Carolina Jaimes Branger: Fui a ver “Barbie” y me gustó

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En los años 50, el estereotipo predominante de las mujeres se centraba en roles tradicionales. Las expectativas sociales eran bastante específicas: se esperaba que fueran amas de casa dedicadas, con habilidades en la cocina y el cuidado de los hijos. La publicidad, sobre todo, las describía como femeninas, delicadas y obedientes, y las animaba a enfocarse en su apariencia y elegancia, aunque estuvieran realizando oficios domésticos.

No resultaba extraño ver anuncios donde una señora aparecía con un hermoso vestido, maquillada y entaconada, pasando aspiradora o limpiando baños. A menudo se promovía la idea de que el objetivo principal de una mujer era casarse, tener hijos y mantener la armonía en el hogar, aun cuando hubieran ido a la universidad.

Bajo estos preceptos, en 1959, nació quizás la muñeca más famosa del mundo: la Barbie. Fue creada por Ruth Handler y su esposo Elliot Handler, quienes la presentaron en la Feria del Juguete de Nueva York de ese año, fabricada por la compañía Mattel. La idea de la muñeca Barbie surgió cuando Ruth Handler notó que su hija Barbara disfrutaba jugando con muñecas de papel que representaban mujeres adultas. De hecho, Barbie es el diminutivo de Barbara.

La primera Barbie tenía pelo rubio peinado de peluquería, llevaba un traje de baño a rayas, sandalias de tacón alto y un exagerado maquillaje de ojos. Aunque al principio hubo algunas críticas y escepticismo, la muñeca se convirtió rápidamente en un éxito y cambió la industria del juguete para siempre. Yo me cuento entre los millones de niñas que jugaron -y siguen jugando- Barbie hasta el cansancio.

A lo largo de los años, la muñeca ha evolucionado a medida que muchas mujeres desafiaron los roles de género tradicionales y lucharon por la igualdad. Así, Barbie ha representado una amplia gama de profesiones, estilos y culturas. Ha sido astronauta, médica, piloto, presidente y muchas otras cosas. Además, ha tenido variados estilos, incluyendo distintos peinados, colores de cabello y tonos de piel y diferentes tipos de cuerpo, para promover la inclusión y la representación.

A pesar de las críticas, la Barbie ha dejado una huella significativa en la cultura popular y ha sido amada por generaciones de niñas en todo el mundo. Su influencia en la industria del juguete y su impacto en la sociedad la convierten en un ícono perdurable de la infancia y la imaginación.

Fui a ver la película que está rompiendo récords de taquilla en muchas partes del mundo y lejos de lo que me esperaba -una película dulzona, meliflua y superficial- me sorprendió encontrarme con una cinta que desafía los estereotipos de género que aún en el siglo XXI continúan siendo una realidad que afecta a muchas personas, porque son creencias y expectativas arraigadas en la sociedad sobre cómo deben comportarse, pensar o actuar hombres y mujeres.

Y aunque ha habido avances significativos en la lucha por la igualdad de género, todavía persisten, limitando la libertad y el potencial de las personas. Por eso me gustó el enfoque que le dieron los productores, al promover nuevos modelos y roles más inclusivos, que permiten a las personas expresarse y desarrollarse de acuerdo con sus intereses y capacidades individuales, en lugar de verse limitadas por expectativas predefinidas.

Además, los escenarios son modernos y vibrantes, y ofrecen un universo visualmente cautivador. Las canciones son pegadizas y las coreografías, estupendas. El manejo de los temas de matriarcados y/o patriarcados se convierte en un tema de reflexión, como el de construir una sociedad más justa y equitativa, donde las personas sean valoradas por sus habilidades y talentos, en lugar de ser juzgadas por su género.

Bien por Mattel, que de manera sencilla, pero eficiente, logró enfatizar la importancia de seguir los sueños y creer en uno mismo, perseguir las pasiones y superar los obstáculos para lograr las metas.

@cjaimesb

 

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