Pascual Curcio M.: Invasión silente

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El término sustentabilidad ha sido objeto de innumerables interpretaciones desde el año 1992 y no es motivo de este escrito redundar en ello, sólo me limitaré a expresar su sentido filosófico y no es otro que el logro de la armonía entre lo que se produce y consume: “equilibrio de una especie con los recursos de su entorno”, la corta definición que mayoritariamente recogemos en las lecturas sobre el tema.

El Índice de Desarrollo Humano (IDH) por países de la ONU es quizás el mejor indicador de la vigencia o el logro de la ansiada sustentabilidad como sociedad y al consultarlo observamos que aquellas Naciones más desarrollados en lo social no son las que poseen el mayor PIB – aunque lo tienen alto “per se -, sino mas bien aquellos que producen sus propios alimentos y su población ha llegado a obtener una tasa de crecimiento relativo cercana a 0, lo cual no significa que vayan a desaparecer como especie, sino que han logrado con pleno conocimiento de su acción o comportamiento reproductivo el equilibrio, su sustentabilidad – queda así destruida numéricamente la catastrófica teoría maltusiana de finales del siglo 18, la cual predijo como inevitable la extinción humana -.

El logro de tan alto grado de consciencia social colectiva para obtener la añorada sustentabilidad en cualquier área geográfica no es fácil, toma su tiempo y necesariamente requiere de tres factores claves: a) política pública identificada estrictamente con las necesidades básicas del pueblo, sin inherencias extranjeras de ningún tipo, con alto sentido democrático participativo y de servicio social, la salud es lo básico; b) escolaridad que lleve a construir una clase media profesional mayoritaria, técnicamente capaz de interesarse en el bien colectivo: “inteligencia trascendente, y c) política migratoria muy clara, estrictamente controlada y sin excepciones.

Con la llegada de la democracia al año 1959, se inició una acelerada inversión social en Venezuela atendiendo a los crecientes beneficios económicos por ingresos derivados de la renta petrolera – fama difundida por las empresas transnacionales, las cuales colocaban al país como ejemplo mundial en el manejo e inversión pública de los recursos, registrando en la década de los 60 la balanza de pagos más atractiva del mundo y ubicándonos en el puesto 16 en cuanto al mayor ingreso per cápita, hoy Suiza ocupa ese lugar -; contándose con la ayuda de una valiosa migración profesional mayoritariamente europea, la cual ya venía ingresando al país desde inicio de los años 50, trabajando inmediatamente de la mano con la fuerte inversión económica estatal para desarrollar una industrialización amplia, con prioridad en asuntos relativos al petróleo y la agroindustria, construcción de centros para la salud pública y la educación en todos los ámbitos del conocimiento, existiendo una amplia posibilidad de estudios y una salud gratuita y excelente en los sucesivos 20 años, constituyéndose Venezuela en una  democracia estable en el hemisferio. Pero ¿cómo evolucionó el crecimiento demográfico venezolano durante el proceso descrito?, veamos el siguiente cuadro:

Censo 2011 1
Censo 2011 1

Año 2001, muestra claramente el Censo Nacional de Población y Vivienda como se rompió la tendencia a lo “sustentable”; se registra un crecimiento de la población inusual que colapsó la inversión social y detuvo la disminución tendencial en el crecimiento relativo de la población, siendo precisamente la década, 1990 – 2001, donde se agudizó la conflictividad social en Venezuela y el desenlace hoy conocido por todos.

Del Censo Nacional de Población y Vivienda año 2001 obtenemos los siguientes datos:

Total de población que voluntariamente y sin ningún tipo de presión declaró que había nacido en el extranjero: 1.015.538, por continente: América 75.5%, Europa 19,4%, otros continentes 5,1%; por países: Colombia 60%, España 7,5%, Portugal 5,2%, Italia 4,8%, Perú 3,5%, Ecuador 2,8% como los principales, con un hecho muy curioso: todos los países del continente americano y todos los respectivos de la hoy Unión Europea tenían representantes residentes en Venezuela.

El 71,8% del total de población extranjera residente registrada al año 2001 llegó entre los años 1975 – 1990, ya que a partir de la década de los 70 se instituyó el discurso de la necesaria “Integración Latinoamericana”, apoyado firmemente por Carlos Andrés Pérez y se empiezan a relajar los controles migratorios, por lo que del total de inmigrantes registrados al año 2001, el 66,6% ingresó entre los años 1985 – 1995 durante la continuidad gubernamental de Acción Democrática, gobiernos de Jaime Lusinchi y segundo de Carlos Andrés Pérez – ruptura de la alternancia partidista en el poder en Venezuela -.

