Este texto se publica íntegramente y busca responder a un cuestionamiento publicado en este medio de comunicación.
La familia es el núcleo fundamental de la sociedad, dentro de este núcleo son principalmente los padres la columna vertebral, los actores principales en el proceso de desarrollo de los niños, niñas y en quienes recae una mayor cuota de responsabilidad de criar, proteger, asistir y amar a los hijos, debido a que efectivamente la importancia del ejercicio de la maternidad y de la paternidad no se reducen únicamente a la acción de alumbrar y/o alimentar a un niño/a, existen otros aspectos que invisten de complejidad el rol que una madre o un padre deben desempeñar, siendo estos tal como los señaló Winnicott, (1992), la primera realidad a la que el nuevo ser accede y los responsables de lo que será su desarrollo en todas las dimensiones humanas a lo largo de la vida.
Estas acciones que en la mayoría de los casos deberían ser llevadas a cabo con el más puro amor de una madre o un padre hacia un hijo o hija, se ven nubladas cuando las diversas problemáticas personales, familiares y de pareja inician y se extienden a estos hijos, quienes muchas veces de manera involuntaria pasan a formar parte de esta nueva realidad adversa, agravándose el panorama cuando se trata de niños, niñas o adolescentes.
La legislación venezolana protege de manera explícita los derechos y garantías de los menores, pudiendo decirse que son estos los seres vivos más protegidos a nivel legal dentro del Territorio Nacional. En función de esto, un grupo de hombres y mujeres quienes hemos puesto en manos del Tribunal de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, el cumplimiento de los derechos y garantías de nuestros hijos e hijas en momentos cruciales de sus vidas, decidimos alzar voces en favor de este órgano del Sistema.
Así mismo reconocemos y agradecemos la labor que cada trabajador desempeña en dicha institución, desde sus alguaciles, archivólogos, secretarías, personal obrero, miembros del equipo multidisciplinario y finalmente los encargados de dirigir este ente, que son sus jueces, quienes con las limitaciones propias de la actualidad y en muchos casos con recursos disminuidos, siguen en marcha con todo el trabajo que la protección a nuestros niños, niñas y adolescentes en el Delta supone.
Expresamos gratitud y solidaridad al abogado, Danny Alejandro Malavé Ramos, quien desde hace muchos años ha velado por la protección de los NNA, quien en su debido momento ha protegido a través de sus decisiones el bienestar de nuestros hijos e hijas; entendiendo que su trabajo no se encuentra basado en la complacencia a los deseos de los padres, si no al cumplimiento de lo que la LOPNNA en su artículo 8 denomina como: “El interés superior del niño, niña o adolescente”.
Y es que precisamente, es ese interés superior, la brújula de cualquier acción, siendo el bienestar en todas las esferas y la felicidad de nuestros niños, lo que debe prevalecer por encima de las pretensiones de cualquiera de las partes. Ya se ha comentado que los niños son el futuro de la humanidad, la responsabilidad por su debida crianza y educación recae principalmente en los padres, y el deber de emanar justicia para los NNA, les corresponde a los organismos que han sido instituidos y que hasta el día de hoy han sido fieles a lo que las leyes le han conferido.
De esta manera, invitamos a aquellos padres y usuarios en general, que puedan dar fe de la adecuada gestión del Tribunal de Protección de los NNA, del Abogado Danny Malavé y de cualquier otro noble trabajador de esta u otras instituciones del Sistema de Protección, a unirse a este pronunciamiento, a expresar sus opiniones y a demostrar que en el Delta los buenos ciudadanos seguimos siendo más.
Tane Tanae