Con una cumbre en Brasil, a la que ha invitado a otros 11 presidentes sudamericanos, Lula intentará buscar denominadores comunes en una región que dista de hablar con una sola voz.
Resuelto a ganar protagonismo en la esfera internacional, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha dejado en claro en la cumbre del G7 y en cuanta ocasión se le ha presentado, que el sur global también existe y debe ser tomado en cuenta. Y eso implica también a Sudamérica, donde se propone volver a impulsar la integración, con una cumbre que ha convocado para el 30 de mayo. La intención, según declaró el canciller brasileño, Mauricio Vieira, es dejar de lado las “cargas ideológicas”. Un lastre que ha torpedeado ya tantas iniciativas, como la de Unasur (Unión de Naciones Sudamericanas), fundada en 2008, que quedó reducida a su mínima expresión con la retirada de varios miembros entre 2018 y 2019, y prácticamente desapareció del mapa.
Con la reincorporación de Brasil y Argentina, surgieron también las expectativas de una posible resurrección, sobre todo por el retorno a la presidencia de Lula, su principal impulsor original.
Espacio de diálogo
Pero, de momento, la idea no es tan ambiciosa. El próximo encuentro no es una cumbre de Unasur, según se ha dejado en claro en Brasil. Allí se ve la cita más bien como una oportunidad para que los presidentes puedan conversar con tiempo y para tomarle el puso a la región. “Es una América del Sur muy distinta a la de cuando Lula gobernó de 2003 a 2010. El tema de la integración ha perdido mucha fuerza”, indica en conversación con DW Roberto Goulart Menezes, profesor del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Brasilia. Y hace notar que “incluso en Brasil, el gobierno de Lula no está en condiciones óptimas para esta cumbre, porque tiene dificultades internas enormes. El presidente no puede, en este momento, hacer ningún tipo de promesa ni ningún tipo de ofertas a los demás países sudamericanos, a no ser un espacio común de diálogo”.
Johanes Wolff, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Goethe, de Fráncfort, y especialista en América Latina, considera por su parte que, aunque haya algunos gobiernos de derecha, “ideológicamente, el panorama es ahora más fácil para la cooperación que hace un par de años; ha habido una suerte de convergencia, en términos muy generales, de la gran mayoría de los gobiernos en América del Sur, que más o menos comparten una visión más progresista”. En consecuencia, le parece posible un intento de reflotar Unasur, si bien duda de que ello pueda significar realmente un paso más profundo hacia una mayor integración.
Cada uno con su crisis
Una mirada a los distintos países de América del Sur evidencia un cuadro complejo en la región. Goulart Menezes recuerda, por ejemplo, la crisis en Ecuador, donde el presidente Guillermo Lasso estuvo a punto de ser destituido, la situación de la presidenta Dina Boluarte en Perú, o lo que ocurre en Venezuela, cuyo presidente también ha sido invitado. “Creo que la presencia de Maduro sería importante, en el caso de que venga, porque el próximo año debe haber elecciones en Venezuela”, indica el politólogo de Brasilia. “Pienso que Lula quiere tener a Maduro en la cumbre para poder influenciar lo más posible la transición política en Venezuela”, agrega, recordando que la diplomacia brasileña no suele hacer gestiones en público.
Más allá del problema de Venezuela, que seguirá probablemente generando tensiones, la integración no se perfila nada fácil. “Un obstáculo clave podrían ser las crisis que viven distintos países, pero también hay que decir que hoy todos los gobiernos de la región, menos tal vez el de Lula, tienen un enfoque muy claro en los asuntos internos”, apunta Johnas Wolff.
Sudamérica en el nuevo mundo
Y esto empaña los afanes del presidente brasileño de posicionar a su país y a la región en el marco de una reestructuración del orden internacional que parece perfilarse. Aun así, el académico alemán piensa que el planteamiento de Lula es “legítimo e importante políticamente”, en el contexto global de una guerra en Europa, y un conflicto cada vez más abierto entre Estados Unidos y China. “Frente a esas dinámicas globales, sería muy importante para América del Sur coordinarse, organizarse, para mantener colectivamente cierta independencia frente a estos cambios y conflictos de dimensiones globales”.
La actual coyuntura política internacional, en que las grandes potencias buscan aliados y apoyo en foros como el de la ONU, abre en general un margen de maniobra para regiones como América Latina y, en este caso, América del Sur. “Pero, que se pueda aprovechar, depende de una capacidad de acción colectiva, que hasta el momento ha sido bastante débil”, observa Wolff. De momento, la iniciativa está en manos del Brasil de Lula da Silva.
DW