Hemos hablado tan solo de aquellos residentes que se declararon nacidos en el extranjero voluntariamente, nada de ilegales. Para poder entender como fue el “modus operandì” de la Invasión Silente muy someramente mostrada por los números hay que conocer la realidad geopolítica del Estado Zulia, lugar geográfico prioritario a la hora de evaluar daños y establecer responsabilidades sobre la inmigración ilegal – el estado Táchira siempre ha sido una entidad federal con un mayor grado de responsabilidad en lo relativo al intercambio fronterizo binacional, hay mejores controles militares por ser una frontera geográficamente estrecha y ocupada, donde la integración laboral entre Venezuela y Colombia, ida y retorno formal, ha estado normalmente presente desde siempre; la frontera del estado Apure con Colombia posee una dinámica social que abiertamente da para interpretaciones ambiguas; presenta similitudes con la del estado Táchira en su franja mas occidental, pero en la medida que avanza hacia el este – sureste, el aislamiento total va caracterizando la realidad fronteriza binacional –.

El estado Zulia ocupa todo el flanco fronterizo nor – occidental de Venezuela con la República de Colombia, constituyéndose en una salida natural propia de los venezolanos hacia Suramérica como al Caribe occidental, Centro América y la región Sur de los Estados Unidos de Norteamérica. Posee unos 680 kilómetros de línea fronteriza, equivalente al 30%.de la frontera binacional total, espacio geográfico que sufrió grandemente la guerra civil cincuentenaria que vivió la hermana república de Colombia.

A partir de los años 60 tanto Venezuela como su estado Zulia fueron sembradas de carreteras, telefonía comunicacional en todos los órdenes, emisoras de radio y de televisión tanto nacionales como regionales e internacionales; fábricas varias, agro-industria y el ciudadano común,  incluyendo los sectores profesionales y productivos asociados, estábamos viviendo una década de progreso bajo el favor y el beneficio del Estado, dueño de la inmensa renta petrolera.

Pero al sumergidos en tal progreso socio – económico olvidamos el cuido de la frontera, un aspecto político de vital importancia. La frontera y el desplazamiento de población por la misma es un concepto estratégico que desde siempre ha exigido una verdadera acción de cualquier Estado que se aprecie de ser autónomo; su descuido es colocar a cualquier proyecto productivo a desarrollar bajo su territorio en condiciones de peligro y/o vulnerabilidad por la segura presión demográfica exógena para obtener un mejor servicio asistencial o beneficio económico por parte de no nacionales, pudiendo volver en el corto plazo deficitario a cualquier proyecto de asistencia social y/o inversión pública.

No es un secreto para nadie la cincuentenaria guerra civil que vivió la república de Colombia y la constante presión social – inmigración – que desde la frontera se ejerció sobre Venezuela. Tal proceso fronterizo binacional  evoluciona sin planificación y muy poco control oficial, transformándose lentamente en acciones de fuerte presión demográfica – amenaza -, especialmente en los tiempos actuales donde el Estado Zulia en su condición de potencia petrolera mundial durante 100 años la convierten en un polo de atracción rico en oportunidades económicas, lo que ejerce una fuerte influencia mediática – ocupacional desde todos los órdenes sociales del vecino país por existir entre ambos una larga y extensa línea fronteriza, tanto por el nor oeste como el sur oeste zuliano, desde la Península de la Guajira pasando por las montañas de Perijá hasta las planicies del río Cataumbo.

En efecto, son dos los espacios fronterizos vulnerables para la migración masiva de población extranjera al estado Zulia y de allí a todo el territorio nacional:

a) la Sub región de la Guajira – municipios Mara y Páez -; este espacio geográfico históricamente se ha caracterizado por la carencia de una política efectiva de control fronterizo por parte del Estado venezolano, solo unas pocas unidades militares en la zona manifiestan la presencia venezolana; se trata de un territorio extenso – casi 200 kilómetros de frontera común -, habitado por la etnia Wayoo, la cual ha mostrado interés por conservar sus espacios de hábitat, y tanto los gobiernos de Colombia como el de Venezuela han aceptado la binacionalidad y consecuentemente la doble documentación en el libre tránsito de los miembros de la etnia;

b) la Sub región Sur del Lago, la planicie compartida del río Catatumbo – municipios Jesús M. Semprun y Catatumbo -; zona de protección del conjunto de la cuenca del río homónimo, siempre ha sido objeto de largo conflicto social debido a un tangible control territorial demográfico por parte de ciudadanos desde la vecina Colombia – paso y acciones comerciales sin casi ningún control migratorio desde ambos lados de la línea fronteriza -.

