Pascual Serrano: El nuevo Macartismo

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Durante toda la vida hemos pensado que era la derecha la que intentaba evitar las opiniones que no eran de su agrado. La censura, entendíamos, formaba parte del ADN de la derecha. Pero las cosas están cambiando. En los últimos años han aparecido determinados movimientos muy loables, justos y necesarios. Desde el Metoo denunciando las agresiones sexuales y el acoso, al Black Lives Matter en defensa de la vida de la población afrodescendiente en Estados Unidos y contra la violencia que sufría. Se fueron sumando movimientos: de apoyo al colectivo LGTB, ambientalistas, anticolonialistas… Todo bien. El problema surge cuando, en un determinado momento, y en nombre de esas buenas causas, comienza la caza de brujas, la persecución de los que no las comparten, los que no ajustan a esas bienintencionadas cruzadas. Y digo problema porque ha resultado que no se sabe dónde está el límite de la intolerancia. Es evidente que debemos ser intolerantes al racismo, al sexismo, a la injusticia, pero ¿hasta dónde debe llegar esa intolerancia?, ¿cuál es el límite de lo que no debemos aceptar?

El libro #Cancelado, de Carmen Domingo, recoge algunos ejemplos que muestran el problema mejor que mis palabras anteriores. ¿Hay que cambiar los Cuentos de Andersen o la película Matar a un ruiseñor porque eran racistas? ¿Prohibimos la novela Lolita de Nabokov por pedófila? ¿Derribamos la estatua de Bartolomé de las Casas por colonialista? ¿Cambiamos las historias de Manolito Gafotas, de Elvira Lindo, porque llama a su hermano el Imbécil, en lugar de hermano con capacidades distintas?

El problema, recuerda Domingo, es que los linchamientos llegan hasta el punto de que las brigadas de cancelación actúan dirigiéndose a las editoriales, periódicos, cinematográficas o discográficas, exigiendo que expulsen de sus catálogos a los señalados. De ahí que el libro se subtitule “el nuevo macartismo”.

El fenómeno, cómo no, se inicia en Estados Unidos, y la prueba de que defender la libertad de expresión por encima de censuras clásicas de la derecha o de “cruzadas liberadoras” de izquierda fue el manifiesto de más de 150 intelectuales reivindicando en ese país el derecho a discrepar. Lo curioso es que ahí se encontraron desde la izquierda de Noam Chomsky, al feminismo de Margaret Atwood, la derecha de Francis Fukuyama o el anticomunismo de Anne Applebaum.

Es evidente que la revolución tecnológica y las redes sociales no son ajenas a este fenómeno. En uno de los capítulos de Black Mirror se cuenta la historia de unos insectos drones que se activan mediante hashtag en las redes sociales y asesinan a las personas señaladas por las masas de internautas.  Evidentemente, es una distopía futurista, es Black Mirror, pero el símil es evidente. Pero lo más preocupante de la cancelación es que sea, precisamente, desde la ideología de la izquierda, la solidaridad y la justicia social, es decir, desde las posiciones que a lo largo de la historia han luchado por la libertad de expresión, desde donde ahora se embista contra la libertad de pensamiento porque unas hordas de cretinos se crean mejores personas que el resto.

Es por eso que debemos ser, también desde la izquierda, y no desde la derecha, que lleva toda la historia censurando, desde donde debemos poner fin a la denominada cancelación. Es decir, la censura y la persecución con la coartada de buenas intenciones. Libros escritos desde la izquierda, como #Cancelado, para denunciarlo, son necesarios. Porque la izquierda no necesita de prohibiciones para ganar los debates, porque la discusión siempre nos ha hecho más fuertes, porque la dialéctica y la polémica forma parte de nuestra esencia.

 

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