Raúl Ochoa Cuenca: La Francia de hoy y su crisis de identidad

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Francia, es ese país, al cual le confieso mi amor y eterna gratitud por haberme enseñado parte de lo que sé. Francia que gallardamente exhibe como divisa esas tres hermosas palabras: Libertad, Igualdad, Fraternidad que representan los valores tanto del pasado, como del presente y así como del futuro, mientras haya humanidad. Ante los violentos y muy censurables disturbios de los últimos días en Francia, originados por jóvenes adolescentes provenientes en su mayoría de familias de bajos ingresos y de culturas distintas, sus maestros expresan una frase que encierra sus angustias: “Formamos a los estudiantes en una ciudadanía en la que muchas veces no encuentran la razón”, le dicen los educadores al periodista de “Le Monde”.

La ira de los jóvenes de los cinturones de viviendas sociales que rodean las grandes ciudades francesas y especialmente París, donde los HLM de la posguerra marcaron una pauta en el concepto de la vivienda francesa, hoy estamos viendo con entendible preocupación que un tercio de las 2.700 personas detenidas desde el inicio de los disturbios son menores de 18 años, observando que algunos son aún unos niños de 12 años de edad. Nadie con sentido de responsabilidad puede poner en duda que esta crisis es muy profunda y que agrieta las bases de la sociedad francesa.

Es imperativo mencionar la constante in crescendo preocupación de los educadores, ya que gran parte de los jóvenes protagonistas son potencialmente sus alumnos. Posiblemente ahí está una de las causas de esta revuelta. Gran parte de los autores de esta revolución son los últimos nacidos en los años de la generación Z y los primeros de la llamada generación Alfa. La mayoría de los que protestan, son los muy jóvenes, quienes por esta realidad generacional ya no se sienten relacionados ni aun con sus conocidos del barrio, mayores que ellos de solo un par de años.

Son generaciones distintas las de estos hijos de franceses, muchas veces de tercera generación, para quienes los principios religiosos cuentan tanto para ellos como musulmanes, como para un joven catolico: poco y muchas veces nada. El problema no creo que pueda ser visto, aun cuando es de gran importancia, sólo desde el punto de vista cronológico-etnico-religioso, es mucho más profundo, es un problema de perspectivas para el futuro de estos jóvenes y de la sociedad francesa en general. Es un problema de subsistencia. Es un problema del futuro, no solo para los que se llaman Hasan o Ibrahim o Mohammad, también para los que se llaman Jean Pierre o Claude o Yves, el rubito que lleva un típico nombre francés, el de su bisabuelo nacido y criado en Dijon.

La diferencia, me temo que sea, entre otros varios, un problema de las muchas y diferentes oportunidades que se le presentarán a Jean Pierre y a Mohammad. El ambiente que rodea y de donde provienen el uno y el otro pudiera ayudar a dar respuestas.  Así vemos como Nahel, el adolescente de 17 años recién cumplidos muerto por un infortunado disparo de un policía, pertenecía a esa generación, la que después de algunos meses de nacido, como la inmensa mayoría de bebés, hoy se queda dormido con los muñequitos animados del celular de los papas, porque la verdad es que a esos bebés ya nadie les canta la cancioncita de duérmete mi niño, la dinámica social actual, no lo permite.

Son definitivamente generaciones que no pueden parecerse a las generaciones anteriores. Entre un exponente de la generación Z, hoy de 23 años de edad y uno de la generación Alfa, aún cuando las diferencias cronológicas no sean abismales, desde el punto de vista psico social son inmensas. Como se afirmaba al inicio de este trabajo, esta joven población no se identifica con los valores republicanos que han sido la base del progreso de esa nación. Se trata de la necesidad de replantearse infinidad de conceptos y de definiciones del comportamiento de la sociedad con unas generaciones que crecen con inusitada rapidez,

Si, pareciera que Francia está dividida como nunca. Afirman historiadores y sociólogos que una división conceptual tan profunda de interpretaciones y objetivos del pueblo francés no fue así ni durante la segunda guerra mundial, donde una parte se hizo cómplice de los crímenes de la alemania nazista, cuando el mariscal Petain se le unió en el mayor acto criminal colectivo contemporáneo francés con su célebre régimen de Vichy.

