La poesía nos hizo editores, dijo Carmen Verde Arocha

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Directora editorial de Eclepsidra

Como cualquier martes de 1994, un grupo de jóvenes poetas se daba cita en El León -ubicado en La Castellana, Caracas- para leer y discutir sobre poesía. Al día siguiente tenían que ir al taller dictado por el ensayista, escritor e historiador Rafael Arráiz Lucca en Monte Ávila Editores -casa editorial de la cual era director. Entre aquellos jóvenes estaban Luis Gerardo Mármol, Israel Centeno, Martha Kornblith, José Luis Ochoa y Carmen Verde Arocha –directora de Eclepsidra desde los inicios de la editorial. Un día, ella y sus colegas tuvieron una idea: dar a conocer sus poemas.

Los poetas iniciaron con encuentros espontáneos o lecturas en espacios que la Caracas de hace 29 años le ofrecía al ciudadano, al lector. Pero querían más. “Había en nosotros la inquietud de publicar nuestros trabajos. Algo muy natural en los jóvenes. Por eso siempre digo que ‘la poesía nos hizo editores’; porque había ese impulso”, dijo Verde Arocha.

Y así como había espacios para encuentros, el Estado -como señaló Verde Arocha- “era el gran editor”. La Dirección sectorial de literatura del Conac (Consejo Nacional de Cultura) ofrecía subsidios a editoriales emergentes. Allí estaba su oportunidad para publicar una antología con los poemas del grupo: Vitrales de Alejandría.

“Nosotros no nos planteamos en ese momento ser editores; solo darnos a conocer”, añadió. Un tiempo después, el 12 de mayo de 1994, nació Eclepsidra. El Conac exigía el registro formal de la editorial para poder recibir el subsidio. Desde entonces -y gracias a la semilla plantada en el taller de Arráiz Luca- el Grupo Editorial Eclepsidra comenzó a florecer. Ya son 29 años dando frutos. “Así sean cinco o seis libros al año”, dijo la poeta.

Pero las casi tres décadas de esta editorial venezolana no han transcurrido por un camino fácil. Incluso antes del asentamiento de la crisis con el gobierno de Hugo Chávez, el país adolecía. “Ya había un quiebre. De principios, de muchas cosas que estaban revisándose. Había desánimo e incomodidad”, agregó. Pero su Goliat apareció cuando el Estado dejó de ser patrocinante. De hecho, señaló Verde Arocha, muchas editoriales fundadas en los ochenta y en los noventa comenzaron a desaparecer. “Ninguna de las franquicias editoras absorbió a las más pequeñas. ¿Con qué contábamos?”.

La empresa privada, universidades, embajadas e institutos cultuales entraron como salvavidas. Pero incluso así, dijo la directora, la condición de asociación civil sin fines comerciales los mantuvo a flote. “No hubiéramos podido sostenernos. Nos hemos dedicado al género literario, uno que sabemos no es rentable. Al Estado le preocupaban otros temas, otras necesidades; publicar libros no era una de ellas. Y a esto se le suma la ausencia de papel, la falta de divisas… la comercialización. Ha sido muy difícil”, puntualizó.

El trabajo que lleva adelante Eclepsidra es, prácticamente, ad honorem. Sin embargo, eso hace el esfuerzo de Carmen Verde Arocha y su equipo (editores, correctores, diagramadores, ilustradores y pasantes) uno más valioso. “Descubrí que era una persona generosa, capaz de dar algo al otro. Porque tuve una experiencia doble: además de editora, soy poeta. Entonces, comencé a ver que estaba dedicando tiempo al trabajo del otro; reviviendo de alguna forma lo que el otro autor sintió en ese momento”, confesó.

Desde el inicio, siguió Verde Arocha, le gustó la materialización del libro. Cómo se lleva una idea al plano físico. “Son los pasos y procesos para concretar el sueño de alguien más, pero lo haces propio. Y es en la imprenta donde ocurre el milagro; porque allí se multiplica el verbo. Particularmente, a mí me da mucha alegría ver el rostro de los escritores o poetas cuando ven el texto saliendo de la imprenta. No hay manera de traducir en palabras ese momento. Y para mí esa belleza fue tan reveladora que continué en eso hasta la fecha”, destacó.

Verde Arocha es una mujer completamente apasionada y entregada al trabajo del poeta y del editor. Lo defiende. Rescata, entre otras, que la fortaleza de Eclepsidra viene de tres lugares: el autor, el libro y el lector. “Nosotros publicamos, pero lo importante es que el libro sea leído. Nuestro patrimonio  son los autores y los títulos que conforman nuestro catálogo editorial. Es saber que hay lectores que se acercan a las poquísimas librerías de Caracas a preguntar cuál es la novedad del mes de Eclepsidra. Es el respeto por el libro: que cada uno tenga un destino”.

Con respecto a los autores, la editorial caraqueña publica a poetas y escritores consagrados; pero también les da espacio a las nuevas voces. “Siempre hemos tenido como máxima establecer puentes. De alguna manera, los autores reconocidos apoyaban a los nuevos y allí se daba un diálogo entre tradiciones. La idea es darle paso a la nueva generación, descubrir el talento que sé que tenemos”, sostuvo.

Editorial Eclepsidra ha publicado a autores como Sonia Chocrón, Jaqueline Goldberg, Yolanda Pantin, Erik del Búfalo, Francisco Javier Pérez, Rafael Arráiz Lucca, Jacobo Penzo, Enrique Moya, Santos López, Chefi Borzacchini, Yoyiana Ahumada Licea, Joaquín Ortega, Victoria Benarroch, Saúl Rojas Blonval, Beira Lisboa, Lupe Gehrenbeck, y la lista continúa.

En ese descubrir que menciona la también investigadora y aspirante a magister en la UCAB está el nuevo horizonte de Eclepsidra. A finales de junio, el autor José Balza inaugurará el programa “Claves de autor”. Este consiste en la experiencia moderna del trabajo (como en la antigua Grecia) entre maestros y sus discípulos. “Es una experiencia única que va más allá de la enseñanza. Es estar en contacto directo con los creadores de literatura, filosofía, el arte en general. Es que un maestro pueda transmitirle su experiencia personal al participante”, señaló. Además, seguirá abierto el servicio de Consultoría de autor y otros proyectos que “serán revelados a su tiempo”.

Carmen Verde Arocha invitó a los apasionados por las letras a que se acerquen a las librerías de Caracas (Sopa de Letras, El Buscón, Kalathos y Tecniciencias); que escriban a editorialeclepsidra @gmail.com; o que vayan a Amazon (para formato digital) y que revisen los más de 100 libros que tienen disponibles en las distintas colecciones. Alejandría (Poesía), Fuegos bajo el Agua (Ensayo y crónicas), Catedral Solar (Entrevistas y testimonios), El falso cuaderno (Narrativa), y El patio de las Ancízar (Dramaturgia) junto con la serie Los cuadernos del destierro y también las ediciones Fuera de colección (temas y reflexiones de Humanidades y Ciencias Sociales).

Finalmente, la licenciada en Letras enfatizó en que Venezuela no tiene memoria editorial. “Y esto es un patrimonio importante para un país. Es todo documento que certifique la existencia y el trabajo de una editorial en determinado contexto. Es importante que las editoriales sean registradas y den importancias a sus materiales. Porque al momento de revisar la historia editorial de un país, también cuenta de qué va ese país. Es su fe de vida, la prueba de que sí existió, sí luchó y se pudo mantener pese a los antagonismos a los que se tuvo que enfrentar”, concluyó.

Grace Lafontan
Grace Lafontan

Grace Lafontant – Prodavinci

 

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