Jesús Alberto Castillo: Volver a arrojar los grillos al mar

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Esa Cumaná heroica, cuna de poetas y bañada por las azules aguas del Golfo de Cariaco, me dio la oportunidad de compartir, el pasado jueves 10 de agosto, con el afable amigo Otilio Rondón Márquez una gran velada poética e interesante coloquio sobre Andrés Eloy Blanco.

El encuentro fue en la emblemática Biblioteca Pública “Armando Zuloaga Blanco”, gracias a la iniciativa de su director el buen amigo César Tovar. De verdad que la pasamos de maravilla rindiéndose un merecido homenaje a ese inmenso poeta cumanés que sigue vivo en el corazón del pueblo venezolano.

Fui invitado a hablar sobre la obra y vida de Andrés Eloy. Su gran aporte al régimen municipal cuando fue Presidente de la Asamblea Constituyente de 1946 y redactó en la Constitución Nacional de 1947 una joya de principios y modelo organizativo del poder primario del Estado. Es el municipio semilla de la naciente nación. Es el poder que debe velar por los asu

Otilio hizo lo propio en el campo poético. Recitó, varias piezas y gesticuló como los buenos oradores cada vez que pronunciaba un verso del renombrado bardo.

Otilio es un dilecto hijo de Casanay, Doctor en Patrimonio Cultural y Cronista Oficial del Municipio Andrés Eloy Blanco del estado Sucre. Su jocosidad y humildad saltan a la vista. Desde hace un buen tiempo conservamos una gran amistad.

Quedé impresionado por la cantidad de personas amantes de la poesía. Muchos eran jóvenes entusiastas que se atrevieron a recitar obras de su propia autoría, como las del poeta. Es meritorio resaltar la poesía de Ángel Flores, un principiante en esas lides que hizo gala de su excelsa rima y lenguaje estético.

De igual manera con un viejo amigo, Antonio Coello, cuya elevada prosa llegó a lo más profundo del alma. En cada uno de los presentes había un éxtasis por las palabras recordadas. El espíritu de Andrés Eloy reinó como un aliciente en el amplio salón ataviado de anaqueles y libros a montón. Mientras la excelsa poesía recorría cada rincón y contagiaba al público.

No queda de otra que recordar al poeta. Trasladarnos a su tiempo y visualizar los agitados momentos en que estuvo preso en el Castillo de Puerto Cabello, ese Barco de Piedra que reflejó en su poesía. Fue allí, a la muerte del dictador Gomez en diciembre de 1935, cuando arroja los grillos de hierro al Mar Caribe. Un acto simbólico en defensa de la libertades públicas y en contra de esos metales que  apretaron la carne y sangre de muchos mártires encarcelados.

Hoy todo el canto poético de Andrés Eloy debe servir de inspiración para seguir luchando por los ideales de libertad y democracia en esta maltrecha nación. Es tiempo de volver a arrojar al mar los grillos que nos aprisionan para regresarle ese bello y sonriente rostro que se merece Venezuela.

Politólogo y Profesor de la UDO-Sucre

 

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