Papel Literario del 16 de abril de 2023, por Nelson Rivera

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El penúltimo libro del historiador Diego Bautista Urbaneja (el más reciente se publicó en marzo y se titula Si ha habido pueblo…), es un revelador ensayo, de cuidadas texturas: Venezuela y sus repúblicas (coedición de ABediciones-UCAB y el Instituto de Investigaciones Parlamentarias Fermín Toro, 2022). No solo interesa por su aspecto más noticioso -propone ajustes a la periodización de los cinco repúblicas-, sino, muy especialmente, por su propuesta sobre los factores configuran una república, y por el seguimiento que hace de los mismos -en sus variaciones y mutaciones- de 1830 a nuestro tiempo. Un libro, me atrevo a sugerir, donde la Historia se observa a través de las ideas y el ensamblaje político y social de cada época. Cuando le pregunté por las fuerzas que actúan para que se produzca el paso de una república a la siguiente, una parte de su respuesta fue: “Recordemos que el paso de una república a otra involucra una etapa que llamo de transición. En todas ellas algo de violencia y/o de personalismo ha habido. Pero no se trata de una “ley histórica”. Como sabes, rechazo la idea de que exista tal cosa. Así pues, no hay fuerzas que actúan para que se produzca el paso de una república a la siguiente, que se puedan indicar como causas generales. Un esquema se agota y el agotamiento puede tener variadas causas. Lo que se agotó para 1945 no es lo mismo que lo que se agotó en 1998, y las fuerzas o causas que produjeron uno y otro agotamiento fueron diferentes. Lo único común es que de ambos podemos decir que se “agotaron”, en frase de lo que por cierto es fácil abusar”. La entrevista está en las páginas 1 y 2 (incluimos un fragmento del libro, dedicado al período iniciado en el 2013, correspondiente a la etapa de transición en curso).

Gehard Cartay Ramírez publica su lectura del más reciente libro de Rafael Tomás CalderaEl poder y la justicia. Para jóvenes políticos (ABediciones, UCAB, 2023). Aparece en un momento, así lo percibo, donde allí y allá, en distintas ciudades, centros académicos, fundaciones, universidades y otras organizaciones, hay ciudadanos dedicados a pensar, a conversar sobre el país que debería surgir después de la debacle. Dice Cartay Ramírez: “el autor va desgranando en los ocho capítulos del libro sus reflexiones y precisiones “para aquellos jóvenes que se sientan llamados a dedicar sus mejores esfuerzos a la edificación de una sociedad mejor, más justa y solidaria”. Esas disquisiciones se refieren a las nociones del poder y la justicia, la comprensión de la política, la formación política, el auténtico desarrollo humano, la persona humana y su dignidad, el compromiso de existir con el pueblo –tan caro a Jacques Maritain– y los conceptos del bien común y la libertad”. Página 3.

En la página 4 se reproduce la introducción que Rafael Arráiz Lucca hace de su libro, publicado en 2021, La democracia en Venezuela: un proyecto inconcluso (Editorial Alfa). Arranca así: “Voy a recurrir al maestro Norberto Bobbio para trazar el perfil de una definición de democracia, a sabiendas de que se trata de un concepto complejo que ha variado en el transcurso del tiempo y que ofrece no pocas interpretaciones y matices. Debo aclarar desde el comienzo que este no es un estudio de teoría política, de modo que no nos vamos a detener en temas politológicos específicos, propios de un tratado de ciencia política, sino en lo necesario para ofrecer un marco conceptual que encauce el recorrido que vamos a hacer”.

A finales del año pasado circuló un volumen que, en días recientes, ha adquirido inevitable actualidad: Tres momentos en la controversia de los límites de Guayana (Editorial Dahbar, 2022), reportajes que Enrique Bernardo Núñez (1895-1964), publicó en los años cuarenta. El interés de la publicación es múltiple: además de la claridad con que Núñez expone la cuestión, ofrece textos preliminares de Tomás Straka Alejandro Bruzual, apéndices, una bibliografía y el ensayo Orinoco (capítulo de una historia de este río), estructurado en cuatro secciones. Hoy reproducimos aquí una de ellas: El viaje de Raleigh. Ocupa la página 5 y parte de la página 6.

Omar Osorio Amoretti entrega una breve aproximación a un tema de llamativo interés, La poesía durante la época de la independencia en Venezuela: “El objetivo de esta poesía escapa a la visión contemporánea del arte como una simple fuente de entretenimiento, tan popular en las sociedades y polarizada por el choque de dos ideas políticas antagónicas (monarquía-república), los poemas se convierten en lo que Juan Germán Roscio demandaba junto con las bayonetas: los “instrumentos de la persuasión: un diluvio de proclamas, de gacetas, escritores y oradores”, pues todos estos junto con el arte y el drama “inflamaban sobremanera el espíritu”.

Dada la extensión del texto, se publica aquí la primera parte (más o menos, la mitad), de Simonófobos, ensayo de Miguel Ángel Campos, puesto a rebatir a algunas de las interpretaciones de Simón Bolívar, en las que “Bolívar se convierte, en la expectación de un conjunto de intelectuales, en expresión de todo lo arbitrario y errátil en los orígenes de la nacionalidad, se le niega capacidad ordenadora en medio del caos, y reducen la compleja personalidad de un visionario a una biografía de caprichos y pequeñas vanidades. La vida política venezolana y aún el ethos de una población va a buscar el testimonio de sus veleidades y perturbaciones en el inventario de errores y fracasos de un hombre, quedan excusados en un acto de minoridad y tutelaje psiquiátrico. Nadie está interesado en reivindicar no solo sus virtudes, menos su programa triunfante y liberador”. Está en las páginas 7 y 8. El texto completo en la sección Papel Literario de www.el-nacional.com.

La página 9, página de cierre, recuerda al político y demócrata, Jóvito Villalba (1908-1981), quien nació un 23 de marzo. Repetiré aquí lo que otros han escrito con la debida autoridad: no es posible armar un mapa comprensible de la política en el siglo XX venezolano sin seguir la trayectoria de Jóvito Villalba. En marzo de 1958, cuando acababa de cumplir 50 años, Gabriel García Márquez, en faenas de reportero/cronista, entrevistó a Villalba. El material resultante es una muestra, entre tantas, del gran periodista que fue García Márquez. Copio aquí solo un par de párrafos: “Si la edad de un político se midiera por el tiempo de su actuación pública, Villalba estaría preparándose para celebrar el domingo treinta y ocho años. Es curioso: punto más punto menos, esa es la edad que parece tener cuando está en la quinta de Las Mercedes, tratando de hacer vida doméstica a pesar del teléfono. En realidad, a los cincuenta años de Jóvito Villalba –y esto es válido también para los otros demócratas venezolanos- debían deducirse los años pasados en la cárcel y en el exilio: doce. Pero él no lo admite porque considera que aun la cárcel y el exilio han tenido una influencia fructífera en su vida.

Entre 1928 y 1935, pasó seis años y medio en prisión. De su primer cautiverio, en La Rotunda, donde no le quitaron un solo minuto los setentones, le quedaron tres idiomas: inglés, francés y alemán. Villalba los aprendió allí y el único que no habla ya corrientemente, por falta de práctica, es el alemán. De sus siete años de exilio le queda, principalmente, la habilidad para vivir en una decorosa modestia. No es fácil aprender a ser pobre. Villalba, en los actuales momentos, es un experto en la materia”.

 

A seguir leyendo. Que siempre recompensa.

Nelson Rivera.

 

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