Humberto González Briceño: Maduro y el chavismo contra los trabajadores venezolanos

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Los operadores del régimen chavista y el PSUV siempre se llenan la boca con alusiones retóricas al socialismo y a su supuesto compromiso con la clase trabajadora. Han llegado al extremo de rebautizar a Nicolás Maduro como el presidente obrero tratando de establecer alguna conexión de aquel empleado del Metro de Caracas y los trabajadores de hoy.

La política económica y social de Maduro, si es que se le pudiera reconocer el rango de política, no es más que la continuación y la profundización de las prácticas corruptas y demagógicas que se inauguraron con el régimen de Hugo Chávez en 1999. Se trata de un conjunto de acciones que aparentemente buscaban mejorar la situación económica y social de los trabajadores, pero que en realidad lograron empobrecer y depauperar a millones de venezolanos a niveles insólitos de hambre y pobreza extrema.

La primera medida que toma Chávez para supuestamente beneficiar a la clase obrera venezolana fue reducir el papel de PDVSA a caja chica de Miraflores. Una cara de esta política consistía en repartir dineros en formas de dádivas, bonos, cajas CLAP, areperas socialistas y muchas otras maneras de dilapidar el tesoro nacional.

La otra cara de esta política, quizás la más potente, consistía en ocultar los saqueos masivos y sistemáticos perpetrados por los Bolichicos y Boliburgueses siempre protegidos y beneficiados bajo el régimen chavista.

Esa “política” de repartir dinero al pueblo mientras los operadores del régimen robaban sin compasión fue aplaudida a rabiar por las clientelas chavistas quienes al borde del paroxismo celebraban la piñata del socialismo del siglo XXI. Esos fueron los años del desmantelamiento de PDVSA en manos de Rafael Ramírez siguiendo órdenes directas de Hugo Chávez. Medidas demagógicas similares y la progresiva sustitución del Estado Nacional venezolano por el Estado Chavista sin garantías económicas y jurídicas condujeron irremediablemente a la destrucción de la economía.

Que hoy la economía venezolana sea realmente una economía de guerra no es el resultado de unas simbólicas sanciones aplicadas por los Estados Unidos y la Comunidad Europea desde hace unos años contra el régimen chavista. La debacle económica comenzó con Hugo Chávez en 1999 y continúa hoy con el gobierno de Nicolás Maduro.

Si le diéramos crédito a la retórica chavista de su pretendido compromiso con los trabajadores venezolanos entonces de inmediato es inevitable preguntarnos ¿Por qué apostar a la destrucción de la economía y de la principal empresa petrolera nacional que deberían ser los soportes para elevar sustancialmente la calidad y condición socioeconómica de los trabajadores? ¿Por qué en lugar de dilapidar los recursos nacionales regalando bolsas de miseria no se busca un agresivo y masivo desarrollo industrial con los recursos del petróleo? ¿Por qué desmantelar la clase obrera venezolana a niveles de miseria y mendicidad en lugar de convertirla en el motor económico y social de su propio modelo político?

Y es que al tratar de responder estas preguntas caemos en cuenta que el chavismo nunca ha sido ni será aliado o defensor de la clase obrera. Las políticas de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en 23 años han destruido la moneda, la industria petrolera, la economía y con todo ello a la clase obrera venezolana. Se puede comparar el poder adquisitivo de los salarios a través de los gobiernos del Estado de partidos hasta 1998 y los del régimen chavista a partir de 1999 hasta hoy para concluir que los trabajadores venezolanos jamás habían estado en peores condiciones que bajo el antiobrero régimen chavista.

Agentes internacionales del régimen chavista que pertenecen a la llamada “Izquierda Caviar” defienden, endosan y celebran el llamado milagro económico de Maduro. Se entiende que lo hagan porque estos operadores reciben dinero a cambio de sus opiniones comprometidas y parasitan con vigor los recursos de Venezuela. Estos epígonos del régimen chavista también le echan la culpa a las sanciones internacionales sin reparar que los venezolanos ya tenemos bajo este régimen de destrucción más de dos décadas.

Pero tiene que haber alguna forma de racionalizar por qué el chavismo hace lo que hace. Es que ni por el mero interés pragmático de sostener su endeble régimen hay el interés de favorecer a los trabajadores. Parte de la respuesta está en la decisiva influencia y control que bandas de Bolichicos y Boliburgueses han ejercido sobre el régimen chavista a lo largo de estos años. La alianza de los operadores chavistas con estas mafias financieras ha sido históricamente mucho más poderosa que con los trabajadores venezolanos.

Hoy en medio de la más infame orgia de corrupción y destrucción nacional el balance es el de una economía destruida, una moneda ultra devaluada y un salario sin poder adquisitivo real. La realidad es inocultable a pesar de la propaganda del régimen. Nicolás Maduro y el chavismo son enemigos declarados de la clase obrera venezolana. Por lo cual,  ningún trabajador venezolano con dignidad y sentido de su propia historia podría definirse como chavista, salvo que se trate de una postura tan antihistórica y antinatural, como esencialmente oportunista y mercenaria.

@humbertotweets

 

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