Alfredo Michelena: El manual de los dictadores latinoamericanos

Compartir

 

A fines del siglo pasado, la región latinoamericana celebraba ser una zona de democracias, con excepción de la Cuba de Castro. Esto llevó a la aprobación de la Carta Democrática por parte de la OEA en 2001, con el objetivo de consolidar la democracia en el continente. La carta establece que los estados miembros deben estar regidos por gobiernos democráticos y que, de no ser así, serían expulsados de la organización, interviniendo la organización para corregir las desviaciones antidemocráticas del gobierno en cuestión.

Si bien en ese momento solo había una dictadura en el continente, ahora hay tres: Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Con la llegada de Hugo Chávez al poder, una “marea rosada” de gobiernos populistas de izquierda se extendió por toda la región. Esta fue la era del socialismo del siglo XXI. Posteriormente, en la segunda década del siglo, el péndulo político en la región cambió de rumbo, y más recientemente ha comenzado a girar nuevamente hacia la izquierda, con las victorias de Lula da Silva en Brasil y Gustavo Petro en Colombia. Sin embargo, Venezuela y Nicaragua durante este siglo han dejado atrás la democracia, uniéndose a Cuba para formar lo que John Bolton llamó la “Troica de la Tiranía” (John Bolton dixit).

Para ganar y mantener el poder, los regímenes de Venezuela y Nicaragua han desarrollado tácticas políticas específicas para sus situaciones. Sin embargo, si miramos el tema electoral, podemos ver cómo han controlado los procesos electorales hasta el punto de mantener el poder descaradamente, a pesar de ser rechazados por sus sociedades, como se ve una y otra vez en las encuestas. Sus manipulaciones y fraudes electorales son evidentes. Por ello, muchos países democráticos se han negado a reconocer los resultados de estas elecciones.

De hecho, tras el resultado de aquellas elecciones torcidas, Estados Unidos, Canadá, Reino Unido e incluso Europa han impuesto sanciones a Venezuela y Nicaragua, pero esto no ha producido ningún cambio en el aumento de la concentración de poder ni de las violaciones sistemáticas de los derechos humanos, de estos países.

Después de varios años de sanciones, muchos se preguntan cómo han logrado resistir estas dictaduras.

El Manual para lidiar con el aislamiento internacional, que se originó en Cuba y se ha transmitido a Venezuela y Nicaragua, se basa en al menos tres estrategias principales. En primer lugar, estos regímenes buscan profundizar los lazos con otros gobiernos autoritarios para fortalecer los vínculos económicos y de seguridad. En segundo lugar, desarrollan fuertes relaciones con un grupo central de socios extranjeros que también han sido objeto de sanciones internacionales, como Rusia e Irán. Finalmente, ofrecen activos nacionalizados a inversionistas nacionales y extranjeros para satisfacer a los diferentes grupos internos que apoyan los regímenes, así como para brindar oportunidades a los socios dispuestos a invertir. En algunos casos, esto implica la liberalización de ciertos sectores de la economía y la formación de asociaciones con otros países y grupos económicos. Por ejemplo, Cuba se ha asociado con Europa y Canadá en la industria del turismo.

En el caso de Venezuela, los socios internacionales han ayudado al régimen a evadir las sanciones internacionales y mantener su control del poder, además de fungir en casos como fuentes externas de crédito, ya que las tradicionales se han agotado. El régimen también ha aumentado su aparato estatal represivo, con el apoyo de países como Cuba y China. Por su parte, la compañía petrolera estatal rusa, Rosneft, ha ayudado a mantener el flujo de crudo a China e India, birlando las sanciones. En 2019, el régimen intercambió oro venezolano por gasolina iraní y más de 100 millones de dólares en bienes de consumo turcos por oro.

Sin embargo, el apoyo internacional por sí solo no es suficiente para que estos regímenes sobrevivan a largo plazo en condiciones de aislamiento y deterioro del nivel de vida de sus ciudadanos. Para sobrevivir, deben reestructurarse para crear nuevas fuentes de ingresos para los aliados y socios del régimen. Por ejemplo, Maduro reestructuró la economía de Venezuela, a pesar de su contracción, para facilitar nuevas oportunidades de búsqueda de rentas para las partes asociadas. A medida que se deterioraba la economía formal, crecía el comercio ilícito de oro y otros minerales preciosos de la Faja del Orinoco, así como de drogas, lo que generaba ganancias para los miembros del régimen y las organizaciones criminales internacionales aliadas, incluidos los grupos terroristas.

 

Traducción »