El papa Francisco tiene muy presente Madrid. En 2014, un año después de llegar al trono de San Pedro, relevó a Rouco Varela como arzobispo de Madrid por Carlos Osoro, un hombre mucho más cercano a la Iglesia que predica el Pontífice argentino. Hacía tres años que Osoro había presentado su renuncia, desde entonces esperaba un sustituto y Francisco ha apostado por buscarlo dentro. Lo habitual hubiese sido nombrar a un obispo con experiencia en otras diócesis de España, pero el Papa ha preferido confiarle la tarea a José Cobo (Jaén, 1965), que hasta ahora ejercía como obispo auxiliar de Madrid. Los otros candidatos no convencían en Roma.
A sus 57 años, la juventud del nuevo arzobispo sorprende -y escuece- a los más puristas. Él dice, sin embargo, que no viene a cambiar nada, que su labor es continuar con la tarea que le deja Osoro, quien se irá a vivir a un apartamento de la Iglesia junto a la catedral de La Almudena. Cobo empezó a trabajar en Proyecto Hombre, en el popular barrio madrileño de Usera, y actualmente estaba al frente de la Pastoral Social y la Promoción humana del arzobispado, que se ocupa de los colectivos más vulnerables. El 8 de julio comenzará oficialmente el ejercicio de su cargo. Antes, tras la rueda de prensa posterior al anuncio de su nombramiento, atiende a EL ESPAÑOL en la sede de la revista católica Alfa y Omega.
P- Lo normal sería estar aquí ante una persona mayor que usted. ¿Cómo afronta el encargo? Muchos dirán que no tiene la experiencia suficiente.
R- Lo bueno es que no es una función solitaria. Hay un vértigo inicial, pero también una confianza en la gente que me rodea. Mi función es acompañar y hacer que la gente vaya construyendo la Iglesia que somos. No hay que hacer saltos ni piruetas especiales.
P- Usted conoce bien Madrid, lleva años trabajando con refugiados. ¿Cree que hemos fallado a la hora de acoger a los migrantes y a colectivos desfavorecidos?
R- Creo que no nos damos cuenta. Estamos muy preocupados en el sálvese quien pueda y perdemos la visión más humanitaria, más fraternal, que dice el Papa. Nos hemos centrado en nuestros intereses, a veces muy particulares, y perdemos la perspectiva global. Esa perspectiva no es el número de los que vienen, por ejemplo, sino las personas. Madrid se ha hecho de inmigrantes como yo, que soy de Jaén, y como que no queremos reconocerlo, nos cuesta. Debemos presentar una ciudad y una Iglesia abiertas, es el signo de nuestro tiempo.
P- Ha citado al papa Francisco, que además es el responsable directo de su designación. Por cosas como las que dice, algunos sectores lo han llamado comunista.
R- A quien le guste etiquetar, pues lo hará. Yo he dedicado la mayor parte de mi vida a ser cura y no he tenido tiempo para otra cosa. No me considero ni de un lado ni de otro, creo que hay que fijarse más en los puntos de conexión que en lo que divide. Si tuviera que definirme, diría que soy un conservador que se ha bajado del caballo para mirar como los samaritanos, para ayudar a subir al otro; y soy un progresista que conserva la fe de la Iglesia y cree profundamente en la tradición y en la verdad que me ha sido confiada. En cada momento tendré que tomar una u otra postura.
P- La Iglesia alemana ha tomado en los últimos años un rumbo bastante aperturista, sobre todo en la posición hacia los homosexuales y en lo relativo a la mujer, dejando incluso la puerta abierta a que puedan ejercer el sacerdocio. ¿Cree que la Iglesia española debería seguir un camino similar?
R- España tiene que hacer su propio camino y nosotros no somos Alemania ni tenemos la tradición alemana. Nosotros hemos seguido un camino sinodal, reactivando todos los mecanismos de participación y comunión que teníamos, ahí es donde estamos. Hay aspectos que no podemos negar, como la antropología cristiana. No vamos a ir a una antropología que nos desvincula de Dios ni que supone una ruptura con toda la tradición de la Iglesia.
P- Se define conservador en algunos aspectos y progresista en otros. Pero, comparado con el resto de diócesis españolas, usted representaría un ala más aperturista. ¿Cree que las distintas administraciones políticas de Madrid conectan con esa misma línea?
R- Son aspectos distintos, creo que como Iglesia no nos toca entrar en juegos políticos de cómo definirnos unos y otros. Lo que nos toca es tender puentes, ahora más que nunca. Madrid es más que un partido político, es una ciudad que tiene grandes posibilidades, pero también donde mucha gente lo está pasando mal, donde tenemos unos problemas de vivienda serios, donde es acuciante respetar los derechos de los migrantes. Tenemos una brecha social considerable y debemos fijarnos en esos aspectos sociales, independientemente de los partidos.
