Como ha sido una reiterada costumbre, cada vez que finaliza un evento deportivo, nacional o internacional, la tertulia entre los entrenadores, atletas y dirigentes siempre gira en torno a ese acontecimiento. En esta oportunidad, el tema de conversación era los recién finalizados «Juegos Parapanamericanos de la Juventud» celebrados en la ciudad de Bogotá, Colombia, del 2 al 12 de junio del presente año.
Lamentablemente la historia del fracaso reiterado se hace presente nuevamente. Colombia, punto referencial para el análisis de nuestros resultados deportivos a nivel del ciclo olímpico, nos volvió a superar en esta oportunidad, como lo viene haciendo desde el año 2013, cuando logró desplazarnos del primer lugar en los Juegos Bolivarianos, luego de 48 años seguidos de supremacía venezolana en dicho evento deportivo.
En esta oportunidad, Parapanamericanos Juveniles de Bogotá 2023, Colombia, con su destacada actuación, agranda el abismo con respecto a nuestro país al ocupar el primer lugar del medallero con un total de 85 medallas, de las cuales 36 fueron de Oro, 26 de Plata y 23 de Bronce. Venezuela pasó a ocupar un sexto lugar, alcanzando solo 34 medallas, separados de Colombia en 51 medallas. En Oro la diferencia fue de 24, en Plata 7 y en Bronce 13. En el cuadro final, Venezuela quedó en el 6º lugar, que en la práctica ha podido ser el 9º lugar, si hubiesen participado los Estados Unidos, Canadá y Cuba, por solo citar a algunos de los países ausentes. En el tobogán del fracaso nos hemos desplazado del primer lugar en el 2005 al sexto lugar en el 2023. El deporte, en la revolución bolivariana del siglo XXI, va en caída libre.
Más allá del cuadro de medallas, se hace necesario considerar los diferentes aspectos que han incidido en esta cadena de desastres o fracasos deportivos. En cuanto a la conformación de la delegación que nos representó en los referidos juegos, hay que destacar que la misma estuvo conformada por 61 atletas y ¡¡¡78 acompañantes!!! O sea que el turismo de enchufados acompañantes superó a los atletas.
Quizás los hechos más relevantes que han incidido en nuestro retroceso deportivo tengan que ver en primera instancia con, la suspensión de los Juegos Deportivos Nacionales por diez años consecutivos. Hecho este que coincide plenamente con el desplazamiento de nuestro país del primer lugar en los Juegos Bolivarianos.
Los Nacionales fueron suspendidos en el 2013 y ese año perdimos la supremacía en los Bolivarianos. Volvimos a perder en el 2017 y para esa fecha los Juegos Nacionales seguían suspendidos y en el año 2021, Colombia nos volvió a ganar y los juegos siguen suspendidos.
Algunos dirán que este año 2023 se realizaron los nacionales, lo cual es cierto, pero hay que decir que lo ocurrido fue una «parodia» o un engaño populista para tratar de tapar la incapacidad e incompetencia de las autoridades deportivas del régimen: Ninguna de las Direcciones de Deporte del país contaban con recursos presupuestarios para la preparación y participación de los atletas representativos de sus estados en la parodia gubernamental. Sumado a esto, la multiplicación de las sedes (7) ocasionó insuperables gastos para las delegaciones, los equipos que lograron clasificar en los eventos zonales, posteriormente fueron informados que estaban eliminados y en los deportes individuales les comunicaban que por órdenes del IND debían reducir sus delegaciones.
En segunda instancia hay que señalar a la corrupción en los manejos de los dineros públicos asignados al deporte. Las Federaciones Deportivas nunca recibieron los presupuestos necesarios para el desarrollo de sus Programas Operativos Anuales (POA), El destino de los recursos del Fondo Nacional del Deporte hasta este momento es desconocido, nadie entrega cuentas del manejo de esa cifra millonaria de bolívares.
Las Selecciones Nacionales no tienen el apoyo necesario para sus concentraciones o intercambios ni en materia de pasaportes o reserva de vuelos. La incompetencia de las autoridades deportivas es manifiesta: atletas y delegaciones se han quedado varadas porque estos detalles no fueron resueltos. Quedan para la historia de la corrupción en el sector deportes la Copa América de Futbol, el Estadio Iberoamericano de Atletismo, los Expedientes de Cadivi y los escándalos del despilfarro en los Juegos del Alba.
En tercera instancia, la inexistencia de un programa de Asistencia Social Integral al Atleta que pueda garantizarles el pago oportuno de las becas, asistencia médica, estudios, transporte, alimentación y dotación de equipos a los atletas que conforman nuestras delegaciones representativas.
Igualmente, con mucha indignación y dolor, hay que señalar que la seguridad social de los trabajadores del sector deportivo obreros, empleados y entrenadores activos y jubilados ha empeorado progresivamente; los contratos colectivos están congelados desde el año 2000, salarios de hambre, no se les reconoce la homologación de las pensiones y jubilaciones, se mantiene cerrada la Escuela de Entrenadores, los seguros HCM por sus pírricas coberturas prácticamente los mantienen en condiciones de «condenados a muerte», los manuales clasificadores de cargos no son aplicados y los pasivos laborales duermen el sueño del burócrata, en la larga espera de su cancelación. Salarialmente son discriminados frente a los chulos entrenadores cubanos.
La diáspora de atletas y entrenadores generada por la crisis que hoy vive el país y que han conseguido poder trabajar y competir en otras latitudes, es otro de los factores que hoy afectan negativamente al deporte. Varios atletas y entrenadores paralímpicos han emigrado y hoy entrenan y representan a otros países como Chile, Colombia, España, Ecuador y Perú.
Frente a todo esto, las autoridades deportivas del régimen (Ministerio del Deporte, IND y Comité Olímpico Venezolano) pretenden tapar sus errores, falta de programas y su desconocimiento de la materia deportiva solo con consignas demagógicas o populistas tales como: «Generación de Oro», «Somos Potencia Deportiva» o «Venezuela se arregló». Es el caso típico de los ineptos en el poder.
Superar el deslizamiento del deporte en el tobogán del fracaso producido por esta tormenta perfecta de problemas requiere un cambio de gobierno, planes y programas para restituir integralmente los Juegos Nacionales, un programa de Asistencia Social para los atletas y entrenadores, acabar el flagelo de la corrupción, fortalecer la autonomía del sector deportivo federado, recuperar nuestras instalaciones deportivas, una ley de deporte que limite la dualidad de cargos en las organizaciones, que elimine la reelección indefinida, que prohíba la elección de funcionarios públicos de libre nombramiento y remoción en la dirigencia deportiva, un acuerdo con el sector universitario para la formación de entrenadores, el manejo transparente del Fondo Nacional del Deporte, la descentralización del programa Deporte para Todos y un presupuesto acorde con las necesidades del sector.
Licenciado en Educación, profesor en la UPEL