Gustavo Coronel: El peor enemigo de Joseph Biden es el cazador, Hunter

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Cazador: Hunter en Inglés: ¿Quién es el cazador?  Me refiero a Hunter Biden, su hijo. Su conducta y el tratamiento de niño mimado que ha recibido del padre es el mayor peligro que acecha la continuación de la carrera política de Joseph Biden. Hunter Biden ha sido un droga adicto, ha tratado de evadir el pago de sus impuestos, los cuales tuvieron que ser pagados por un tercero (¿su padre?) a fin de evitar que fuera a prisión. Ha llevado una vida licenciosa, de bajos fondos,  rodeado de prostitutas y por años ha explotado el nombre de su padre para hacer sus negocios, vendiendo lo que su socio, en testimonio reciente ante el congreso, ha llamado “la ilusión de que el padre está  asociado a él”. Peor no se puede de hijo a padre.

La venta de esta ilusión le generó inmensos ingresos a Hunter por parte de empresas chinas y ucranianas. Lo más grave es que, aún el entorno político de hoy, lo que pudiera haber sido un caso triste de una oveja negra en la familia, a lo Billy Carter (hermano del presidente Carter),  se ha convertido en una causa célebre en la cual el partido republicano intenta involucrar al padre.

Lo que parece ser cierto es que el presidente Biden si está en cierta manera involucrado,  por haber permitido que su hijo llevara a cabo estas fechorías e, inclusive, accediera a hablar en ocasiones con los clientes del hijo, aunque fuera sobre temas intrascendentes o aunque nunca estuviera involucrado en los negocios. La idea subyacente en esas conversaciones de cortesía es que el padre aprobaba del hijo.

Hace cuatro años escribí en mi blog sobre Hunter Biden, ver: En Washington DC la corrupción es bipartidista,  como ejemplo de la naturaleza sistémica de los conflictos de interés en la política estadounidense. De allá para acá la intensidad del escrutinio sobre Biden hijo se ha incrementado y está llegando a un punto crítico que afectará el curso de los acontecimientos en los estados Unidos. Y del mundo.  Parece mentira que las acciones de un hijo moralmente torcido y la blandura de un padre pueda incidir sobre el futuro mismo de la humanidad.

Primarias venezolanas son expresión de rebelión ciudadana

La utilización de elecciones primarias en Venezuela no es nueva. Han sido aplicadas en 1973, en 1998, en 1993 y en 1988, este último evento para elegir a Oswaldo Álvarez Paz como candidato presidencial del COPEI.

Hoy día las primarias de la oposición venezolana encuentran un agresivo rechazo por parte del régimen, el cual está obligado a llevar  a cabo elecciones presidenciales en 2024, pero le aterroriza hacerlo porque,  si pierde su plana mayor iría directo a la cárcel.

A fin de demorarlas o eliminarlas  Maduro utiliza estrategias, más bien estratagemas, para impedir que los candidatos con mayor opción a ganar las primarias de la oposición puedan participar. De allí nacen las inhabilitaciones, sin base jurídica o  moral, como a la impuesta a María Corina Machado, quien lidera claramente todas las encuestas para ganar las primarias de la oposición. Algunos “opositores”  aceptan  la idea de una “sucesión” que iría eliminando los candidatos de la oposición para desembocar en  la selección del candidato opositor que Maduro pueda derrotar.

La importancia de las primarias de la oposición es doble: nos acerca a una confrontación final con el régimen ya que representa un acto de   rebelión cívica y  aumentan la presión sobre el régimen.  Combinada con las sanciones esta presión llevará a Maduro a despojarse enteramente de toda careta democrática, para intentar un golpe de estado a fin de permanecer en el poder. Ello debe abrir la puerta a acciones decisivas en su contra.

La naturaleza rebelde de las primarias

Las primarias de la oposición son un evento cívico independiente del  régimen dictatorial, manejado por los miembros de la sociedad civil.   El proceso enfrenta problemas logísticos derivados del volumen de ciudadanos que están en el exterior, unos tres a cuatro millones de ciudadanos que están en capacidad de votar, muchos de quienes no están inscritos en un registro electoral “formal”. Sin embargo, sigue adelante y no hay dudas que podrá llevarse a cabo si no es objeto de violencia por parte del régimen. Lo que vale es la voluntad de los venezolanos. Lo que confiere máxima legitimidad es el deseo y derecho de los venezolanos decentes de estar representado por un candidato (a) quien pueda enfrentar al inepto autócrata.

 

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