El crecimiento de la población por Municipios en el Estado Zulia, reflejados  en los últimos 20 años – periodos entre 1991 – 2011 -, denotan una muy peculiar característica en su comportamiento demográfico, ver cuadro siguiente:

Censo 2011
Censo 2011

Los altos crecimientos demográficos muy por encima del crecimiento promedio de la entidad Zuliana registrados en los municipios fronterizos Mara – sub región Guajira –, Jesús M. Semprum y Francisco J. Pulgar – sub región Sur del Lago -, no tienen explicación demográfica alguna más allá de la creciente inmigración – el municipio Jesús M. Sempum siempre ha sido objeto de inversión pública debido a la apertura petrolera sucedida en él, extracción de crudo, abundando en ése territorio una población en creciente estado de pobreza, sitios de penetración consecuente por parte de inmigrantes desde Colombia -.

Podríamos llamar al hecho descrito en el párrafo anterior la Fase 1 del proceso de la “Invasión Silente”; posteriormente hay una Fase 2: el desplazamiento se orienta hacia municipios cercanos al polo de desarrollo principal, Maracaibo, – donde se realizan continuas inversiones públicas para mejorar servicios, bien sea desde el punto de vista agroindustrial o petrolero -, estos municipios corresponden a Jesús E. Lossada, próximo a la ciudad de Maracaibo, municipio Colon – sub región Sur del Lago -, este último municipio centro de importantes inversiones orientadas hacia la agroindustria del plátano; para finalmente orientarse los flujos de población migrante hacia la Costa Oriental del Lago, específicamente hacia los municipios con fuerte presencia de actividades portuarias, ámbito de acción de la industria petrolera – Miranda, Lagunillas, Simón Bolívar y Valmore Rodríguez -.

La tasa geométrica de crecimiento de la población zuliana en más de un punto porcentual por encima del promedio nacional acotada por el Censo 2011 – 1,6% -, es un factor revelador de la presión demográfica silente que emanó del vecino país, hipótesis reforzada más contundentemente si observamos como el estado Zulia al igual que el estado Bolívar a pesar de poseer un muy alto crecimiento demográfico son dos entidades federales expulsores de población, en atención a las conclusiones emanadas del mismo Censo General de Población y Vivienda 2001, paradoja que debería investigarse seriamente.

Lo descrito hasta ahora continua hacia la Fase 3 o fase final del proceso migratorio ilegal que desequilibra al país desde mediados de la década del 70, entonces la masiva ida de población hacia la región Capital – área metropolitana de Caracas – generó en la década de los 80 un acelerado crecimiento demográfico en el estado Miranda, específicamente en el eje urbano Guarenas – Guatire y en los Valles del Tuy, los cuales se convirtieron en su momento en el epicentro geográfico de toda la desestabilización social que llevó a la caída del gobierno de Carlos Andrés Pérez, segundo periodo; hecho público y conocido por todos los que vivimos el momento histórico. También desde el estado Zulia y por el referido espacio aislado fronterizo del estado Apure continua al día de hoy el proceso de ocupación ilegal de nuestro territorio, hordas similares se desplazan utilizando la vía fluvial hacia el ahora sobre explotado arco minero en la amazonia venezolana; la “Invasión Silente” continua, no se detiene y nos consume completamente.

Una inmigración ejecutada por etapas de movilización, la cual trae como consecuencia inmediata una inseguridad total, saturación de los servicios públicos y fuentes de empleo, destrucción de la biosfera y depredación de nuestros recursos naturales porque en una invasión tan inmensa como la ya descrita y No Controlada cualquier grupo se puede colar y conformar mecanismos para la desestabilización política; todo legítimamente validado por el discurso de la necesaria “Integración Latinoamericana” con pocas restricciones a la movilización migratoria.

Síntesis hoja de vida profesional:  Geógrafo Pascual Curcio Morrone, UCV- 1983; Especialista en Análisis de Datos, UCV– 1989; Especialista en Fotogrametría, IPO, ahora IFP, adscrito a la Universidad de Stuttgart, Alemania 1990; Fundador y primer Coordinador del Programa de Estadísticas Ambientales del Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela con 6 publicaciones: “Índice de Calidad Ambiental, ICA”, año 1998; “Estadísticas Ambientales de Venezuela”, año 1999; “La Dicotomía Urbano – Rural en la Realidad Venezolana”, año 2000; “Generación de Residuos Sólidos y Urbanismo”, año 2000; “Cuentas de Agua y Urbanismo”, año 2003; “Índice de Calidad Ambiental, ICA”, año 2004. Otras publicaciones distintas a la temática propiamente ambiental: “Marco Conceptual del Plan Nacional de Desarrollo Ferroviario 2006 – 2030”, IAFE ahora IFE, año 2005; “Un Cuento Helénico Y Otros Más”, editorial Círculo Rojo, España, año 2019.

cardenalitolito@gmail.com

 

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