usar la libertad; si por ser libres jamás puede pasarnos nada malo o desagradable…, es que no lo somos. Savater dixit.
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