Lo que las leyes no prohíben, puede prohibirlo la honestidad. Séneca.
La impronta UMES. Aunque las siglas sean similares, no se trata de la Universidad Mesoamericana ubicada en Guatemala, que también se identifica con las siglas UMES. No, este artículo es sólo una entelequia cuando las universidades perdieran su rumbo a nivel planetario y en atención al imaginario terrícola.
Aconteció entonces que la UMES marciana nació con otros propósitos y mantener en la práctica aquella filosofía de creación la hubiera salvado; pero ahora mismo está tan desprestigiada y deformada esta universidad del cuarto planeta del sistema solar, que en vez de tener un lema como “garantizamos sus vidas y protegemos su patrimonio”, por la evidencia empírica de su desempeño su lema se traduce en “Extorsionaremos como hemos sido extorsionados”. Muy al estilo del Uti possidetis iuris – poseeréis como habéis venido poseyendo – , pero desde luego en su propio contexto y con otro sentido, con perversión a cuestas. Y el caradurismo de sus autoridades es realmente siniestro.
Sin querer hacer apología del delito, la psicología del policía marciano está marcada y sin aspirar justificarla tal vez está “traumada”. La policía marciana con una interpretación deformada aplica perversamente el refrán “a la tierra que fueres haz lo que vieres”, y al egresar de la UMES aplica consciente o inconscientemente lo que a juro aprendió o lo que se le colgó en el Tálamo; por eso extorsiona y comete otros delitos, porque está copiando a sus “deformadores” y se convierten en delincuentes. El policía marciano pone en práctica y ejecuta el “efecto revancha”, según el cual, por cada injusticia, por cada extorsión y por cada delito del que fueron objeto, mientras estudiaban en la UMES; pasarán facturas a la sociedad marciana, y producen una serie de consecuencias no anticipadas, “no intencionales en algunos casos” y, a menudo, opuestas al propósito original de su anhelada formación, como si la maldad sembrada se riese de la conciencia de sus perpetradores y es la sociedad marciana inocente la que termina pagando los delitos que unos perversos programaron en la mente de a quienes debían formar y no deformar.
Y entonces como bombas de tiempo, los funcionarios policiales reproducen en la sociedad marciana donde les corresponde ejercer funciones de seguridad, traspolando las aberrantes experiencias vividas en la universidad que los deformó. Por lo que podríamos preguntarnos ¿Cuánto vale una chapa en la UMES? Y me refiero a la deformación de la personalidad y a los dineros que hay que tributarles a los jefes corruptos por vía de las extorsiones previo a la entrada como aspirante a estudiar en ella, en las garitas a la entrada, en la oficinas u oficinas encargadas de tarifar y recoger las extorsiones y durante todo el proceso recorrido como aprendiz y para salir graduado. Pero también luego en el ejercicio profesional.
Usando una fachada que no cause alarma ni conmoción inicial para la sociedad marciana; en el planeta Marte, también conocido como el planeta rojo; se instruye, forma, construye y forja para el delito a quienes quieren ser funcionarios policiales. Ese es el modus operandi de la universidad del cuarto planeta, también conocida como la Universidad Marciana de Extorsión y Secuestro (UMES). Y aun cuando la extorsión y el secuestro constituyen los delitos que forman las columnas vertebrales de su misión, visión, y fines de creación, pero para su persecución y castigo; esta Casa de Estudios del planeta Marte lo hace al revés y apresta a su estudiantes para este binomio penal para su acogida y no para su repulsión y además para cometer cualquier otro crimen y está especializada en alterarle la estructura mental y destruirles las conciencias ciudadanas a sus estudiantes marcianos que pudieran traer de sus hogares alguna formación en principios y en valores; para que los cadetes estén psicológicamente dispuestos a cometer las violaciones a la moral, a la ética , a ley y al Derecho que se les ocurra y para lo cual la UMES tiene un staff de “lavadores de cerebro”, o funcionarios psicópatas, sociópatas y mañosos experimentados.
En tal sentido la UMES está convenientemente integrada por generales, coroneles, comisarios, comisionados y diversidad de criminales marcianos con distintos rangos y jerarquías y con amplio record de deshonestidad e indecencia – hechos los huevones y de bajo perfil, para que continuadamente y desde el primer instante en que el aspirante o el ingenuo marciano muestra el interés y pone los pies en cualquier módulo de la UMES, empezarlos a extorsionar para marcarlos conductualmente y asimilen de impacto – sin anestesia – , que una vez graduados deben salir a extorsionar en las distintas constelaciones donde les tocarán sus rondas, sus guardias y sus centinelas.
