José Gerardo Mendoza: Castigo de Dios

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El fracaso es el condimento del éxito, confía en este mensaje de Truman Capote, el optimismo es el multiplicador de la fuerza y el camino correcto que hay que andar hacia la búsqueda de la solución, mantenerse fuera del conflicto y aportar en la búsqueda de soluciones que sea parte de una buena convivencia que refuerce la fe y reviva la esperanza que en este momento está ausente, algo que es de alto peligro porque puede acabar con las ilusiones,  propósitos y  proyectos de vida con lo que todos los humanos fuimos dotados como un derecho adquirido que nadie puede arrebatarnos y de ser arrebatado la vida no tiene sentido, entonces si logran quitarnos estos dotes la vida no tiene futuro es una invitación o el epicentro de la apatía; el desencanto, la desilusión, el fracaso y el bueno para nada es el castigo, así que hoy no hice nada y mañana no tengo nada que hacer, cosa más triste y lamento que esto siga sucediendo en la mente y pensamiento activo de las personas que desean hacer, producir, generar empleos y compartir, se encuentra con sopotocientas trabas, todos los inconvenientes habidos y por haber para no permitir desarrollar su creatividad y deseos de superación con lo que todos nacimos, a menos que sea cubano que disfruta de estas frustraciones y convive felizmente con la miseria y se les olvida que este fue uno de los países con mucha riqueza y adelanto del mundo.

Lo que hoy no se valora en un futuro se lamenta, por ello debemos estar conscientes que el porvenir se planifica en el presente y creo que ese fue uno de los peores errores cometidos aquí en nuestra nación, que pecado tan grande cometimos  para caer en este precipicio y la lamentable historia que nos tocó oír, por ejemplo lo más lamentable la desintegración familiar, casi ocho millones de venezolanos deambulando por el mundo, abuelos en la más paupérrima soledad, madres y padres dando bendiciones al aire sufriendo la ausencia de sus hijos y las lágrimas de dolor de no verlos, según los estudiosos de la materia el ochenta y cuatro por ciento de la estructura productiva fue destruida y pare de contar.

Con esta reflexión no busco culpables, solo me toca o nos toca decir a nadie culpo el haberme gastado mi vida si fuimos nosotros los verdaderos culpables ¿dónde estábamos nosotros los que deseamos y practicamos el bien para todos?, nos tocaría hacerle una pregunta a Dios, díganos Dios si nos dotaste de la nación más rica y bonita del mundo fue como un castigo o para ver nuestro pensar y sentimiento y          que no supimos cuidar y amar todo lo que has hecho por nosotros, perdónalos Dios porque si fue un castigo ya está muy largo y parece no tener fecha de vencimiento.

Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país.

volcancito2@gmail.com

 

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