Raúl Ochoa Cuenca: No hay tiempo que perder

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En oportunidades he alertado sobre el inminente peligro de la disolución de Venezuela como nación soberana. Mi preocupación sobre esto crece vertiginosamente. Partiendo de los tres principios básicos que deben reunir los pueblos que así lo requieran: Territorio, población con similitudes entre ella y gobierno. En anteriores escritos he planteado que estas tres condiciones están diluyéndose en forma constante y con rapidez en la República Bolivariana de Venezuela. Pero hoy, distinguidos amigos, deseo agregar a estos tres principios cardinales dos variantes, la primera vista en un reciente trabajo, cuál es el lento, pero real proceso hacia su desaparición como pueblo con similitudes generales, al no poder satisfacer la primaria necesidad del ser humano, como lo es una adecuada alimentación y en segundo aspecto el saqueo o desfalco o robo de su patrimonio, que obviamente trae como consecuencia la desaparición de esos pueblos agrupados en esa nación, al no poder reunir las mínimas condiciones necesarias para la existencia de esa sociedad como tal.

Si, efectivamente en el trabajo hecho público el pasado 29 de mayo, se analizó la realidad venezolana referente a la alimentación de la cual, estudios de gran seriedad enseñan que es insuficiente y en muchos casos nula hasta para el 90 % de la población de esa nación.

El trabajo de hoy tiene como pretensión el plantear, aun brevemente, que el saqueo del cual ha sido víctima la república y el cual se refleja en las condiciones infra humanas de ese 90 % de la población arriba citada, es otra de las variantes que conforman un real peligro, y agrego, inminente si no se aplican correctivos en tiempos muy breves, que conduzca Venezuela a la desaparición formal como nación soberana, pudiendo ser su territorio objeto de negociaciones y transacciones con países, bien geográficamente vecinos o países que puedan, dentro de un concepto, seguramente más moderno que el de las colonias del siglo XVII, pero también más nocivo para el mundo, que la actual República Bolivariana de Venezuela su territorio sea dividido y  entregando parte de el a potencias como la Republica Islamista de Irán, potencia ya introducida en varias estructuras socio económicas del país, amén de controlar el mantenimiento de las refinerías petroleras y otras actividades de poca transparencia.

Menester es recordar que el presidente de Venezuela en funciones, ilegalmente constituido, Nicolás Maduro, ante la declaración del viceministro Irani, Sr Kuki Tabar al culmine de su visita oficial a nuestro país en agosto pasado, anunció al mundo que los gobiernos de Irán y Venezuela habían acordado la entrega de un millón de hectáreas de tierra cultivable de Venezuela, para producir alimentos (Diario ABC de Madrid, 02 agosto 2022. Ludmila Vinogradoff). No lo desmintió. Esta noticia significaría entregar a la Republica Islamista del Iran el equivalente a los estados Carabobo y Aragua. Aun siendo solo un globo de ensayo, es de una gravedad inaudita.

No creo que este proceso de desmantelamiento de la estructura física tanto de la general como la de petróleos de Venezuela, o como el desmantelamiento del polo industrial del estado Bolívar, y de los valores intrínsecos a un pueblo, por ejemplo, la ciencia médica venezolana no es buena, mientras la cubana sí (sic), así como el del continuo robo, desfalco, saqueo y apropiación ilegítima del erario y de los bienes de la nación Venezolana durante los últimos 23 años, de dividir y entregar la nación a potencias extranjeras, pueda ser visto como una novedad. Para ello basta recordar que desde hace más de 15 años, el delicadísimo sistema de identificación de los ciudadanos venezolanos, así como el registro de las propiedades comerciales, inmobiliarias, intelectuales y de cualquier índole su data tiene como archivo central los servicios digitales del ministerio del interior de la República de Cuba, por funcionarios cubanos en el territorio de la República de Cuba.

Pero más aún, el 21 de enero del año 2020 el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro anunció la incorporación del embajador de Cuba en su Consejo de Ministros, tras consultarlo con “nuestro hermano mayor y protector, Raúl Castro”.  Así el portavoz de la presidencia de la República afirmó que el embajador Dagoberto Rodríguez participaría en las reuniones y tendrá las puertas abiertas en cada Ministerio para mejorar la relación entre Cuba y Venezuela. Como si se tratara de un escalón más en la búsqueda de una Cubazuela común, afirmaba el corresponsal de El Mundo de Madrid en Caracas, el periodista Daniel Lozano.

Aunque el suministro de bienes y servicios, (de Cuba a Venezuela por ejemplo), algunos lícitos, pero siempre muchos dentro de esa caja de pandora repleta de sorpresas, dista de ser un fenómeno nuevo, el contexto económico global de hoy ha permitido que el crimen transnacional se sirva de plataformas estatales aceptadas por el mundo para la consecución de objetivos contrarios a los intereses de los pueblos inspirados en el bien, un ejemplo de esto es que Venezuela se ha convertido bajo los gobiernos del socialismo del siglo XXI,  en una importante base para el transporte de alcaloides.

Los ejemplos de ciudadanos venezolanos, protagonistas como cooperadores inmediatos en el proceso del saqueo de la nación venezolana, que en el criterio de algunos pensadores, han sido simplemente mulas muy bien pagadas,  que han servido a intereses también para ellos desconocidos. Me cuento entre quienes creen que muchos,  la inmensa mayoría,  aún hoy ignoran a dónde han ido la gran parte de esos capitales expoliados que forman parte del saqueo transnacional de que ha sido objeto Venezuela.

