Sufrimos todos los maltratos, ineficiencia e indiferencia de un gobierno déspota y no hemos entendido que salir de ellos conlleva lucha y persistencia. Cualquier vía escogida nos pondrán trabas y nos cambiarán las reglas del juego, esa experiencia ya la hemos vivido. No quieren dejar el poder, es mucho lo que tienen escondido detrás de los fusiles y los muros de Miraflores. Tenemos que persistir y andar zigzagueando sus minas sembradas y las que van sembrando. Sin estas corazas y convicción nada lograremos. No nos podemos dejar dominar definitivamente por la barbarie y el odio. Nos están impregnando y contagiando el ambiente definitivamente. Rodeados por una atmosfera densa que oculta los secretos y crímenes y no nos permite pensar con claridad.
Venezuela ha tenido una historia de luchas y tenemos derecho a buscar nuevamente la luz que una vez nos alumbró. Nadie nos la regaló, la conquistamos como conquistaremos la de hoy tan puesta en duda. No podemos volvernos a acostumbrar al autoritarismo y la fuerza bruta como en una oportunidad señaló Manuel Caballero. Pensar con claridad y actuar con valentía es en este momento crucial. Los regímenes autoritarios se dan un barniz democrático llamando a elecciones, el mundo contemporáneo lo exige. Es solo una fachada que van entorpecer por todas las vías con el fin de reproducir las prácticas autoritarias. Su intención es manipular las elecciones.
Tuvimos un tiempo de júbilo en los años 1990. Creímos a América del Sur libre de ejercer las elecciones de forma democráticas, es decir con unas democracias consolidadas, sin embargo, cuando estábamos consolidando nuestros sistemas, vía electoral se fueron eligiendo los gobiernos autocráticos. Hoy la mayoría de los países de la región están bajo el control de lo que recientemente se ha denominado “autoritarismo electoral”. Esta modalidad es la más difundida en el mundo en desarrollo para poner fin a las democracias. No son elecciones democráticas las que se celebran, se vulneran todas las garantías de libertad, secreto del voto, y tratan de voltear los mecanismos propios de las votaciones en unos de dominación autoritaria.
Ya sus tramposas actuaciones son desfachatadas porque han ido agarrando confianza, se sienten a sus anchas para ir proponiendo, en otros países, canjes de sus presos corruptos por ciudadanos honestos de otras naciones retenidos, injustamente, en las tenebrosas cárceles venezolanas. Rehenes que pueden ser canjeados y que son tratados como mercancías valoradas. Una y otra vez son rechazados en sus fechorías. Pero estas mismas bravuconadas son armas de doble filo y se les van volteando en su contra. Mientras tanto para nosotros, ciudadanos votantes las mayorías de las jugadas de los factores de poder nos permanecen a oscuras. Hay una lógica de desconfianza que nos mantiene en una duda constante.
Las elecciones son esenciales en el juego político aun siendo distorsionadas, estamos luchando para lograr la mayor claridad posible. A estas alturas nadie imaginaría que celebraríamos unas elecciones trasparentes y en paz. Es una guerra, pero con votos y electores. Nadie tiene la última palabra hasta que se diga.