Esta epidemia revolucionaria no solo desfalcó a Venezuela. Se apoderó de los símbolos patrios, utilizándolos en actos públicos, violando de manera flagrante la ley. Al adentrarnos en la intencionalidad del hecho nos encontraremos con una estrategia de hacernos creer que ellos son los genuinos herederos de la senda libertaria, mientras los demás son una caterva de apátridas dispuestos a entregar la República al imperio norteamericano. Esa narrativa ha sido escrita por el totalitarismo desde su reverberante comienzo. Es su atribulada novela de caballería. La gesta heroica en donde se escudan sus numerosos yerros y manifiestos abusos de poder, el izquierdismo esclavista solo funciona apoderándose de la voluntad nacional hasta de manera insaciable desgarrarla. Paradójicamente, son los saqueadores de Venezuela quienes asumen la postura de creerse ungidos. De gozar de la potestad de escoger quienes son patriotas y aquellos que no. Es sin duda una aberración histórica que recorre el sendero de lo torcido. Su ideología basada en un inexacto diagnóstico de la realidad social, busca en la atroz venganza, ejecutar gestiones que se basan en la hegemonía de un propósito totalitario. La destrucción de toda expresión de libertad. Que la democracia entregue su último aliento en manos del terror revolucionario. Es la misma idea que anhela implementar Gustavo Petro en Colombia. Eso de hacerse llamar los dueños de la voluntad de sus pueblos. Cuando son en definitiva la enajenación.
Cuando hablan de soberanía, sencillamente quedan en ridículo. El mundo sabe que la administración de Nicolás Maduro responde a los intereses de Cuba. Es desde el palacio de la revolución habanero en donde se cuecen las habas fundamentales del gobierno nacional. Los símbolos del chavismo flamean en la bandera roja china. Es aliada de gobiernos y estructuras delictivas y recalcitrantes que forman parte del extremismo. Esa alianza profundamente irracional es responsable de nuestra postración. Desde acá nuestros recursos han financiado la desquiciante hostilidad de aquellos forjadores de la ruindad revolucionaria. La traición a la patria es precisamente de aquellos que sustrajeron los símbolos para hacerlos imagen de sus atrocidades. En el caldero de la bruja sediciosa realizan sus menjurjes que tienen entre sus propiedades el poder apoderarse de la voluntad ciudadana. De allí su cuantiosa propaganda originada en una narrativa con sesgos de heroicidad fingida.
El gobierno venezolano ha traicionado a los ciudadanos al convertirse en un títere del totalitarismo internacional. El haber desvalijado el futuro de la nación lo condena de manera contundente. Son los salteadores del erario público nacional, es increíble la manera voraz como fueron acabando con un patrimonio cuantioso. La desgraciada realidad nacional es la consecuencia de un modelo que comenzó traicionando la Constitución y leyes de la República. No le pidamos muestras de honorabilidad y decencia a quienes son todo lo contrario.
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