P- ¿Le preocupa el nivel de polarización?
R- Me parece que existe un nivel acuciante. Nosotros solemos tener encuentros con políticos y ese es el clamor de todos. Los políticos creyentes, de distintas tendencias, insisten en que hay que bajar el nivel de polarización para insistir en el encuentro.
P- Cuando usted asuma el cargo oficialmente España puede estar en la antesala de un cambio político. El PP recurrió la actual ley de plazos del aborto y Vox está radicalmente en contra. ¿Dónde cree que debería colocarse la Iglesia en ese sentido?
R- La Iglesia siempre va a defender la vida y también defiende la libertad para que cada cristiano ejerza su voto en conciencia. Ahí no va a haber rebajas.
P- ¿Pero a ustedes les sirve la ley actual?
R- No. Con el aborto, la Iglesia nunca va a estar de acuerdo. Nosotros vamos a ser siempre defensores de la vida y eso compete también al final de la vida. La Iglesia siempre va a defender que dependemos de Dios y no de nuestras decisiones.
P- Está previsto que dentro de poco la Justicia se pronuncie sobre el llamado caso Fundaciones, un escándalo por la venta de edificios que ha salpicado al arzobispado de Madrid. Los autos no han hallado responsabilidad en su contra y lo previsible es que la institución y sus responsables sean exonerados. Pero, ¿cómo ha afectado al prestigio de la archidiócesis?
R- Ocurrió en fundaciones civiles, con soberanía propia, donde hay eclesiásticos. Nosotros hemos permanecido en silencio porque no queríamos obstaculizar, pero creo que se ha querido instrumentalizar. La instrucción está terminando y, efectivamente, el auto dice que la Iglesia y los eclesiásticos que había no han participado en ello. Para nosotros es un alivio, pero también ha provocado mucho sufrimiento.
P- Otro de los grandes asuntos a los que deberá responder es el de los abusos sexuales. La archidiócesis de Madrid es de las pocas que han hecho públicas las denuncias y han cooperado para atender a las víctimas. Pero, los números siguen siendo escasos si los comparamos con otros países. ¿Por qué en España no se ha afrontado una investigación en profundidad, como sí ha ocurrido en Francia, Portugal o Irlanda?
R- Yo creo que cada país tiene su proceso y vamos siguiéndolos a los ritmos que podemos. No sólo en la Iglesia, sino socialmente. En España hemos cerrado hace dos semanas un protocolo desde la Conferencia Episcopal y se han articulado mecanismos de formación y educación. En Madrid, que es lo que me compete más directamente, hemos ido dejando que las víctimas marcaran la hoja de ruta según lo que hemos ido descubriendo. Entonces, yo creo que en la medida en que la Iglesia se ponga a mirar desde los ojos de las víctimas va a ir dando nuevos pasos. El gran dolor de las víctimas era que no se podía contar, que no ha habido transparencia. Vamos a ponernos a su disposición, porque hay un clamor social para escuchar la voz de todas estas víctimas.
P- ¿No cree que ha habido muchos años de ocultación y que todavía en algunos sectores de la Iglesia se mantiene?
R- Yo no veo tanto la ocultación, sino un fenómeno que viene más de la sociedad, que es no caer en la cuenta del dolor de las víctimas. Es decir, hay un momento en el que creo que las instituciones hemos podido pensar, o se nos ha ido la mano, en salvar la institución antes que a la víctima. Y creo que eso es lo que ahora mismo está cambiando. La víctima es la que provoca que haya transparencia y que la institución se ponga a su servicio.
P- ¿Cómo piden perdón ante eso?
R- Creo que lo hemos hecho. A mí me ha tocado personalmente pedir perdón en nombre de la Iglesia y es una experiencia honda, profunda y muy sanadora para todos. Es reparador para la víctima que la Iglesia escuche y pida perdón, que reconozca que hemos hecho mal las cosas porque no les hemos creído.
P- En su rueda de prensa ha dicho que una de sus labores es reubicar a la Iglesia en el mundo actual. ¿Cuál es el lugar en el que deben estar? ¿Cree que en algún momento han perdido la perspectiva?
R- No, creo que la Iglesia está donde tiene que estar. Pero yo no voy a decidir el camino, no voy a ser el Capitán Araña que se pone el primero. Mi función es que veamos juntos hacia dónde tenemos que ir. Estamos en un momento de cambios antropológicos, técnicos, culturales, cambios en la forma de amar, de ser, de trabajar… Y la Iglesia tiene que aprender a decidir su forma de actuar.
elespanol.com