La semana pasada estuvo repleta de conmemoraciones muy importantes para Venezuela. Entre ellas la Batalla de Carabobo, fundamental para nuestra independencia. Por cierto, es impresionante como las cabezas civiles y militares del régimen olvidan el reconocimiento que siempre merecerá José Antonio Páez, factor de primera línea en el triunfo y para la opinión de muchos el verdadero fundador de la República la cual presidió en varias oportunidades. Recordemos que el propio Bolívar lo ascendió a lo más alto de la jerarquía militar en el propio campo de batalla.
También se celebra el Día del Ejercito lo cual nos lleva a muchas reflexiones. Los militares han sido protagonistas de buena parte de la historia. Para bien y para mal. Encontramos de todo. Es difícil sacar conclusiones cerradas y excluyentes con tantos factores, pero creo que el balance termina siendo positivo hasta finales del siglo pasado.
El primer cuarto del siglo en marcha está lleno de sombras y desviaciones en el mundo militar. Intrigas, divisiones internas, represión, corruptelas variadas, presencia de factores conocidos del narcotráfico y hasta del terrorismo internacional. Todo está a la vista. Venezuela es objeto de una creciente y preocupada atención de la comunidad internacional. La situación geográfica del país y sus inmensos recursos naturales y mineros motivan la necesidad de un seguimiento permanente.
Podríamos continuar con el tema, pero necesariamente debemos hacer mención al centenario de la presencia contemporánea de la Compañía de Jesús en el campo de la educación. La creación de instituciones educacionales y de formación social ha sido muy importante para los venezolanos de todos los niveles sociales.
100 años del colegio San Ignacio de Loyola son suficientes para entender lo que han significado los jesuitas. Los colegios fundados en ciudades como Mérida, Maracaibo, Barquisimeto y la multiplicidad de instituciones en sectores populares de Caracas y otras ciudades del país.
Quienes hemos sido sus alumnos llevamos un sello indestructible independientemente de la posición política o de cualquier tipo que tengamos. En lo estrictamente personal mi hermano Fernando, fallecido hace año y medio y mi persona, somos egresados del Colegio Gonzaga de Maracaibo, integrantes de la primera promoción de bachilleres del Colegio. Quienes nos conocen saben de nuestras serias diferencias políticas, pero nunca llegaron a separarnos en el afecto y en la unidad familiar sembrada en nosotros por nuestros padres y desarrollada por la importante influencia de los jesuitas en nuestras vidas.
Seguimos con mucho interés los aportes permanentes de la Universidad Católica Andrés Bello. Excelente centro de estudios concretos en sus distintas facultades y escuelas, pero también sobre la situación nacional, continental y mundial En sus setenta años de fundada, la UCAB es otro ejemplo.
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