Román Ibarra: Ceguera

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Sea como sentencia bíblica, o como refrán popular, lo cierto es que a pesar de estar relativamente fácil, no queremos verlo. Mejor dicho, en la autocomplacencia, megalomanía y narcisismo no nos damos cuenta de qué es lo que debemos hacer para salir del atolladero en que nos hemos metido.

Varios ejemplos de la historia política reciente parece  que no nos han dejado ningún aprendizaje. La unidad chilena para derrotar al dictador sangriento Pinochet, solo fue posible cuando los actores de entonces entendieron la necesidad de hacer un esfuerzo por el interés general, y no de sus partidos.

Del mismo modo, puede decirse de lo ocurrido en Polonia, con Walesa al frente, y la presión internacional del Papa, Juan Pablo Segundo, para alcanzar elecciones relativamente libres, y derrotar finalmente a la tiranía comunista de Jaruzelsky.

Otro tanto ocurrió con los esfuerzos del Presidente Carlos Andrés Pérez, y otros líderes hemisféricos para derrotar la tiranía sandinista en Nicaragua, con la candidatura de la señora Chamorro.

Otra gran iniciativa, y quizás una de las más emblemáticas, la candidatura de Nelson Mandela (Madiba), símbolo de integridad y lucha para unir a sus conciudadanos y derrotar electoralmente a las minorías blancas holandesas, que por tantos años oprimieron a Suráfrica. Por cierto, para dar estabilidad y como muestra de grandeza, Mandela nombró como Vicepresidente a Frederick De Klerk,  representante de la minoría holandesa, que venía de ser Presidente de la nación, y lo mantuvo en prisión. A raíz de ello alcanzaron de manera conjunta el premio Nobel de la Paz.

En nuestro caso, ya sumamos 24 años de gobierno ininterrumpido de Chávez, primero, y luego Maduro, que ha servido solo para la destrucción casi absoluta del país. Todo lo bueno y estable que se construyó en la democracia civil en el breve período de 1958-1998, ha sido destruido por la visión equivocada; incompetente, y corrompida de ambos mandatarios.

Hoy tenemos el país con el peor desempeño económico; político y social del hemisferio, y probablemente del mundo, a pesar de que la naturaleza nos dotó con especial gracia de un sinfín de bondades, que de haberlas aprovechado correctamente, estaríamos en franco camino hacia el desarrollo.

Pero así como hemos padecido de 24 años de gobiernos mediocres de Chávez y Maduro, también hay que decir que tenemos como contrapartida, la peor oposición posible.

El desvío a Miraflores de la marcha del 11 de abril de 2002; el paro petrolero; la huelga general; el Carmonazo; la Plaza Altamira; el RR 2004; la abstención de Súmate nariceando a los partidos en 2005; el Chávez vete ya; Maduro vete ya 2014; guarimbas; trancazos; jóvenes con escudos de cartón lanzados a la muerte; presos y heridos. El interinato inconstitucional; El 30 de abril, y la operación Gedeón (golpismo chapucero); el solos no podemos; dictadura no sale con votos;  el R2P; la promoción de invasión militar al país; abstenciones recurrentes para entregar todo el control institucional a Maduro, y el oficialismo, hacen una ristra muy larga de yerros increíbles de una oposición mediocre, pero entregada al servicio del dinero abundante de fuerzas extranjeras, con etiqueta de ayuda humanitaria que jamás llegó, ni estuvo al servicio de los más necesitados.

Una estafa agravada y continuada que también se expresa en la división de los partidos, de los cuales, solo una pequeña porción está intentando hacer una elección primaria que hace aguas por todos lados, potenciada por la astucia y ventajismo del gobierno, a través de las instituciones bajo su control, como el CNE, y la AN, regaladas como dijimos por la abstención.

Por ahí no es. Se trata de un esfuerzo patriótico, y gran desprendimiento para lograr consenso en torno a un programa mínimo de gobernabilidad, y un candidato con suficiente entidad y solvencia para dirigir la transición que nos tocará vivir a partir de 2025 con todas las instituciones en contra. Todavía se puede; hagámoslo.

@romanibarra

 

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