La gira por Táchira de María Corina Machado, por Marcos Jiménez

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Si la odisea para llegar al Piñal, el primer pueblo de la gira de María Corina Machado por el Estado Táchira, con alcabalas inusuales, vehículos oficiales atravesados en la vía, guardias y policías regionales pidiendo cédulas y documentos comerciales, facturas, guías de transporte y facturas de cuanto se le ocurriera a cada uniformado. Ocasionando larguísimas colas, no les importó el daño causado a productores del agro, con alimentos perecederos, camiones de hortalizas y frutas que por casualidad,  transitaban a la misma hora que debía hacerlo María Corina Machado, para llegar a tiempo a la concentración política pautada en El Piñal, un pueblo del sur del Estado Táchira. No hubo manera de que quitaran las alcabalas, “son órdenes de arriba”. Para superar el escollo, tuvo que dejar los carros de su caravana, transitar primero a pie, después que pasaron la alcabala, en moto y por último, encaramada en un inmenso camión volteo pudo llegar al Piñal, dos horas de retraso, nadie se movió, la esperaron y cuando llegó, salió el doble de gente que la esperaba en una manifestación nunca vista en ese pueblo. Creyeron que si impedían su llegada al primer pueblo que visitaba en el Táchira, su gira sería un rotundo fracaso. No pudieron.

Su gira continuó por los municipios fronterizos. En Junín donde la guerrilla tiene el control, después de los sucedido en el piñal, que las alcabalas lejos de de ser un obstáculo se convirtieron en un resonador espectacular de la gira, las autoridades le giraron instrucciones a la guerrilla que la dejaran pasar. En las Delicias un pueblo fronterizo, donde desde hace 40 años, no los visitaba un candidato presidencial en campaña, la gente salió a recibirla y hasta tuvo que improvisar un mitin ante la multitud inesperada en ese pueblo. En San Antonio y Ureña, pueblos en plena frontera caliente, tocó el tema candente de la migración, sin cortapisas les dijo que, el responsable de las penurias que han tenido que vivir los migrantes, va a pagar ese delito de lesa humanidad. Los mítines improvisados que ante tal cantidad de gente que la quería escuchar, retrasaron su llegad a Capacho, los dos Capachos se unieron en uno solo, evento que no ocurría desde hace mucho tiempo, tres horas de retraso, nadie se movió y el mismo fenómeno del Piñal, cuando llegó se duplicó la gente que la esperaba. Les quitaron la luz y aquel mitin pasó a ser inolvidable en el pueblo de Los Capachos, celulares cual estrellas iluminaban la noche, que María Corina dejaba su mensaje de esperanza a esos pueblos andinos.

En La Grita, la multitud superó todas las expectativas, de una programada caminata, pasó a ser la concentración más grande vista en ese pueblo, querían hablar con ella, querían que los escuchara, tuvo que hacerlo. Se aglomeró tanta gente que improvisaron tarima, para que pudiera dar su mensaje de esperanza. La noche avanzó, tenía que seguir a Pregonero, era demasiado tarde. Preguntó: ¿La gente está esperando?  Son las 10 de la noche, llegaríamos a media noche, volvió a preguntar “la gente está esperando” Sus compañeros de gira se comunicaron con Pregonero: “Anunciaron por los parlantes que llegaría a media noche y respondieron que estaban dispuestos a esperar”. El mismo fenómeno, no se movió nadie,  cuando a media noche llegó a Pregonero, un pueblo colindante con el estado Mérida, todo el pueblo salió a recibirla, las luces, con la que se contaban para el acto, resultaron insuficientes, los luceros de los celulares, hicieron de aquel mitin de María Corina, una noche estrellada de esperanzas.

 

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