El 30 de diciembre de 2022, la Legítima Asamblea Nacional (LAN), electa en 2015, debía tomar la decisión a cerca de la continuidad del gobierno interino (GI), que presidía Juan Guaidó. Y su decisión fue acabar con dicho gobierno. Se alegaba la ineficiencia de Guaidó y su GI por eso se decidió “No más Guaidó, no más GI” en una clásica acción de “botar el niño con el agua”. Situación que fue advertida por distinguidos juristas venezolanos.
¡Qué pelón!
Las consecuencias de tal decisión se han venido observando y no como algo positivo, sino como algo que aparentemente habrá que lamentar.
Pero las responsabilidades no solo recaen en los partidos políticos criollos, unos por un pobre manejo de la situación y otros por reclamar un trozo de un poder que a todas luces venía menguando. También, nuestro principal aliado, el gobierno norteamericano, fomentó la disolución del GI, cuando comenzó a relacionarse directamente con el régimen de Maduro y se ilusionó con la posibilidad de que la disolución sería una especie de señal de buena voluntad hacia Maduro y Jorge Rodríguez, como se ha argumentado.
En realidad, la administración Bush ha dado más señales de apertura hacia el régimen, que el mismo régimen hacia una posición más orientada al objetivo de unas elecciones libres y justas en 2024, que incluiría por ejemplo la liberación de presos políticos.
Así las cosas, la ausencia del GI no solo ha dejado a la Venezuela democrática sin representaciones diplomáticas en el exterior. También, como argumentaron algunos juristas, han dejado a Maduro como cabeza visible del Estado Venezolano, en ausencia de Guaidó, quien era reconocido por varios países, incluyendo el Reino Unido, donde reposan más de US$1.000 millones en reservas de oro del Banco Central de Venezuela que están bajo custodia del Banco de Inglaterra.
El oro y el Maduro Moros.
La decisión de LAN obvia el fundamento jurídico del GI, es decir, que la existencia del GI no es potestad de dicha Asamblea, sino la necesaria aplicación del artículo 233 de la Constitución. Es que al no haber presidente legítimo, habría una falta absoluta y, por lo tanto, la cabeza de la AN debe asumir las funciones del presidente y llamar a lecciones.
Pero nuevos escollos comienzan a presentarse por esa nefasta decisión. Y una de ellas, como hemos insinuado, es el hecho del relativo a los millones en oro que reposan en Londres. Maduro, con base a la disolución del GI, ha solicitado se le entregue el oro que depositó la República en los bancos ingleses ; a lo cual los ingleses se habían negado, pues no reconocían al gobierno de Maduro, sino al de Guadió. En específico, han solicitado que a revoque el dictamen emitido el 29 de julio del 2022, donde se reconoce al GI de Guiadó y a la junta ad hoc del BCV por él nombrada, como la única autoridad legítima para acceder a las reservas de oro. En la actualidad, los tres jueces ya tomaron la decisión de escuchar a las partes.
¿Dónde está el gobierno de Venezuela?
Pero, no hay “parte” por este lado, pues el GI fue desmantelado y no hay presiente interino.
Quizás por esto y otros asuntos, ahora los EE.UU. está entendiendo que reconocer a la LAN, en una especie de “gobierno parlamentario” no es suficiente y que haber disuelto el GI está dando problemas jurídicos. Como indica Edgard Otalvora “ese reconocimiento no basta para desentrabar los embrollos legales y políticos causados por la ausencia de un gobierno reconocible en Venezuela” Y por eso ahora aparece Dinhora Figuera, quien fuera nombrada presidente de la LAN, como la nueva presidente interina de facto , o sea en el cargo de Guaidó. Ella elude definirse de esa manera, pero Otalvora recoge las palabras de Figuera sl contestar que “estaba asumiendo “funciones constitucionales” en lo que calificó una situación “sui generis”, aunque insistió en que no sería el de presidenta interina.
Si realmente Figuera termina sustituyendo a Guaidó hay que pensar o que fue una jugada política magistral de su partido Primero Justicia y el G4 , o que lo sucedido fue hecho sin mucho pensar y no solo entre el grupo de partidos mayoritarios de la alianza opositora, el famoso G4, sino también en Washigton.