La Francia de hoy, es uno de los países de la Unión Europea que mantiene en positivo la rata de crecimiento poblacional interanual. Entre 1960 y 2021, la población de Francia creció de 46,62 millones a 67,75 millones. Esto representa un aumento del 45,3 por ciento en 61 años. El mayor aumento en Francia se registró en 1963, con un 1,41%. El menor aumento en 2021 con un 0,26%. Entonces como podemos observar la dinámica poblacional de Francia es diferente, según las estadísticas estudiadas, su población descendiente de familias no francesas está muy cerca de ser el 30 % de la población total.

Permítanme apreciados lectores, traer a colación dos ejemplos que para estos jóvenes  y para sus padres seguramente son de gran preocupación, cuando el futuro que avizoran es muy incierto:  Un par de años atrás una fábrica electromecánica, decidió que en su cadena de montaje de los 650 empleados que tenía en el año 2020 paso a solo 60, robotizandola. El resultado fue muy alentador, para los dueños, ya que experimentó un aumento del 250% en la producción.

Como un recordatorio de lo que podría ser un sombrío futuros para los jóvenes de este siglo refiero una noticia aparecida en El Mundo de Madrid del 23 de marzo: La Goldman Sachs, Banco líder en la Tabla de la Liga Financiera Thomson, hace pública una investigación diciéndonos que la AI podría ocasionar una disrupción en el mercado laboral que afectaría a 300 millones de empleos en todo el mundo. Según este documento, el avance en inteligencia artificial podría conducir a la automatización de una cuarta parte del trabajo realizado en Estados Unidos y Europa, mientras que alrededor de las dos terceras partes de los trabajos actuales están expuestos a un grado de automatización. Es un mal augurio, tanto para Jean Pierre como para Mohammad

Mientras leemos cotidianamente explicaciones de este agrietamiento de la sociedad francesa, algunos con banales e irresponsables argumentos, tan banales como el responsabilizar colectivamente a personas por el hecho de tener una misma ascendencia étnica, como este: “A pesar de brindarles toda suerte de beneficios económicos y sociales, éstos responden con odio y violencia (la mayoría de los actos terroristas son cometidos por descendientes de magrebíes que disfrutan de la seguridad social francesa). Por otra parte, al igual que los medios de comunicación, el sistema judicial está en manos de jueces de izquierda, de allí el laxismo en relación con terroristas y delincuentes que debido a su prontuario deberían estar en la cárcel, pero como lo demuestran los hechos están libres y reinciden en sus delitos o se pliegan a organizaciones terroristas para cometer actos atroces”. No se honestamente quién es más peligroso, si el delincuente, indistintamente de las razones (políticas, religiosas o personales) por las cuales comete el delito, ¿o aquel irresponsable que utiliza la proscrita generalización para acusar a todo un pueblo por solo razones étnicas?

Sostengo contra viento y marea que la generalización es, siempre, la mayor de las injusticias. Y que cada vez que un dirigente europeo tiene la costumbre de generalizar, la cosa acaba en unos cuantos millones de muertos. Llámese Adolf Hitler o Franco Tudjman. Juanjo Coronadao, 1 DE AGOSTO DE 2018, Ceutatv

No es solo la rabia por el disparo que cegó la vida de Nahel, es el cerrar los ojos y no ver nada, es como abrir los ojos y ver el futuro negro, muy negro, como no ver nada.

No obstante, nada, pero absolutamente nada, justifica la violencia venga de donde venga y vaya donde vaya.

Anfi del Mar el 8 de julio del año 2023

 

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