Según las cuentas de Jorge Rodríguez este ha sido el aumento de salarios más espectacular, que se ha visto en la historia, y entonces saca la cuenta, a propósito del incremento de los bonos que, además, ahora vienen indexados; sólo que no dice nada en cuanto a eso que se conoce como el salario real, que queda igual, es decir, en cinco dólares que, como dice la gente, con eso no se va ni a la esquina. He allí el género de improvisados de esta gente, y que se observa en el hecho, de que Nicolás Maduro, después de los anuncios que hizo en la noche, de lo que iba a ser el nuevo salario, y donde quedaba el bono de la guerra económica en 20 dólares, a la mañana siguiente apareció en un video por las redes sociales, y entonces se corregía, y decía que su monto era de 30 dólares con carácter indexado, y que es lo que vende Rodríguez como lo más espectacular. ¿En qué país del mundo se ha visto semejante gesto de solidaridad de un jefe de Estado con su pueblo?
Asimismo, Maduro entra en detalles en lo que se refiere al bono de la guerra económica que, según su corrección, viene a quedar en 30 dólares; pues haberlo dejado en 20 dólares violaría lo establecido por la Organización Internacional del Trabajo, en el sentido de que los salarios no se pueden degradar, que era lo que iba a ocurrir, si Maduro no procede con la corrección; luego entra en detalles en lo que se refiere al bono de alimentación; que no lo perciben, de paso, sino los trabajadores activos, y cuando le toca hablar del salario real que, repito, queda en cinco dólares, entonces se tranca, eso es metafísica a partir de allí, y que es lo que pesa, según hacen ver las centrales sindicales, en los otros beneficios de la legislación laboral, como son las prestaciones sociales y otros bonos, que corresponden a las convenciones colectivas; puesto que a ese monto son calculados dichos beneficios, y aquí es donde se observa el trajín, además, de una gente que proclama el imperativo del salario integral: nada fuera del salario integral, todo dentro del salario integral, y entonces viene a relucir un video, donde aparece un Chávez maldiciendo los días, en los que en este país se pagaba en bonos, es decir, se desarticulaba el salario.
Por supuesto, uno entiende que este gobierno está amarrado en un círculo vicioso, en el que se decreta un aumento de salarios, que impacta sobre la inflación e induce a la devaluación de la moneda; cuya aceleración, como dice Rodríguez, nos desemboca en una hiperinflación, y que, según él, es adonde nos quieren llevar Henrique Capriles y “el otro, un tal Guerra (José)”, críticos ambos implacables de estas nuevas medidas salariales, que ha tomado el gobierno. Bien cierto, a Capriles la realidad le dio la razón, cuando vaticinó que aumento salarial no se iba a anunciar y, en lo que se refiere a José Guerra, éste no ha sino abierto la boca, para explicar lo establecido en la Constitución, y la que reza que el salario mínimo debe estar ajustado al precio de la canasta alimentaria; mientras que dicha canasta anda por los 500 dólares. Obsérvese: Rodríguez celebra el hecho de que Maduro ha incrementado el ingreso del trabajador en 70 dólares; lejos, muy lejos de lo establecido por nuestra legislación laboral. Es aquí donde las centrales sindicales hablan de una burla al pueblo trabajador.
Incluso, se formó una gran expectativa alrededor de este incremento salarial; del que se viene hablando a partir del momento, en que el dólar saltó de 5 bolívares a 25 bolívares, por lo que el salario real se vino a reducir a cinco dólares, con respecto a su nivel mínimo, que serían 130 bolívares. Entonces se pensaba que éste hasta se podría llevar a 30 dólares, que serían unos 700 bolívares; algo que se asomó en el sector empresarial; cuando el movimiento laboral está en la calle exigiendo, que se cumpla lo establecido en la Constitución, a ese respecto. Pero hasta los sindicatos chavistas se quejan de este trajín de Nicolás Maduro y quienes, según ha trascendido, son los más desmoralizados en estas circunstancias. Hasta entonces venían negociando esos aumentos salariales, aprobados con total desconocimiento de lo contemplado en las convenciones colectivas, a cambio de prebendas, y lo más probable es que no hayan sido ni siquiera consultados en esta oportunidad, bajo el antiguo esquema de la tripartita, so pena de recibir un balde de agua fría. Es decir, este fue un acuerdo entre el gobierno y Fedecámaras, y a puerta cerrada, mientras se aplica el más implacable ajuste neoliberal, que hayamos conocido.
En ese sentido, sale a flote un nuevo concepto, como es la bonificación del salario; que no es sino una gran aberración. No hay una política salarial, sino una política de dádivas, que se permite otorgar el Estado; además de la bolsa CLAP, que le llega, según Rodríguez, a seis millones de hogares a las puertas de sus casas; cuando en nuestra población tiene una pésima calificación por la mala calidad de los productos, que vienen allí; que es lo que le da más patetismo a la condición de borregos de ese Estado a sus ciudadanos, y lo más absurdo es que Rodríguez dice que el gobierno no puede ir más allá de ese aumento; porque los EEUU secuestraron la empresa Citgo, para dársela a una señora llamada Dignorah Figuera, representante de Primero Justicia, presidenta de una Asamblea Nacional; que no tiene ninguna vigencia; lo que le da carácter de robo a esta acción; mientras le pasa por un lado al escándalo, propiciado por el propio gobierno, a propósito del proceso de una supuesta cruzada contra la corrupción, que lleva a cabo a partir de la llamada “trama de Tarek El Aissami”, y donde ha salido a relucir, que los hechos de corrupción, cometidos por la mafia de este señor, ascienden a 20 mil millones de dólares. Allí se han incautado propiedades, dinero en efectivo: ¿dónde está todo eso? He allí lo que se preguntan las centrales sindicales: ¿quién monopoliza toda esta fortuna? Rodríguez sólo tiene miras para las manos de la oposición, pero para aquellas otras manos, eso es silencio.