De este modo los marcianitos – conejillos de indias – , aunque muchos reclutas genéticamente ya tienen su esencia de maldad y otros son aportados por redes interestelares de hampones para mantenerse infiltrados en los cuerpos de seguridad marciana; todos son entrenados desde el inicio en el delito de la extorsión, porque de entrada lo sufren y lo dimensionan en carne propia en un primer contacto con la UMES. Pero una vez dentro ya en las distintas áreas, aulas y clases los continúan extorsionando porque esa ha de ser la deformación que los debe caracterizar. Lo que no sabe el estudiante marciano de la UMES que una vez egresado y en funciones, lo seguirán extorsionando sus nuevos jefes para que estos a su vez extorsionen a la sociedad marciana. Los funcionarios “raros” los que se caracterizan por decencia, honestidad y eticidad son tachados por los propios marcianos como “los terrícolas” o los llaman los Frankenstein de la UMES. Mientras estos marcianos que aman a su hábitat de verdad añoran que llegue el tiempo en que todos pongan los pies sobre la superficie del planeta y que amarticen pues, porque no debe haber una universidad del crimen, pero la hay ¿por cuáles razones, por cuántos millardos de dólares o cualquiera sea el nombre de la divisa marciana? ante los ojos ciegos, los oídos sordos y las bocas mudas de quienes deben terminar con esa mafia interestelar.
Desconociendo que la propaganda Marciana coloca a la UMES como una Universidad para la seguridad de los marcianos, los aspirantes a cadetes ilusionados con una imagen que proyecta engañosamente esta casa de estudios; se sorprenden al encontrarse con otro rostro intramuros, con una realidad asqueante. Y que para el colmo les prohíben divulgar las novedades internas y todos aceptan genuflexos el infierno solo por obtener una Chapa interestelar. La cara a los estudiantes marcianos se les vuelve una morisqueta al encontrarse dentro con la “verdadera realidad”, pues las siglas identificatorias de la Universidad hacen presumir que formarse en ella implica evitar y combatir la extorsión y el secuestro y no para fomentarlo, ni materializarlo, ni hacer de estos delitos las fuentes de ingresos de rectores, directores, decanos y otros funcionarios de alta jerarquía de su Alma Mater.
Se trata de una universidad que ha sido secuestrada por unos delincuentes y que una vez que captan a la población maleable, entonces se depravan y deforman a sus estudiantes. Y para que el lector pueda tener una idea del grado de organización que tiene esta UMES, han adoptado para cobrar las extorsiones como moneda la de más alto valor y circulación en el planeta rojo, el equivalente al dólar en la tierra. Por eso sus extorsiones son dolarizadas. Esa es la impronta que reciben los aspirantes desde el primer momento en que con sus carpetas hacen sus filas indias para ingresar a la UMES y todo el tiempo durante todo el proceso de deformación son consuetudinariamente extorsionados. Al que no aprenda a extorsionar y no introspeccione que a la UMES se ingresó para egresar como un funcionario delincuente y con postgrado de extorsión, a esas rarezas de estudiantes los llaman terrícolas.
Por haber sido objeto de mañas y técnicas oscuras de dominación, los marcianos egresados como policías, víctimas de un lavado de cerebro y una perversa programación mental y conductual diametralmente opuesta a la deseada por la sociedad de ese planeta, salen convertidos en lo que supuestamente querían combatir al entrar a estudiar en la UMES. Como el célebre filme “operación telephone” estrenado en 1977, los estudiantes ahora egresados policiales, quedan programados para extorsionar y delinquir, a veces sin concienciar los motivos, al haber recibido malos ejemplos y por haber copiado las conductas de sus superiores y deformadores, sometiendo a la sociedad marciana a su rapiña. Son pues estos policías marcianos, unas bombas de tiempo. Cualquier cosa mala y dañina se puede esperar de ellos.
Un policía Joviano (habitante de Júpiter) le pregunta a un gendarme Marciano. ¿Y en la gestión de cuál director y de cuál rector te graduaste en seguridad interestelar? Responde el Marciano: Fue en la gestión de los compadres y el relojero. Replica el Joviano: Con razón eres un delincuente extorsionador, por el ejemplo que recibiste de ellos que son quienes inauguraron la corrupción en la universidad y mancharon la hoja de ruta de la Alma Mater. El Marciano le dice: Y lo peor es que no he podido salir de esa impronta, necesito tratamiento psicológico o psiquiátrico. Pero yo por no tener dinero con que comprar el título tuve que calarme todas las suciedades de mis deformadores, y claro que igual me obligaron a pagar las alcabalas que me imponían, pero miles de policías simplemente le compraron el título al director. Y refiriéndome a la moneda marciana; esos rectores y esos directores extorsionan millones y millones de piezas interestelares. Son los millonarios de la constelación del Cisne a la que pertenece el Planeta Marte. Fíjate que cada uno tiene residencia en las grandes estrellas y cualquiera no tiene con qué pagar eso. El más sucio y corrupto vive cerca de la estrella Antares la súper gigante roja, otro cerca de Alfa Centauris y así uno habita cerca de Sirio y otro llegando a Canupus, las estrellas más deseadas por esos corruptos. Y si les vieras las naves espaciales y las motos intergalácticas.
La corrupción y la hipocresía no deberían ser productos inevitables de la democracia, como sin duda lo son hoy. Mahatma Gandhi.
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