Neuro Villalobos: Nuestro compromiso

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No existe sustituto alguno del compromiso para originar un cambio profundo. El poder jerárquico cuanto más fuertemente se ejerce más sumisión procura. Neuro Villalobos Rincón.

Existen hechos y circunstancias históricas de la humanidad que, como decía un conocido locutor zuliano, “hay cosas que por sabidas se callan y por calladas se olvidan.” Generalmente ocurre en quienes obnubilados por el poder, creen que pueden cambiar el curso de la historia y hasta de su propio destino cabalgando sobre sus desmedidas ambiciones. Se consideran predestinados a pesar de que el final, invariablemente, ha sido trágico, lamentablemente después de haber exhibido grados atroces de crueldad e incontables muertes.

Olvidan lo que ha dicho Harold Bloom “que la mortalidad acecha y todos aprendemos que el tiempo siempre triunfa”, aún cuando nos parezca demasiado tarde. Olvidan también lo que expresa Sigmund Freud, “que la razón no habla en voz alta, pero, no descansa hasta que se hace oír.”

Por eso los venezolanos, siguiendo esas sabias advertencias, no nos podemos quedar callados y debemos hacer oír nuestras razones, que son muchas, para justificar nuestra necesidad de un urgente cambio de rumbo en nuestro país. Eso sí, pongamos oídos sordos ante la diabólica actitud de crear discordia entre nosotros mismos qué es lo que procura el régimen aplicando adicionalmente el principal pecado de la humanidad como lo es la crueldad que practican de peor manera que algunos animales.

Es evidente que vivimos por estos tiempos momentos muy desdichados para la humanidad. Los valores se han trastocado. Se impone la cultura de la muerte por encima de la hermosura e importancia de la vida. Los líderes transfigurándose en dioses, con su espada convertida en capital, energía y talento amenazan con aniquilar a sus semejantes, obligando a la sumisión como el nuevo símbolo de la diplomacia y del ejercicio de gobierno. El mundo está siendo dirigido por ídolos de fango, ni siquiera de barro.

Su característica esencial es el egocentrismo y su crueldad para dominar a los demás. Este dominio será más extenso en la medida en que los recursos providenciales, el talento tarifado, la genuflexión de los mediocres o la indiferencia de los ciudadanos lo permitan.

Es necesario rescatar los principios que rigen a la “polis” de acuerdo con el concepto de los griegos que consideraban que es en la comunidad ciudadana, en su espacio, artificial, antropocéntrico donde no gobierna la necesidad de la naturaleza ni la voluntad enigmática de los dioses sino la libertad de los hombres, lo que hay que rescatar, es decir, su capacidad de razonar, de discutir, de elegir y revocar dirigentes.

La política entendida en su justa dimensión requiere precisión entre el rol del Estado y el de los individuos. En ese sentido, Baruch Spinoza aclara que “de los fundamentos del Estado se deduce evidentemente que su fin último no es dominar a los hombres ni acallarlos por el miedo o sujetarlos al derecho de otro, sino por el contrario liberar del miedo a cada uno para que, en tanto sea posible, viva con seguridad, esto es, para que conserve el derecho natural que tiene a la existencia, sin daño propio o ajeno.”

No debemos permitir que la coacción, el chantaje, la provocación y el miedo sean los elementos que puedan forzar y mucho menos forjar la conciencia de quienes tenemos la plena convicción de la necesidad de rescatar los valores que nos han distinguido como sociedad civilizada y moderna, Ese es nuestro compromiso patriótico y con nuestra familia venezolana, con la mirada puesta en el horizonte futuro. Es nuestro compromiso con la democracia y la libertad.

 

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