Después de tantos años de opresión y afán autoritario; luego de las arbitrariedades más despreciables, del ejercicio mesiánico y autocrático del poder, de usurpación de la voluntad general, de las expresiones sociales, gremiales, sindicales, políticas de la nación, la más amplia democracia ha de ser la cura a tantos años de abuso.
Tras años de censura y ahogo de la vida pública, del debate, de la censura y destrucción de los medios de comunicación social y de la libertad de expresión, al lado de las libertades democráticas, la nación necesitará abrir las compuertas de la beligerancia, del debate público, sin exclusión alguna a ningún sector de la nación, sobre los temas más importantes, y los aspectos más sensibles de la república.
Que ningún item sea exclusivo del claustro del poder, de los científicos, intelectuales, especialistas, sino que todo el país nacional sea convocado y pueda ejercer su opinión, y su derecho a decidir sobre los asuntos públicos que a todos nos compete, tomados en cuenta, contabilizando sus pareceres.
Que la emergencia no sea una excusa.
Habrá casos donde el referéndum, plebiscito, la asamblea ciudadana, la consulta popular, sean más que necesarios, obligatorios para determinar los destinos de nuestra riqueza, del presupuesto público, de las empresas de la nación; por una sencilla razón, nos pertenecen a todos, y por lo tanto es potestad de todos definir sobre su uso, lo más importante a tener presente siempre; que la democracia es el método más saludable para encontrar la solución, y resarcir los daños ocasionados.
En el sector petrolero y eléctrico, por ejemplo, no puede quedar el país al margen del discernimiento y el debate público, tanto los expertos, como los trabajadores de tan sensible y estratégico campo deberán ser parte de la columna principal del encuentro nacional. El inventario, el diagnóstico, las cuentas pendientes, el patrimonio social del recurso humano. La recomposición laboral, el tratamiento de aquellos que fueron expulsados a la fuerza de la industria petrolera, es decir.
Los pasivos laborales que se han acumulado durante los últimos 20 años.
Los sectores educativos, la salud pública, los daños ambientales, la reconstrucción económica.
El Restablecimiento Institucional, la Refundación Nacional de Venezuela, nos pertenece a todos. La mejor cura a los daños de opresión y autoritarismo solo puede ser el más amplio y profundo ejercicio de la democracia.