El continuo saqueo de los haberes de la República, siendo estos transferidos a puntos del globo desconocidos, pero ciertos para algunos pocos. Científicos sociales de prestigiosas universidades venezolanas y de otros países calculan (Venezuela es uno de los cinco países en el mundo que no publica las cuentas nacionales) que entre lo percibido y lo que ha sido realmente y positivamente entrado en dineros al país hay un faltante que por el monto parecieran ser hijas de una mente fantasiosa e inclusive poco cuerda. Pero no, ni fantasiosas ni poco cuerdas, para estos científicos y después de muchos días de desvelo y de investigaciones prácticamente sin fuentes, pueden afirmar que la nación venezolana ha sido despojada entre regalos a países amigos, financiamientos a organizaciones políticas, no solo de la América Latina, también de Europa  (Partido Podemos en España y movimiento 5 Stelle en Italia) regalos a personalidades individualmente y en la llamada corrupción generalizada en su más amplia acepción, de entre seiscientos cuarenta mil millones de dólares (640.000.000.000) cifra de los investigadores más conservadores, hasta ochocientos veinte mil millones de dólares (820.000.000.000) para los científicos más pesimistas en cuanto al daño a la nación. 

Para esto traeré a vuestra consideración un par de ejemplos de negocios demostrativos que nos pueden dar una idea en proyección de este elemento que ha condicionado Venezuela a una probable, aunque jamás deseada, desaparición como nación. Comenzaré recordando un anuncio de Hugo Chávez cuando con una imagen de cristo crucificado en la esquina de la mesa de donde hablaba por televisión a nuestro manso pueblo, confesaba su alegría porque al fin las gloriosas Fuerzas Armadas Venezolanas podían tirar al cesto de la basura aquellos viejos fusiles FAL belgas, cuales aun cabalmente cumplían su cometido, siendo el arma que utilizaban nuestros soldados a fin de cuidar las líneas fronterizas y combatir la delincuencia. De hecho se ha podido comprobar que esos fusiles fueron entregados por los servicios de inteligencia venezolanos a los guerrilleros de las FARC (sic). Recordemos que Venezuela había sido hasta los finales del siglo XX una nación pacífica y solidaria, con un lenguaje no belicoso ni amenazante ni con sus vecinos ni con ninguna otra nación, hecho histórico que cambió con la llegada al poder de ese parapeto que solo ha aportado maldad, el llamado socialismo del siglo XXI.

Si, el regalo de los fusiles a la guerrilla colombiana fue consecuencia de la compra de 100.000 fusiles Kalashnikov AK 47 a la Federación Rusa, Venezuela pago 54 millones de dólares. En ese momento 18 años atrás el precio promedio de ese fusil incluyendo las diferentes versiones era de 240 U.S $ por unidad, así ha sido sostenido por varios grupos de investigación, tales como Organized Crime and Corruption Reporting Project de Alemania. Podremos agregar, que según una información aparecida en www.elmundo.es el 25 de noviembre del año 2015, ese fusil en el mercado negro, con todos los riesgos por la ilegalidad que eso implica, tenía un costo de 400 U.S $. El mismo en el mercado negro hacia los inicios de los años 2000 se cotizaba en 250 dólares. Todo esto confirma la información de que quien negoció a nombre de la República de Venezuela, él o ellos, simplemente se robó 30 millones de dólares. Esta negociación se cerró al inicio del año 2005.

Pero esa cantidad robada (la de los fusiles) pudiese entrar en el rango de los detalles, pasemos ahora a mirar, cuando aún el saqueo no estaba en su máximo apogeo, la compra de los célebres aviones de guerra Sukhoi 30 y de los sistemas de defensa aérea. Fue también al inicio de los años 2004 cuando se iniciaron las conversaciones con el fin de que Venezuela adquiriese 24 aviones de guerra y un sistema de defensas antiaéreas. Los precios pagados y la comparación con otros equipos de tecnología superior y de última generación, ofertas estás rechazadas por los compradores designados por Chávez. Los hechos nos muestran que en esa compra, además de los insolentes sobre precios, el daño patrimonial se multiplicaba al adquirir la mayoría de las veces equipos de segunda mano o también llamados más eufemísticamente equipos reconstruidos, portando muerte en los operadores de las fuerzas armadas.

Los aviones, ofrecidos por otras naciones, por ejemplo los norteamericanos, igualmente con tecnología de punta y de demostrada superioridad técnica y de combate, como el caso de los F 18, los cuales tecnológicamente superiores y con un ahorro para la nación de 480 millones de dólares no fueron tomados en cuenta, ocasionando un doble daño a nuestra nación, además del daño por el desfalco, el daño patrimonial al adquirir equipos reconstruidos y de mala calidad. Los negociadores venezolanos no fueron engañados, no, fue todo lo contrario, llegaron a Moscú con el ruego de ser engañados.

Documentos prueban que en ambas compras, las relativas a los aviones Sukhoi y a los sistemas de defensa antiaérea (misilísticos) el sobre precio fue de 1600 millones de dólares.

Esta narrativa confirma, como ya he sostenido al inicio de este trabajo, el proceso de desintegración que se produce en Venezuela. El fraccionamiento de la nación, el abandono del país por cerca de 9 millones de compatriotas en un periodo no mayor de 14 años, de los cuales un 70 % está compuesto por menores de 40 años. Nuestra juventud se fue, la perdimos. Quedan los ancianos y los bebés esperando el llamado de sus padres. Una población inerte, sin movilidad social, en un país que el 90 % de la población solo se alimenta con el 10 % de lo necesario para desarrollarse y crecer, independientemente de la edad. Un país que ha pasado de ser la segunda economía de la América del Sur a ser la última, un país que ha perdido el 10 % de su territorio a manos de organizaciones criminales y finalmente es la Venezuela actual aquella que ha sido víctima del más grande y cuantioso robo en la historia del mundo. ¿Estamos en el umbral de lo desconocido? No hay tiempo que perder.

Anfi del Mar el 11 de junio del año 2023.

 

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