Luego de la primera vuelta electoral en la UCV, después de más de una década sin realizar los comicios correspondientes en todas las universidades del país, se pueden hacer algunas aproximaciones iniciales sobre el significado de sus resultados, tanto a lo interno como en relación en la situación política del país. Esto es perfectamente posible, pese a no haberse concluido todo el proceso y no saberse aún quienes serán electos como autoridades rectorales, pues los resultados habidos son claros en aspectos esenciales para la academia universitaria y para la nación venezolana en el momento crítico actual. De más está decir que las elecciones y sus resultados son positivos para la vida y normalización de la UCV y significan el inicio de su recuperación, sin que esto signifique que la labor venidera sea fácil, ante un gobierno que no se ha caracterizado por ser amante ni respetuoso del conocimiento.
De las elecciones queda claro que el gobierno no pudo imponerle totalmente a la UCV las disposiciones inconstitucionales de la Ley Orgánica de Educación. Junto con otras universidades, se resistió los embates gubernamentales, muchas veces violentos, en forma similar a como se hizo con las acciones de los regímenes de Guzmán Blanco, Gómez, Pérez Jiménez y los tres primeros del período adeco copeyano. Sin embargo, la universidad debió ceder parcialmente, tal y como ocurrió ante las reformas reglamentarias y legales de los gobiernos de Leoni y de Caldera I en su momento, al no tener la suficiente fuerza para derrotar totalmente la injerencia anti académica gubernamental.
Otro elemento que se extrae de los resultados electorales, es el rechazo de los universitarios a una gestión administrativa de 14 años de unas autoridades rectorales, que abandonaron a la UCV a su suerte, que pusieron a la institución al servicio de la política extremista violenta de un sector de la oposición, colocándola dentro de la pugna polarizada que ha destruido al país, y que tuvo un comportamiento reñido con la honestidad y la sana práctica administrativa. El actual Secretario y Vicerrector Administrativo encargado fue ampliamente derrotado en sus aspiraciones rectorales y la plancha aupada por la rectora García Márquez también fue rechazada por los electores.
Pero al mismo tiempo, esos electores derrotaron las políticas anti universitarias del gobierno de Nicolás Maduro, su desprecio por el conocimiento científico y humanístico, su hostigamiento financiero a la institución, el grave deterioro en las condiciones de vida de profesores, estudiantes, profesionales y trabajadores, y sus intentos demagógicos y chantajistas con la pretendida acción de rescate del patrimonio ucevista. La plancha oficialista quedó de penúltima en votos de las siete planchas inscritas, sin clasificar ninguno de sus miembros, y el propio candidato a rector perdió su cargo de representante profesoral de años en el Consejo Universitario. Los electores derrotaron al gobierno, pero también a los representantes de la oposición extremista; derrotaron a ambos.
Las elecciones ucevistas tuvieron una gran participación de la comunidad, sobre todo de los profesores activos, quienes asistieron en un 75 a 80 por ciento; fue una gran fiesta participativa, muy democrática, humana y solidaria; un reencuentro de profesores entre sí y con sus alumnos, de viejos graduados con su Alma Mater, de compañeros de trabajo y de lucha. Muy plural en su composición, pero todos animados en la defensa de la Casa que vence la sombra contra sus enemigos externos e internos. No hubo incidentes violentos de ningún tipo, lo que demuestra que los venezolanos somos gente de paz y que creemos que las contradicciones, por muy grandes que sean, se pueden arreglar con el diálogo, el consenso, la amplitud y llamando a que la gente se exprese libremente, equitativamente, sin presiones indebidas, sin ventajismos de nadie y usando más el cerebro que las vísceras abdominales.
A finales de mes escogeremos entre dos candidatos académicos a rector, con máximos grados de formación y de escalafón, con gran experiencia y trayectoria, demócratas, partidarios del diálogo y del consenso, luchadores en defensa de la universidad autónoma, del conocimiento, la calidad y la excelencia; lo cual da gran tranquilidad a los electores, pues la universidad con seguridad estará en buenas manos. Así ocurre, con alguna excepción, con las otras autoridades; los electores deberían revisar sus trayectorias, sus credenciales académicas y separar a los académicos de quienes no lo son, de manera de no equivocarse. Las jerarquías universitarias deben ser determinadas por la academia.