Ya el autócrata hizo su jugada fuera de toda legalidad. Inhabilitar a una candidata que viene repuntando en las encuestas es una clara provocación para desestabilizar la estrategia de la oposición en su correcta vía electoral. Corresponde responder con sagacidad política y estrategia desconcertante y no arremeter como toros embravecidos. Amenazar y retar a un autócrata despiadado y aferrado al poder no producirá ningún cambio ni siquiera reflexión o consideración. Pues bien, eso es lo que hace la candidata provocando mas un problema para la oposición que para su agresor. Si María Corina busca un consenso con sus pares y una acción concertada iría por mejores y mas seguros caminos. Aquí nadie es superior, son iguales compañeros de lucha.
Para Aristóteles la ética es inseparable de la política y dejó como consejo que todo aquel que aspire a cargos políticos debería pasar primero por la ética, saber que permite conocer la naturaleza humana. La forma como se maneja el carácter y comportamientos de los miembros de una comunidad. La calidad ética de los líderes depende de los valores que predominan en esa sociedad. Si se está buscando honores y reconocimientos es primordial estar atento a los propios actos y carácter. Un político mas que nadie debe ser dueño de su conducta. Claro nosotros, en general, somos dados al pleito y la rebeldía que cada vez más me están pareciendo nuestras máscaras y morisquetas. Yo me lo creí durante un tiempo que nuestra rebeldía iba a impedir el poder ser oprimidos y maltratados y ya vemos a donde hemos llegado. Hoy libramos una batalla electoral en desventaja, solo podemos contar con habilidad política sin perder el norte que se busca que es el bien común.
Vivimos admirados, pero en el sentido de tener que afrontar todos los días hechos insólitos. No transcurren nuestros días con la tranquilidad del que se despierta en habitaciones conocidas, que sabe dónde quedan sus cosas que dejó en su sitio la noche anterior y con seguridad camina por su casa emprendiendo una rutina. Ni siquiera al asomarnos al espejo ya reconocemos el rostro, la cara que nos ubica como seres humanos pertenecientes a una comunidad conocida y con la cual nos identificamos. Todo parece haberse diluido en un mundo sin sentido, absolutamente trastornado en el que caminamos a tientas haciendo enormes esfuerzos por volverle a dar una forma reconocida. Armamos nuestros parapetos con trabajo y mucho esfuerzo, pero basta una sola experiencia, un solo grito destemplado, una sola intervención absurda para que dé un sopetón volvamos a caer estupefactos, admirados por la insensatez, perplejos con lo absurdo, perdidos en la dimensión de la soledad. Respondiendo con rabia, dominados por la ira.
La admiración fue considerada tanto por Platón como por Aristóteles como el origen de la filosofía. Según dichos autores la filosofía surge por la perplejidad, por la sorpresa y por ese desconcierto íntimo que produce y que encamina al ser humano por preguntas no dirigidas al saber práctico, sino al saber existencial, en un esfuerzo por volver a encontrar un sentido que arroje coordenadas en tal desorientación. También señalaba Aristóteles que esta admiración encamina al ser humano a la creación de mitos, a forjarnos cuentos llenos de elementos maravillosos que nos proporcionen un mundo imaginario con el que soñamos o en el cual nos recreamos, aunque sea por un rato. Los mitos no solo tienen esta función, también nos explican ese mundo interno lleno de emociones que solemos dejar en el olvido cuando todo pareciera transcurrir sin contratiempos. Es decir, en estos momentos en el que nuestro paisaje conocido nos abandonó podría ser tierra fértil para la creatividad y la imaginación si no nos dejamos golpear por la desesperanza y el malestar. Seamos, entonces creativos también para sorprender al que se cree invencible.