En todo el necesario escándalo nacional por los ajustes que no fueron en sueldos y salario, por la indexación de los bonos que tampoco fue; en este irresponsable abandono de toda protección social para los empleados de la administración pública, sin descuidar que se proyecta significativamente en la privada, se ha descuidado un aspecto fundamental: la igualación.
Aquí no se trata de una “guerra económica” imperialista. Eso está claro para todos los trabajadores, jubilados y pensionados en Venezuela, sus familiares, amigos y allegados. Para todos. No es la sanción, como dicen algunas consignas gritadas en las calles con necesario brío. Es la desmesurada, descarada, corrupción. El plan macabro, en cuanto a lo laboral avanza a paso de vencedores, siguiendo la perspectiva arruinadora de los cubanos.
Se trata de subyugar por el sueldo, ya inexistente, por los bonos mayores que aquel y las bolsitas. Es el papá Estado que da y quita a su criminal antojo. No se indexa, se indica que cuando les provoque ajustan al dólar, a su paridad. Así se le escurren, dejándolos muy mal parados a los oficiales de la Organización Internacional del Trabajo y a los copartícipes de buena fe en el llamado Foro de Diálogo Social. Como se había advertido, yo entre algunos, de allí no saldría nada, porque el régimen aceptó a regañadientes y pataleta el resultado de la votación mundial en el mundial organismo. Está bien, se sentaron, ¿pero qué se produjo? El plan macabro, criminal, dominador por los sueldos, sigue su marcha implacable.
¿Cuáles son las aspiraciones avanzadas del régimen? Igualar todo. Para eso estatuyó el Sistema Patria. Ahí estamos todos los trabajadores de lo público. En una abstracción computarizada, sin inteligencia artificial ni ninguna otra. El patrón Estado paga por ahí. Se publicita por ahí. Encuesta por ahí. Domina tambien por ahí. La tendencia es a imponer una convención colectiva en la que todos cobremos los mismos bonos, en la misma cantidad. Sin distinción alguna, igual el despachador de refrescos recién ingresado que el académico con treinta años de experiencias. Esa es la bonificación generalizada. La desaparición de los sueldos y el salario. Todos trabajadores. Todos cobran igual porque trabajan. A un lado quedan jubilados y pensionados, como un bagazo.
Sindicatos y gremios preteridos. Sofocados porque les confiscaron los aportes de sus afiliados. Solo queda la denuncia y el reclamo. Público y a los entes internacionales, la calle y el mundo, para que entienda esta flagrante violación diaria a los derechos humanos. Desde el poder se sigue atentando a diario, para subyugar, a diario, a los trabajadores sin reconocimiento al conocimiento, a la trayectoria; sin premio y estímulo al esfuerzo, a la jerarquía, al mérito. El mismo rasero. Un aspecto que no debe soslayarse en esta lucha.