Por cierto, no se trata solamente del Colegio San Ignacio. También se están celebrando los 70 años de la Universidad Católica Andrés Bello y los 75 años del Jesús Obrero que también son centros de enseñanza jesuita.
Tuve la suerte de estudiar mi bachillerato en el Colegio San Ignacio y después estudié mi carrera de abogado, cinco años, en la universidad católica. Después hice un post grado en Ciencias Políticas en la Universidad de Georgetown en Washington que también es regentada por la compañía de Jesús.
Yo le debo mucho a la enseñanza Jesuita. Soy un ex alumno agradecido. No sólo fue el contenido de sus enseñanzas. Fue, sobre todo el ejemplo que recibí de muchos de mis maestros.
Los hermanos Aguirre: Jenaro, un gran maestro. Manuel, el que me inició en el estudio de la Doctrina Social de la Iglesia. El Padre Federico Muniátegui, mi director espiritual. Una de las influencias más positivas en mi vida. El Padre José María Velaz fundador de esa extraordinaria obra de dimensión continental que se llama Fe y Alegría. José María Olazo director de la Facultad de Derecho durante los cinco años de mis estudios universitarios. El Padre José María Salaverria y el Padre Machimbarrena.
Ellos me enseñaron una lección fundamental: -En todo amar y servir-. Amar a Dios y amar al prójimo. De eso se trata en la vida. Una vida dedicada al amor vale la pena de ser vivida. Ellos me enseñaron la importancia del carácter, de la reciedumbre, de vivir conforme a ideales trascendentes. La importancia de ser un hombre de bien.
En el marco de la celebración de los cien años del Colegio San Ignacio tendremos la primera visita oficial del Prepósito General de la Compañía de Jesús, el Papa negro, que por casualidad es un venezolano: Arturo Sosa Abascal. Un gran orgullo para todos los venezolanos que un compatriota nuestro sea el Superior General de la Compañía de Jesús.
En el marco de esa celebración, tendremos un Congreso en el que hablaremos de valores propios de la enseñanza Jesuita: hablaremos de inclusión, de reconciliación y de reconstrucción. A esos valores me referiré en próximos artículos.
Mientras tanto, felicitaciones a toda la familia Ignaciana.
Seguiremos conversando.