Marina Ayala: Instrumentos de control

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El golpe recibido el 1 de mayo fue muy duro, nos sumergió en la soledad y abandono más cruel hasta ahora vivido. En momentos en que la inflación se tragó nuestros ingresos, el apoderado de Miraflores vociferando consignas gastadas nos anuncia que no habrá aumento y no explica por qué, solo trató de enredar con unos bonos que no perciben todos, es más les llega a unos pocos. Todo sin un plan de ajustes, sin justificación que se entienda o que hayan explicado. Todos quedamos solos con nuestros problemas particulares que cada vez se hacen más urgentes. Empobrecidos como nunca en medio de una inflación brutal. La soledad es un instrumento de control de los regímenes autoritarios. Esa soledad que no se refiere a falta de personas a nuestro alrededor, ni auditorios que aplaudan. Se trata de la soledad en la solución de los problemas vitales, básicos que conducen a sentir mucho miedo y que nos separa de nuestra condición humana. El total irrespeto de los derechos humanos fue la obra proyectada en día del trabajador.

La sociedad no reacciona a semejante desparpajo mortal porque hemos sido sometidos progresivamente. Antes hubiese sido inconcebible un maltrato de esta envergadura. El aislamiento y el terror ha ido creciendo y se crearon las condiciones para una sociedad sin canales de defensa. Solo, desprotegidos y aislados para echarnos en cara nuestra condición de esclavitud. Soporta, flota, respira hondo y pide ayuda a quien puedas. Si no tienes quien te ayude, estarás condenado a irte si aun puedes o a morir abandonado y solo. Ya hemos visto casos. Encuentran vías para hacer de nuestra soledad un estado permanente. Hannah Arendt, encontró que en la soledad está la esencia de un gobierno totalitario y el terreno del terror. La soledad argüía “es una de las experiencias más radicales y desesperada de la humanidad” Todos nos sentimos muy solos este 1 de mayo. Pasará a la historia como el lunes cruel y mortal.

Es imposible empezar de nuevo siendo honrados, no tenemos con qué. Destruida nuestra capacidad humana para actuar y sin ética, con un pensamiento limitado por la falta de formación e investigación vivimos en una especie de desierto saqueador. No importa las consecuencias puesto que no hay justicia. Asegúrate algunos padrinos con poder y cáele al botín como un animal.  Es menos peligroso que registrar basureros y quedar intoxicados. Este 1 de mayo aprendimos lo que es tener un déspota gobernando que te desprecia. Aprendimos que todo se improvisa y el hambre no se sacia. Quedamos solos sin sueldos y con facturas cada vez más altas. Aprendimos con toda la crueldad posible que los alimentos aumentan y nuestro poder adquisitivo baja. Nos hicieron cínicos, descreídos, desconfiados hasta de nuestro propio criterio y despreciando nuestros propios valores. Separados de nuestra realidad y saltando de una posibilidad a otra sin cristalizar ninguna. Peleados entre nosotros y con los mismos discursos demagógicos que ya ni sus familiares creen.

Es a lo que más le temía Hannah Arendt, a esa desconexión consigo misma. En una oportunidad le escribe a su marido: “Sencillamente no puedo exponerme ante el público cinco veces por semana: es decir, no salir nunca del ojo público. Es como si tuviera que ir por ahí buscándome a mí misma”. Hacerse compañía con los propios pensamientos es el fin de por qué escribo. Para ordenarme y no terminar de enloquecer. Para no perder la capacidad de pensar y afianzar mis criterios y valores.

 

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