Una de las concepciones políticas más desacertadas en toda nuestra historia, fue la pretendida por Hugo Chávez al querer imponer “un gobierno único”, desde luego, para sus pretensiones retencionistas de poder tenía sentido, pero fue un tiro de gracia al país, a las regiones, a los municipios.
Tras 23 años de chavismo, tenemos una nación desdibujada, desvenezolanizada. El partido de gobierno, primero el MVR y hoy el Psuv, como un cáncer terminal hizo metástasis en la institucionalidad del país, dando lugar a un sistema político que alberga la corrupción más grande jamás registrada, nepotismo, ilegalidades e ilegitimidades dantescas, en términos generales, Venezuela exhibe una kakistocracia que no solo nos avergüenza, sino que nos destruye.
El “gobierno único” ha significado la sumisión de los estados y municipios al gobierno central, perdimos todo lo avanzado en materia de descentralización que, si bien tenía sus debilidades, era totalmente perfectible, como lo demostró Carabobo de la mano de los Salas, además la no reelección indefinida permitía la necesaria oxigenación política. Todo esto sin mencionar que ante la pérdida de la democracia civil los titulares de estos poderes no se corresponden con lo que electoralmente desea el país, en pocas palabras, gobiernan en contra de la ciudadanía.
El “gobierno único” sustituye las necesidades/exigencias de los estados y municipios, de sus habitantes, privilegiando los intereses del estatus quo a través de las estructuras del partido, entre las que lastimosamente debemos incluir las instituciones del Estado en todos sus ámbitos.
Venezuela no necesita un “gobierno único”, al contrario, este ha significado la aceleración de todas nuestras parvedades, de todas nuestras penurias. Venezuela pide a gritos desesperados que retorne la descentralización, que el ejecutivo nacional retorne a los límites que constitucionalmente le demarcan. Así, urge que a los 23 estados y los 335 municipios se les retorne la insustituible autonomía, sus competencias, facultades y recursos que le fueron robados a través de desafueros cuando el chavismo comenzó a perder ámbitos geográficos relevantes a través del voto desde 2007.
Lo mismo ha ocurrido con el denominado “Poder Popular”, ha significado la partidización de la participación ciudadana, su mercantilización, el agravamiento del perverso clientelismo del Estado que tanto nos ha costado en términos de recursos y tiempo.
No es el “capitalismo” que entró en crisis, sería lo mismo señalar que la ciencia económica llegó a su fin. De igual manera, tampoco es que la democracia, gobierno primario de occidente, llegó a su fin ¡es falso! son las ideologías en la política las que claudicaron, por su forma de tergiversar las formas de gobierno, por asaltar las instituciones, por hacer, en lugar de ciudadanos, rebaños electorales que adoctrinados que no eligen los mejores perfiles sino los de la “línea del partido”.
Venezuela no necesita “un gobierno único”, necesita urgentemente que los 359 gobiernos descritos en la Constitución sean respetados, que retomen sus facultades, sus competencias, sus recursos, que actúen con sinergia, cada quien desde su ámbito. El país necesita que retorne la constitucionalidad y la democracia, solo así saldremos de este oscurantismo. La visión de “gobierno único” ha causado un terrible daño a los venezolanos, un perjuicio sin precedentes.
@leandrotango