Enrique Meléndez: Machado a la cabeza de la ciudadanía

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Cuando Diosdado Cabello dice que María Corina Machado no podrá inscribir su candidatura para las elecciones presidenciales, está en plena flagrancia; sobre todo, viniendo de una figura como la suya, al que se considera el número dos del régimen, y lo digo porque se trata de una forma de cercenarle los derechos políticos a una compatriota, sólo por el hecho de que amenaza por arrebatarle el poder por la vía democrática, y de allí que viene diciendo, que ellos no lo entregan ni por las buenas ni por las malas. El punto es que vemos convertido el proyecto político de la señora Machado como una fuerza pacífica insurreccional, al estilo de Gandhi, que no la para nadie, y que el susodicho con esas advertencias (patadas de ahogado) pretende frenar por la vía de la fuerza; lo que es violatorio de la Constitución; pues en aquella Venezuela de la República civil, jamás vimos al vicepresidente del partido oficial, salir con terrores de este tipo, y aquí es donde uno observa que el régimen de partidos políticos en ese entonces tenía carácter institucional, que es lo que se ha perdido en la estructura de nuestro Estado desde el momento mismo en que Hugo Chávez intenta un golpe militar, y el pueblo venezolano terminó apoyándolo o consintiéndolo; porque esa Venezuela estaba envenenada contra una clase política, que se había convertido en símbolo de la corrupción; merced a una guerra desatada por los medios de comunicación de carácter moralista, un desmadre, como lo califica Carlos Andrés Pérez, y quien fue la primera víctima de este furor.

Por supuesto, su juicio y condena fue el segundo descalabro del desmoronamiento de nuestra institucionalidad; siendo el primero dicho apoyo a Hugo Chávez, que vendría a ser un desafuero, en que cae la conciencia del venezolano, víctima de ese ladroneo mediático; porque con ese juicio se inicia la judicialización de la política venezolana; aparte de la liberación de aquel teniente coronel felón, respetándosele todos sus derechos políticos, y que es lo que ahora Diosdado Cabello pretende menoscabarle a la señora Machado, y sólo por la circunstancia de que le tiene pánico, a propósito de esa fuerza avasallante, en que se ha convertido el proyecto político suyo. He allí lo que los filósofos de la Ilustración comienzan a conocer como el Estado natural; por contraposición al Estado nacional, que es el que se conforma, luego del ciclo de revoluciones, que se van a suceder entre los siglos XVIII, IX y XX, dando lugar a lo que se conoce como los procesos de democratización, que se empiezan a fraguar en los países del mundo occidental, como una ola emancipadora en asalto a la toma de los derechos humanos; habiéndose convertido la revolución como una categoría histórica, tal como la definía Hegel; llamada a consumarla la moderna humanidad o los nuevos tiempos civilatorios; habiendo arrancado, además, la revolución industrial y tecnológica, en el marco del inicio de la era de la globalización; de modo que esos Estados nacionales se regirán por una Constitución; que en el Estado natural, como diría José Tadeo Monagas, “da para todo”, y que Diosdado Cabello repite con toda la temeridad del caso: “No será candidata presidencial”. Momentos en los que más le brillan sus ojos escarlata, que Chávez consideraba lindos.

Por supuesto, como le dijo en España Miguel de Unamuno al comandante franquista José Millán-Astray; una vez que éste gritó: “¡Muera la inteligencia!”

-Triunfareis, porque contad con la fuerza; pero no convenceréis, porque os falta en esta lucha razón y derecho.

He allí el gobierno de las mafias: el instinto, en lugar de la razón, y la flagrancia, en lugar de la justicia. Porque, en efecto, Diosdado Cabello puede impedir la inscripción de la señora Machado como candidata presidencial de la oposición; el hecho es que se podría acrecentar esa fuerza pacífica insurreccional, que se ha venido suscitando a su alrededor; porque, como lo hemos dicho, se trata de una dama de hierro, que todo se lo lleva por delante sin atropellos, sin arrogancia, y lo que la favorece su condición femenina, además de mantuana; en un país que ya está harto de populismo secular, disfrazado de izquierdista; que ya está harto “del partido de los pobres”; que es lo que más ha sembrado prejuicios en esa conciencia moldeable del criollo, a favor del partido de los ciudadanos. Es decir, esto se convertiría en la presión interna; aparte de que Nicolás Maduro tiene la derrota en la frente, si es que se lanza candidato presidencial; pues las encuestas arrojan que tiene más de 80% de rechazo, y que se tradujo en el eco, que rodó por las redes sociales, de la mentada de madre, que le propinaron en el Zulia, con motivo de su visita a dicho estado en el marco de la conmemoración de los 200 años de la Batalla del Lago. Pero también tiene la presión internacional; que no le va a admitir el levantamiento de ninguna sanción, hasta tanto no garantice elecciones libres y sin inhabilitaciones burocráticas; pues obsérvese que la medida contra la señora Machado no fue firmada por el Contralor Elvis Amoroso, sino por un funcionario de la Contraloría General, un Antonio Meneses, hoy en día candidato a rector del CNE, por lo demás.

Es por eso que no deja de tener razón la señora Machado, cuando dice que ya no estamos como en los primeros días de enero, que todo el mundo sentía que tenía el rancho en el suelo; pues su presencia en la calle ha venido a cobrar esa dimensión: una insurrección de carácter pacífico, y la prueba está en que los pueblos burlan los obstáculos, que le coloca el régimen en sus respectivas giras, para tenerla en sus tarimas.

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