Neuro Villalobos: El estilo chimpancé en la política

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 Tan crucial en la dialéctica del aprendizaje es lo que saben los que enseñan como lo que aún no saben los que deben aprender. Fernando Savater

Dante Alighieri expresa en su obra cumbre “La Divina Comedia” y así lo relata Dan Brown, autor reconocido mundialmente en su obra Inferno, lo siguiente: “Los lugares más oscuros del infierno están reservados para aquellos que mantienen su neutralidad en tiempos de crisis moral”.

Venezuela está sumergida en una crisis material y moral desde hace más de 20 años, de modo que no hay lugar para la indiferencia, ni para hacerse los locos o mantener una supuesta neutralidad ante tan espantosa realidad que nos ha ubicado en el 2do lugar del índice mundial de miseria, solamente detrás de Zimbabwe, según información reciente revelada por el economista Steve Hanke, profesor de la Universidad John Hopkins en Baltimore, USA, a la vez que somos el país con la inflación más alta del mundo según Trading Economics, programa de análisis e interpretación de indicadores a nivel planetario, información publicada por el Diario El Nacional el día 23 de mayo de este año.

Es que el régimen que nos oprime desde hace casi un cuarto de siglo, nos ha hecho más daño materialmente que un terremoto en la escala superior de Richter y continúa en sus intentos de degradarnos espiritualmente; para ello cuenta con el ejemplo de sus dirigentes desde el comienzo de este aberrante periodo , tal como lo ha hecho con el ejercicio de la política. Así que no tenemos otra opción que un cambio de rumbo en el país, y sigo insistiendo, el diálogo y los consecuentes acuerdos entre demócratas es una necesidad, intentarlo con una dictadura es una necedad.

Otra razón por la cual los neutrales tienen ganado ese castigo en el infierno la da Emeterio Gómez cuando afirma: “la liquidación de la libertad individual tiene que ser radical. Razones por las cuales el socialismo no puede ser sino totalitario.” Contemplar nuestro país hecho añicos, totalmente desorientado y con un liderazgo político extraviado y enredado en sus propias ambiciones y contradicciones no debe ni puede permitir que haya un solo venezolano, dentro o fuera de su territorio que sea indiferente o neutral ante esa locura.

Hay quienes confunden, interesadamente o no, objetividad con neutralidad. No nos llamemos a engaño, una cosa es tratar de analizar las circunstancias y hechos, tal como ocurren, objetivamente, y otra cosa es hacerse los locos, los neutrales, para no tomar partido en la necesaria extirpación de las causas  de nuestra gran tragedia. No nos hagamos partícipes del “quietismo irónico” donde lo mejor es no hacer nada oponiéndonos a todo.

Definitivamente este régimen retoza con la ignorancia del pueblo. Urge transformar ese pueblo en ciudadanos, de allí la necesidad de educar para la democracia, educar para afianzar la libertad. La diferencia es esencial. El pueblo es masa susceptible a los encantos mesiánicos, a la mentira compulsiva, a la hipocresía carismática, al filibusterismo político, en cambio el ciudadano  es ese pueblo transformado en sujeto consciente de sus derechos y deberes;  instruido y educado para hacerse refractario a quienes pretenden cegarlo con su elocuencia desmedida y su falsa infalibilidad.

Sabemos, cómo dicen Benis y Nanus, que “el poder  es el más necesario de los elementos exigidos para el progreso humano, pero, a la vez, del que más se desconfía”. Sabemos, igualmente, que el fin de la política es la toma del poder. Por eso debemos insistir que hay que educar para la democracia, transformar al pueblo en ciudadanos para que elija a los más aptos, para que dirijan al país con todo el poder que ellos delegan. Qué tengan claro que el objetivo final es lograr el bienestar de la población y el progreso de su nación para ponerla a nivel del desarrollo no sólo económico, sino también del desarrollo científico, tecnológico y cultural de la sociedad mundial. Qué rechacen contundentemente a aquellos que ofrecen su bodrio ideológico, como el régimen usurpador que tenemos, y aquellos que quieran imponer las doctrinas más estrafalarias que la humanidad  ha conocido.

Es necesario acabar con esa manifestación del poder coactivo cuya mayor expresión es la instrumentalización de sus relaciones y sustituirlo por el poder sustentado en principios. Suprimir el estilo chimpancé en la política que se ha entronizado en el poder. Ese que según Carlos Matus “es el modo más primitivo de hacer política”. Ese en el cual “el jefe es superior por su fuerza y todo le está permitido.”

nevillarin@gmail.com

 

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