Leandro Rodríguez Linárez: ¿Qué es lo que está mal?

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Lo primero, deseamos advertir acerca de la falsedad de un pretendido axioma que se ha entronizado en la política venezolana queriendo fijar una idea extremadamente minimalista “la política es voto o plomo” y no es así, a pesar el castrismo venezolano ha minado todas las soluciones democráticas, burlándose de ellas, el abanico de otras opciones es muy diverso. Obviamente, régimen y cómplices desean obligar a elecciones en condiciones absurdas para continuar con el festín de dádivas, cuotas de poder y recursos de campaña donde se sacrifican a los venezolanos.

Tristemente, el desenlace violento no es descartable, el chavismo ha significado la tortura del país, la pobreza, la asfixia económica de Venezuela. Las necesidades básicas son, luego de cada elección, más difíciles de satisfacer, sin mencionar la tragedia de los servicios públicos, la inseguridad, los escándalos de corrupción, etc. Sin embargo, insistimos, las opciones son diversas, pero se requiere, en primer lugar, una oposición real que se oponga, que no secunde las agendas del régimen y se adhiera a una propia. En segundo lugar, es exigible una oposición conformada por figuras capaces, decididas.

Pero no solo eso está mal, lo peor de todo es permitir la celebración de elecciones ilegales e ilegítimas, donde el chavismo es quien finalmente impone partidos, candidatos, electores, resultados y pare de contar ¿Qué oposición real permitiría eso? Ninguna, al menos que sea una oposición falsa que extraiga beneficios de semejante bajeza.

El error del chavismo es creer que fuera de nuestras fronteras pueden obrar como lo hacen a lo interno del país, sus aliados gubernamentales como Lula y Petro mantienen un cerco institucional que frenan sus trasnochadas pasiones e, incluso, han sido críticos de algunas acciones del chavismo como la inhabilitación de María Corina Machado. Boric de Chile hace tiempo marcó distancia, además, el chavismo se ha convertido en la referencia negativa cuando de elecciones hablamos en la región. No se ha sabido extraer provecho de esta realidad.

También está mal el divorcio de la oposición con la sociedad, la conducción opositora se ha encargado de librar furtivas “luchas electorales” cuando el día a día es una sobrevivencia para los habitantes del país. Gremios, sindicatos, comunidades, etc. han multiplicado su presión social y ninguna de estas acciones ha estado apoyada por el sector político.

Asimismo, también es horrorosamente equívoco continuar creyendo los partidos políticos son quienes exclusivamente tienen que liderar el rescate de nuestra libertad. Es verdad que los partidos son los tendones de la democracia, pero en Venezuela hace mucho tiempo la democracia pereció, dando lugar a un castrismo rico, invasivo en todas las actividades del país, en consecuencia, la lucha por nuestra segunda independencia deber involucrar todo el país, la sociedad civil debe conformar orgánicamente la figura que se escoja constituir, yendo más allá, debería ser quien la lidere.

Para culminar este resumen, lo peor de lo peor ¿Cómo pretender cambiar haciendo infinitamente lo mismo que sale mal todo el tiempo? Sabemos, los políticos obtienen su tajada ¡Y bien grande! pero que los venezolanos se presten para elecciones ilegales e ilegítimas deja mucho que desear y nos plantea la necesidad de evaluar quién es el culpable de la peor tragedia que vivimos: el régimen, la falsa oposición o los propios venezolanos que no terminan de comprender lo que ocurre y se prestan (sabiendo o no) para su destrucción… sea como sea, si no cambiamos la estrategia tampoco cambiaremos la tragedia.

@leandrotango

 

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