Jesús Alberto Castillo: El Abel sacrificado

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El 4 de junio de 1830, cuando se dirigía a Quito para reencontrarse con su amada Mariana, fue emboscado y asesinado a balazos Antonio José de Sucre, el Gran Mariscal de Ayacucho. Es el Abel de Colombia sacrificado en medio de la codicia y bajas pasiones que se esconden en el ejercicio político.

Antonio José, el más excelso cumanés, con apenas 35 años se retira de sus responsabilidades públicas, hastiado de los sinsabores de politiqueros. Jamás se imaginó ser víctima en la selva de Berruecos de un complot orquestado por seres viles y envidiosos que lo vieron como el sucesor de Bolívar.

Con este condenable acto se apaga la vida del Redentor de Los Hijos del Sol, ese magnánimo soldado que liberó en Ayacucho el último bastión de la tiranía española en suelo americano. Se cubre de gloria y es admirado por el propio Libertador. Más allá de su juventud, la valentía, la diplomacia, la decencia y el respeto por el otro fueron sus principales cualidades. Muchas de ellas ausentes en algunos políticos de hoy.

No es casual que, de acuerdo al periodista Luis García Díaz en su texto “Cumaná. Historia increíble”, en esa titánica batalla de Ayacucho, ocurrida el 9 de diciembre de 1824, su principal adversario, el Virrey español La Serna, al verse derrotado, le dice de frente al Mariscal Sucre: “Mátame ya. ¿Qué esperas?”. El cumanés con voz serena y convincente le responde: “La victoria no da derechos sobre la vida de las personas. Acepte su derrota Virrey y márchese de América”. Los ojos del español brillan de admiración y tomando su espada que le entrega al cumanés le dice en bajo tono: “General Sucre, tan joven y con tanta gloria”.

Así fue este gran cumanés, artífice y autor del Tratado de Regulación de la Guerra entre España y Colombia, suscrito por Bolívar y Morillo, el cual abrió las puertas sobre el trato humanitario en situaciones de guerra, hoy vigente en el Derecho Internacional. El momento es propicio para recordar las hazañas del Abel sacrificado, llenarnos de valentía y seguir luchando por la libertad de este país, hoy atado a las cadenas de los traidores de siempre.

Profesor UDO-Sucre

 

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