La gerencia de la educación en Venezuela, bajo la tutela de los revolucionarios siglo XXI, no deja de alarmar a la sociedad. Los propiciadores de la ideología del atraso la enrumban hacia el precipicio, y evaden el debate propositivo. Los alienta la destrucción del pensamiento libre, y el conocimiento sustentado en la diversidad. El rechazo a tales pretensiones no se ha hecho esperar, y en los espacios naturales para enaltecer la enseñanza-aprendizaje, y la pedagogía, el profesionalismo y la civilidad de los educadores se ha expresado para distanciarse de la pretensión del régimen de someterlos.
La crisis de la educación no es producto de un fenómeno aislado, forma parte de la emergencia humanitaria compleja por la que atraviesa el país, en la que las distorsiones socio-económicas son el lugar de encuentro de las comunidades y las familias. Allí se convive, se conversa, y se recuerda con nostalgia lo que se tenía, y lo que se tiene. En el modelo educativo centralizado aplican la asfixia como estrategia, limitando los presupuestos a las instituciones educativas en todos sus niveles y modalidades; niegan salarios que dignifiquen la profesión, y estimulan la renuncia; violan la autonomía universitaria, acosando a las universidades que no se unen a lo dispuesto por el régimen. Los indicadores con resultados serios, son reemplazados por la desinformación. De la deserción escolar todo es un rebaño de incoherencias. Le temen a la transparencia.
Según el informe del Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo 2020 (PNUD), Venezuela ocupaba el puesto 113 entre 180 países. Del 2021 al 2023, no se tiene mayor información. Al indagar los aportes de Organizaciones No Gubernamentales (ONG), como el Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos (PROVEA); Acción Solidaria; Alimenta la Solidaridad, o también en el Foro Venezolano de Educación Ambiental (FOVEA), se puede contactar el desmejoramiento de la calidad de la educación, desde que los revolucionarios del siglo XXI se hicieron del poder.
El desbarajuste golpea a millones, entre niños, adolescentes, docentes y familias. La alimentación escolar integral, balanceada, se esfumó para dar paso a 4 pacas de harina, y migas de proteínas. Se les exige a los educadores aportes económicos para gastos de funcionamiento, y además les cobran en moneda extranjera la prestación de servicios en las dependencias gubernamentales, que deberían ser gratuitos. Las estructuras escolares son utilizadas para el proselitismo partidista, sin que medie solicitud alguna. Todo es a lo mero macho.
La muletilla para intentar frenar el reclamo es que van a migrar las nóminas de educadores dependientes de gobernaciones y alcaldías al nivel central. Demostración palpable de la incapacidad que tienen para resolver los problemas domésticos, y prefieren entregar la solución a extraños. Ya son 24 años en que los revolucionarios del siglo XXI mantienen la educación en mengua.
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