Desde que el chavismo asumió el poder en Venezuela enfiló sus baterías en contra de los trabajadores y del movimiento sindical organizado. Después del fallido intento de apoderarse de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), iniciaron una campaña para promulgar una nueva Ley del Trabajo, colocando como oferta la vuelta a la retroactividad de las prestaciones, aun cuando ya tenían preparado el zarpazo para desaparecer las prestaciones.
El golpe de gracia a los beneficios de los trabajadores logrados en más de 100 años de lucha fue dado en el año 2018 con el Memorándum 2792 emitido en octubre de 2018 suspendiendo todas las contrataciones colectivas del sector público hasta el presente, y cuando las convoca desmantela las conquistas laborales logradas como lo ha hecho con los trabajadores petroleros y el sector educación.
Posteriormente, comenzaron a sustituir el salario por bonos de la patria, al cual tienen acceso sólo aquellos trabajadores que se han inscrito en el Sistema Patria, y la parte más ofensiva está en las cantidades que le asignan en cada oportunidad. Los bonos con infinidad de designaciones son de montos de sobrevivencia, colocando al beneficiario en condición de mendicidad que espera absorto y sumiso la dádiva presidencial.
Por estas razones, la exigencia de los sindicatos y gremios consiste en establecer la negociación colectiva como método aprobado en convenios internacionales laborales, la Constitución Nacional y leyes del trabajo. Esa es la vía de llegar a acuerdos para convenir las exigencias laborales de salarios, seguridad social y condiciones de trabajo,
Sin embargo, el régimen insiste en sustituir el salario por unos bonos de la miseria, muy distantes de la actual canasta alimentaria de 450$. Y más grave aún, los bonos no tienen ningún impacto en el salario y las prestaciones sociales con un actual salario mínimo, jubilaciones y pensiones de 130 bolívares hoy menor a 5 dólares mensuales.
En definitiva, el presidente dizque obrero ha siquitrillado el salario y los beneficios laborales de los trabajadores venezolanos y ha impulsado la diáspora más despiadada a nivel global.
Finalmente, para los trabajadores, los sindicatos, gremios y el conjunto de la población, el objetivo de las marchas y protestas se dirige a la reconquista del trabajo digno, que garantice rescatar de nuevo la condición de vida decente, ante un régimen criminal que se escuda en las sanciones para ofrecer solo miseria y control ciudadano a cambio de bonos-limosna y precarización laboral. La estación más inmediata son las elecciones primarias y lograr un candidato único para desplazar del poder este modelo depredador.
Economista