Aunque no generó mayores comentarios, la elección del nuevo presidente de Fedecámaras fue noticia. Primero, por ser eso: una elección. Los veteranos recuerdan que “en sus casi 70 años de vida, en Fedecámaras la norma ha sido tener elecciones, algunas muy duras y peleadas. Sí, pero desde hace 11 años se había impuesto una nueva modalidad: la aclamación. Sin mayores conflictos internos y apostando por la estabilidad, un líder sucedía al otro en el cargo. “Hasta este año, cuando se rompió la ‘paz electoral’”, reconoce un miembro de la patronal.
Al romperse la paz, irrumpió la guerra. Sucia, además. Pocos días antes de la votación, distintos medios digitales reseñaron que sobre Adán Celis pesaba una acusación de “violencia psicológica” presentada por una antigua pareja ante el Ministerio Público. Cualquier mal pensado podía conjeturar que el chavismo estaba desempolvando un expediente para presionar al futuro presidente de Fedecámaras. Un llamado de atención. Un ataque preventivo. Sin embargo, esta versión fue descartada por algunos de los involucrados en la disputa. “El alto gobierno no tuvo nada que ver, sabían que Celis sería el presidente de Fedecámaras, las relaciones con él son buenas, eso vino de otro lado”, afirmaron.
A través de un gélido comunicado, el otro aspirante, Pedro Rivas, se desmarcó de este hecho. “Hemos sido sorprendidos por una información relacionada al dirigente gremial y candidato a la presidencia de Fedecámaras para el periodo 2023-2025, en un asunto de su esfera privada del que confiamos sabrá sobreponerse”. En el texto jamás se menciona a Celis. El afectado respondió con otro comunicado, destacando que el año pasado la Fiscalía había solicitado el sobreseimiento de la causa, denunciando que intentaban “dañar mi reputación personal” y dejando caer estas interrogantes: “¿Por qué ahora y cuál es el objetivo?”.
“Hace seis o siete meses, Celis no tenía adversario”, aseguran. Sin embargo, el expresidente de Conindustria siempre despertó inquietudes y resistencias. ¿La razón? Sus acerbas críticas al régimen chavista y sus posturas “radicales”. Para colmo, Celis es muy amigo de María Corina Machado. De muchachos, iban de vacaciones a esquiar. Celis llamaba tío al padre de la candidata favorita para ganar las primarias opositoras. Todos esos antecedentes espantaban a quienes promueven el acercamiento con el chavismo. Temían que se rompieran los puentes con Miraflores que con tanto esmero construyeron, especialmente los dos últimos presidentes, Ricardo Cusanno y Carlos Fernández.
Porque en esta elección de Fedecámaras, más que saberse de memoria los principios contenidos en la propuesta “Camino al futuro Venezuela 2035”, lo que realmente pagaba era tener una foto con la vicepresidenta Delcy Rodríguez. Y de hecho, Celis se la tomó en el marco de la reunión del Consejo Productivo Nacional celebrada el 26 de junio. Para sus detractores, una imagen no decía más que mil palabras. Apostaban fuerte por Pedro Rivas, expresidente de Fedeagro. “Rivas tiene una trayectoria gremial incuestionable, pero llevaba como tres años sin pisar la sede de Fedecámaras”, observa otra fuente.
Entonces, ¿de dónde surgió esta candidatura? Responden: “Esta es una jugada impulsada por empresarios importantes relacionados con el Gobierno que no forman parte de Fedecámaras, entre los que se incluyen los famosos ‘optimistas’, que contaron con el respaldo de operadores internos de peso”. Según esta versión, los defensores – del diálogo y los “optimistas” sacaron el pecho por esta opción.
Al final, Celis ganó. Debe subrayarse que desde el principio tuvo el apoyo de “casi” todos los expresidentes de Fedecámaras. Empero, Rivas obtuvo mucho más votos de los esperados. Le calculaban unos 30 y totalizó 50, frente a los 100 del vencedor. Asumido el cargo, el flamante presidente de Fedecámaras trata de despejar cualquier duda sobre su disposición al diálogo con el oficialismo y se ha estrenado condenando a las sanciones.
Y sí, las sanciones han afectado al sector privado. Y sí, el sobre cumplimiento de las sanciones golpea a los empresarios. Pero también queda claro que ese discurso es música para los oídos de Nicolás Maduro. “Celis aprendió, entiende el momento, no meterá a Fedecámaras en el tema electoral y menos con María Corina”, comentan. De seguro, vendrán más fotos.
La Gran Aldea