La exageración dramatizada, y la creencia abultada acerca de las posibilidades de un líder de manera autosostenida, y potenciada por el entorno fanático, pueden conducir a la megalomanía, y a la comisión de errores de cálculo que conduzcan al fracaso.
Del mismo modo, desconocer y menospreciar la fuerza y organización del adversario, ha de tener el mismo resultado, y ello lleva a seguir tropezando con la misma piedra.
Si bien es cierto que el gobierno autoritario de Maduro está en muy mala situación desde el punto de vista del apoyo popular, no es menos cierto que también lo estuvo en 2018, y por el insensato llamado a la abstención, el resultado fue que Maduro ganó las elecciones, y la oposición casi desapareció, víctima de su propia estupidez.
En esta ocasión, los otrora enemigos y destructores del voto, como por arte de magia volvieron al redil electoral, sin hacer mea culpa; ni arrepentirse, ni pedir perdón, porque ahora todos o casi todos son candidatos.
Todos, excepto una sola persona, dicen que el CNE es necesario, y repudian la jugada del gobierno de forzar la renuncia de los miembros del organismo para proceder a nombrar uno nuevo con su abultada mayoría parlamentaria, suponemos que a su medida, habida cuenta de que tienen el poder para hacerlo.
Lo cierto es que siguen adelante con el empeño de hacer una Primaria que hasta el presente no termina de emocionar a la gente, a pesar de las prórrogas para estimular la inscripción de los votantes. Hay que destacar que dentro del amplio número de candidatos inscritos para la primaria de ese sector de la oposición, hay al menos tres inhabilitados (arbitrariamente) por el gobierno a través de su brazo ejecutor de la Contraloría.
De manera que más allá de los esfuerzos que se hagan en la defensa del derecho de esos ciudadanos para rehabilitarlos, no se trata de un asunto jurídico, sino político. El gobierno está decidido a torpedear la Primaria y a sus propulsores.
Es comprensible que los candidatos de marras no den su brazo a torcer sin luchar, pero llegado el momento en que no se pueda avanzar, lógico sería que contribuyeran a la construcción de una organización eficaz, acompañada de un programa de gobernabilidad, y un candidato que pueda sumar y favorecer un consenso robusto que pueda derrotar al gobierno, en vez de decir: ¨…ni se les ocurra venir a plantearme el consenso¨!
El triunfo electoral no es suficiente, pues se trata sobre todo de cobrar y garantizar la estabilidad del país, en el entendido de que al día siguiente del eventual triunfo, el oficialismo seguirá controlando todo el poder institucional, representado en la Fuerza Armada Bolivariana; la Asamblea Nacional; el TSJ; la Contraloría; la Fiscalía, la Defensoría del Pueblo, el CNE; 19 Gobernaciones y más de 200 Alcaldías.
Por ello, la prepotencia de algunos cuando insisten en que lo único que pueden negociar con el gobierno es la forma de su salida, es no solo irreal, sino ridículo.
En vez de estar invocando escenarios imposibles, mucho mejor sería dar la pelea por sus derechos, como no, pero con la mirada puesta en la necesidad de derrotar al gobierno, y para ello, todos los esfuerzos unitarios son necesarios, pero tienen que ser sinceros.
A veces creo que en el fondo no quieren salir del gobierno, sino encabezar el liderazgo de un sector de oposición, para seguir disfrutando del financiamiento exterior de una lucha que sigue sin producir frutos, y prolonga la agonía de la mayoría de la población.
Las encuestas siguen advirtiendo que ninguno por si solo es capaz de derrotar al gobierno; es por ello que sigue siendo necesario buscar la ampliación de apoyos y esfuerzos unitarios más allá de los partidos y alcanzar a la sociedad toda, mediante un acuerdo mínimo de gobernabilidad, y un candidato de consenso.
@romanibarra